¿Golpe de Estado? No, gracias. Prefiero democracia con juicio justo y sin desaparecidos. Ah, y Alfonsín, capo total.
CONADEP: Informe revelador. Juicio a las Juntas: ¡zas! en la cara de la impunidad. La justicia: lenta pero segura… ¡14 meses para un juicio enorme! Aplausos para la Cámara.
Strassera, un fiscal que es sinónimo de justicia. D’Alessio y Torlasco, ¡presentes! Siempre en la memoria.
40 años después, seguimos firmes: democracia, derechos humanos y ¡chau! a la violencia. No olvidamos, no perdonamos, no justificamos. Secuestro, tortura, robo de bebés… ¡Cárcel para los responsables!
A 40 años del Juicio a las Juntas: Reflexiones de un protagonista clave
Ricardo Gil Lavedra, uno de los jueces que integró el tribunal del histórico Juicio a las Juntas Militares en 1985, reflexiona sobre el significado de aquel proceso judicial a cuarenta años de su realización. «Me siento muy honrado por la oportunidad que me dio el destino de poder integrar el Tribunal», afirma Gil Lavedra, destacando la «decisión histórica y audaz del presidente Alfonsín» que permitió que la naciente democracia se fundara en el imperio de la ley y los derechos humanos.
El consenso del «Nunca Más» y el legado de verdad y justicia
Gil Lavedra resalta la importancia del informe de la CONADEP y el juicio a las juntas en la construcción de un consenso social de rechazo a la violencia política y los golpes militares. «Verdad y Justicia se alzaron como la respuesta de la democracia frente a la barbarie de los delitos cometidos en secreto», señala. El juez destaca el «inusual espíritu de cooperación» del tribunal y elogia la labor de sus colegas, especialmente de Julio Strassera, «paradigma de un fiscal».
La vigencia de los principios democráticos
A pesar de las dificultades que atravesó el país en las últimas décadas, Gil Lavedra subraya que el principio de soberanía popular, la condena a la violencia y el respeto a los derechos humanos se mantienen intactos. «Nadie duda hoy que el secuestro, la tortura, la violación a las mujeres, la apropiación de bienes y de criaturas, y el asesinato clandestino sean acciones de guerra, sino crímenes aberrantes a los que se debe aplicar la ley», concluye, instando a que el recuerdo de los primeros pasos de la democracia guíe el camino hacia la justicia y el respeto por la ley.