¿Vacaciones en la Antártida o misión secreta? Exvicepresidente iraní entra a Argentina como si nada, con pasaporte trucho y peluca color zanahoria. ¿Se reunió con pingüinos espías rusos y chinos?
Ahora, 72 «voleibolistas» iraníes (¿en serio, 40 jugadores para 6 puestos?) tienen prohibida la entrada a San Juan. ¿Eran refuerzos o un batallón de armadores de bombas de humo? La paranoia se apodera del gobierno. ¿Habrá sido una joda elaborada del Chigüire Bipolar iraní?
Mientras tanto, la embajada argentina en Israel recibe una falsa alarma de bomba. ¿Coincidencia? No lo creo. Alí Kamenei, buscado por la justicia argentina, debe estar riéndose a carcajadas en Teherán. Esto se pone más picante que un asado con chimichurri extra picante.
El escándalo del vicepresidente iraní y la selección fantasma de vóley
Un exvicepresidente de Irán, Sharan Dabiri Oskouei, ingresó a Argentina con documentación falsa, desatando un escándalo diplomático con repercusiones insospechadas. La situación se agravó tras la prohibición de ingreso al país para 72 iraníes, presuntos miembros de la selección nacional de vóley, que iban a disputar un encuentro en San Juan. Este incidente se suma a las tensiones históricas entre ambos países, marcadas por acusaciones de terrorismo y una creciente influencia iraní en la región.
Un viaje polémico con aroma a provocación
Dabiri Oskouei, quien «entró a la Argentina» evadiendo los controles migratorios, mintió sobre su cargo político al tramitar la visa en el consulado argentino en Teherán. Presentó un pasaporte antiguo, «afirmó que solo se dedicaba a la medicina» y falsificó documentos para ocultar su verdadera identidad. A pesar de que la SIDE no objetó su ingreso tras consultar con agencias de inteligencia extranjeras, el gobierno argentino considera la visita como «una provocación del régimen iraní». El exvicepresidente, tras difundir fotos de su viaje a Ushuaia y la Antártida en redes sociales, fue obligado a renunciar.
Paranoia y sospechas: ¿Voleibolistas o agentes encubiertos?
Tras el escándalo, las autoridades argentinas prohibieron el ingreso de 72 ciudadanos iraníes que solicitaron visas para viajar a San Juan, alegando ser jugadores y asistentes de la selección de vóley. El número excesivo de «voleibolistas» (40 jugadores para un deporte con 6 en cancha) despertó sospechas en el gobierno. «Después de que el vice de Irán hiciera lo que hizo (…) no podemos dejar de investigar a estos setenta y un ciudadanos iraníes», declaró una fuente del espionaje nacional. El partido amistoso contra la selección argentina, previsto para junio en el estadio «Aldo Catoni», fue suspendido indefinidamente. La negativa de ingreso ha generado interrogantes sobre las verdaderas intenciones de la delegación iraní y si su visita deportiva encubría otros objetivos.
Mientras tanto, la tensión diplomática entre Argentina e Irán se intensifica. Una falsa alarma de bomba en la embajada argentina en Israel y el pedido de detención del líder espiritual iraní, Alí Kamenei, por parte de la justicia argentina, añaden combustible al fuego. La situación se complejiza aún más por la creciente presencia iraní en Bolivia, país limítrofe con Argentina, y las sospechas de vínculos entre el régimen de Teherán y el narcotráfico en la región. El caso Dabiri Oskouei ha reavivado viejos fantasmas y plantea nuevos desafíos para la seguridad y la política exterior argentina.