La Unión Europea invirtió fortunas en la Ley Europea de Chips para sacudirse la dependencia tecnológica, buscando fabricar el 20% de los microchips del mundo para 2030. Pero, ¡oh sorpresa!, el Tribunal de Cuentas comunitario le puso un freno al optimismo: es altamente improbable que alcancen esa meta. ¿La razón? Falta de plata, estrategia clara y una competencia global que no perdona.
# ¿Sueños de silicio rotos? La ue y su ambiciosa pero improbable ley de chips
La dependencia tecnológica de la Unión Europea, un tema que quedó al descubierto con la pandemia, ahora se enfrenta a un nuevo desafío. ¿Se acuerdan cuando las fábricas de autos alemanas se quedaron sin microchips y la producción cayó a «niveles de hace medio siglo»? Sí, un papelón. La respuesta fue la Ley Europea de Chips, una movida con bombos y platillos para invertir 86.000 millones de euros y fabricar en el Viejo Continente esos procesadores que están hasta en la tostadora.
Pero, como suele pasar, las buenas intenciones no alcanzan. El Tribunal de Cuentas comunitario, con la frialdad de un burócrata alemán, soltó la bomba: «Es muy improbable que la UE alcance su objetivo de lograr una cuota del 20% del mercado mundial de microchips para 2030». Ups.
## Microchips: la nueva batalla geopolítica
Los chips son el corazón de cualquier aparato electrónico, desde el celu más moderno hasta la aspiradora de tu abuela. No tenerlos es como darle la llave de tu casa a un extraño.
Entonces, la UE se puso como meta ser capaz de fabricar dos de cada diez chips del mundo para 2030. Los auditores reconocen que la Comisión «ha avanzado de manera razonable sobre la ejecución de su estrategia», pero la realidad es que hay una distancia sideral entre la ambición y los resultados.
«La UE necesita cuanto antes una dosis de realidad en su estrategia para el sector de los microchips», sentenció Annemie Turtelboom, presidenta de la sala del Tribunal de Cuentas. Duro, pero justo.
### ¿Por qué Europa se queda en el camino?
Según el informe, la UE aumentó su producción de microchips, pero no lo suficiente. Asia y Estados Unidos reaccionaron más rápido. Al comenzar la década, el déficit comercial europeo en este mercado ascendía a 20.000 millones y ocupaba una cuota del 9,8%. Cinco años después, con el plan ya en marcha y al ritmo actual, el avance previsto será solo del 11,7% en 2030, dos puntos más. Un avance que da pena.
«Este es un campo que cambia con rapidez, se caracteriza por su intensa competencia geopolítica y, actualmente, estamos lejos del ritmo necesario para cumplir nuestras ambiciones», explicó Turtelboom. «El objetivo del 20% era básicamente una aspiración. Para conseguirlo, nuestra capacidad de producción tendría que ser cuatro veces mayor en 2030 y estamos muy lejos de lograr esas cifras a la velocidad actual».
Rafal Gorajski, otro auditor, coincide: «La aprobación de la ley por parte de la Comisión no es una garantía de que el proyecto tenga éxito». Falta una «hoja de ruta con la información necesaria para tener una imagen general de la situación y la inversión prevista en los diferentes Estados miembros».
## El problema del dinero: demasiados pocos euros
Los 86.000 millones de euros del plan son insuficientes. Los mayores fabricantes mundiales planean inversiones de hasta 405.000 millones de euros en tres años. La asociación industrial mundial de semiconductores SEMI calcula que el gasto de capital vinculado a la UE hasta 2032 ascenderá a 147 000 millones de euros, un 6% del total mundial previsto (2.162.000 millones). ASML, otra tecnológica, considera «limitada» la posición inicial de la UE y calcula que, para alcanzar la cuota del 20%, se necesitarían 251.000 millones de euros de aquí a 2030.
Para colmo, de la cantidad total del plan europeo, la Comisión solo dispone directamente del 5% (4.500 millones de euros). El resto tiene que venir de los Estados miembros y de la industria. Así, el plan corre el riesgo de dispersión y falta de coordinación. «La Comisión no tiene un mandato para coordinar las inversiones nacionales y garantizar que se ajusten a los objetivos de la ley», advierten los auditores.
Además, Europa carece de empresas con la misma potencia que Nvidia o TSMC. Esta última está construyendo su primera fábrica europea en Dresde (Alemania), con la participación de Bosch, Infineon y NXP. Pero los auditores advierten que la industria de microchips de la UE se compone de «unas pocas empresas grandes y centradas en proyectos de alto valor, lo que supone una concentración de los fondos». Si un solo proyecto se cancela, se retrasa o fracasa, las repercusiones pueden ser significativas en todo el sector.
Para sumarle más dramas, la auditoría señala «la dependencia de las importaciones de materias primas, el alto coste de la energía, las inquietudes medioambientales, las tensiones geopolíticas y los controles a la exportación, así como una escasez de mano de obra cualificada». Un combo explosivo.
En resumen, la ECA recomienda «un control urgente de la realidad de la estrategia para adoptar y seguir las medidas correctoras necesarias a corto plazo» y preparar una próxima estrategia de semiconductores. «No es solo una cuestión económica, es un asunto existencial», concluyó Turtelboom. ¿Será que Europa se da cuenta a tiempo o seguirá dependiendo del resto del mundo para que funcionen sus tostadoras? Hagan sus apuestas.