Milei baja el perfil, pero la estrategia es la misma: echarle nafta al fuego. ¿Fantasma o estratega? El silencio del libertario genera más ruido que sus gritos.
Gobierno en llamas, oposición expectante. El 2023 electoral arranca con el termómetro al rojo vivo. ¿Será Milei el bombero o el piromaníaco de turno?
La pregunta del millón (de dólares, quizás): ¿Milei está jugando al ajedrez 4D o simplemente se quedó sin señal en la quinta de Castelar?
Milei, el fantasma que agita al Gobierno
Javier Milei ha disminuido su presencia mediática en las últimas semanas. Sin embargo, su estrategia política se mantiene inalterable: polarizar con el kirchnerismo y agitar al Gobierno nacional en el comienzo del año electoral. «Milei está convencido de que la polarización con Cristina Kirchner lo beneficia», afirman desde su entorno. Esta táctica busca capitalizar el descontento social y presentarlo como la única alternativa real al actual oficialismo. Su silencio, paradójicamente, amplifica el debate y lo mantiene en el centro de la escena.
El silencio como estrategia
Algunos analistas políticos interpretan esta menor exposición pública como una estrategia calculada. Alejado de los medios tradicionales, Milei utiliza las redes sociales para mantener contacto directo con sus seguidores y difundir sus propuestas. Otros, en cambio, especulan con que la falta de apariciones responde a una necesidad de reorganización interna de La Libertad Avanza de cara a las elecciones.
Polarización y año electoral
La estrategia de Milei se centra en profundizar la grieta política, presentando un escenario de confrontación entre «la casta» política -que incluiría tanto al oficialismo como a la oposición tradicional- y su espacio libertario. «La única forma de cambiar este país es dinamitando el status quo», repite Milei en sus discursos. Esta retórica incendiaria busca captar el voto de los desencantados con la política y alimentar la polarización en un año crucial para la Argentina.