San Juan decretó siete días de duelo provincial por el fallecimiento del Papa Francisco. Las banderas permanecerán a media asta en edificios públicos, pero las actividades se mantienen con normalidad.
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En San Juan, la tierra del sol, también se sintió el cimbronazo por la partida del Papa Francisco. Siete días de duelo provincial decretó el gobernador Orrego, que si bien no implica feriados (lamentablemente para algunos, alivio para otros que ya habían planeado el asado del finde), sí nos invita a una introspección colectiva. Imaginen la escena: sanjuaninos con lagrimas en los ojos, pero con una copa de Syrah en la mano, por la memoria del primer Papa latinoamericano mientras reflexionan sobre la humildad y la justicia social… o tal vez solo se preguntan si la pizza con piña es pecado. Lo importante es que las banderas ondean a media asta, un gesto simbólico tan potente como un gol de Messi en el último minuto. Y mientras en Buenos Aires el arzobispo García Cuerva oficiaba una misa, en San Juan la vida seguía su curso, con las escuelas abiertas y el comercio funcionando a pleno. Porque la vida sigue, como el vino que se acaba y hay que volver a comprar. Eso sí, con un poquito más de recogimiento, como si el mismísimo Francisco nos estuviera observando desde el palco celestial, con una sonrisa pícara y un mate en la mano, murmurando: «Che, no se hagan drama, sigan laburando que hay mucho por hacer».
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