Mar España, exdirectora de la Agencia Española de Protección de Datos, lanza duras advertencias sobre el «sometimiento» digital al que estamos expuestos, especialmente los jóvenes. En su nuevo libro, denuncia cómo la industria tecnológica utiliza patrones adictivos para mantenernos enganchados, afectando nuestra libertad, salud mental y desarrollo. Propone autocontención, regulación y concienciación como claves para revertir esta situación, alertando sobre el abuso de dispositivos electrónicos en las escuelas y las graves consecuencias en el cerebro adolescente. ¿Estamos a tiempo de cambiar el rumbo o ya es demasiado tarde?
## ¿Estamos realmente sometidos? La exdirectora de la AEPD enciende el debate sobre nuestra adicción digital
Mar España, quien fuera la máxima responsable de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) durante nueve años, no se guarda nada. Libre de «ataduras institucionales», como ella misma dice, la jurista dispara munición gruesa contra la industria tecnológica en su nuevo libro, «Así se somete a una sociedad». ¿Exageración o radiografía cruda de nuestra realidad?
España plantea una cuestión que, aunque muchos intuyen, pocos se atreven a verbalizar con tanta contundencia: ¿nos estamos convirtiendo en rehenes de nuestros propios dispositivos? La exdirectora de la AEPD advierte que el entorno digital está diseñado como una trampa irresistible, una «golosina visual» que nos mantiene enganchados y sometidos.
«La industria utiliza los datos que tiene sobre la conducta [de los usuarios] con el propósito de modificarla, hacerla predecible, monetizarla y controlarla», sentencia España, sin pelos en la lengua. Una acusación directa al corazón del modelo de negocio de las grandes tecnológicas, que viven de nuestra atención y nuestros datos.
## Autocontención vs. cambios estructurales: ¿quién tiene la razón?
La propuesta de España es clara: autocontención, regulación y concienciación. Pero, ¿es suficiente con apelar a la responsabilidad individual? ¿O necesitamos cambios estructurales más profundos para frenar esta «adicción digital»?
La exdirectora de la AEPD reconoce la necesidad de ambas cosas. «El cambio empieza por uno mismo», afirma, instando a la «desescalada digital» a nivel personal y familiar. Pero también exige una mayor regulación y transparencia por parte de la industria, equiparando el consumo excesivo de pantallas con el tabaquismo.
«Si las tabaqueras están obligadas a publicitar los efectos secundarios del consumo de tabaco, yo creo que debería obligarse a las tecnológicas a explicar qué puede provocar un excesivo consumo de pantallas», propone España. Una idea que, sin duda, generará controversia y encenderá el debate.
## La generación Z en la mira: ¿estamos dañando a nuestros jóvenes?
Uno de los puntos más preocupantes que plantea España es el impacto del «sometimiento digital» en los jóvenes. La exdirectora de la AEPD alerta sobre el abuso de dispositivos electrónicos en las escuelas y las graves consecuencias en el cerebro adolescente.
«En un momento de máxima plasticidad cerebral, en el que el adolescente está construyendo su propia personalidad y sus valores, el cerebro está líquido y todo deja huella de por vida», explica España, con un tono de alarma. «Los influencers y las redes sociales están moldeando su cerebro, y eso está produciendo ya consecuencias tremendas».
La exdirectora de la AEPD cita datos escalofriantes: la mayor causa de muerte entre la gente joven es el suicidio, los índices de hospitalización por salud mental se han multiplicado por 300 desde 2012, y dos de cada tres jóvenes muestran algún grado de depresión. ¿Estamos ante una generación perdida?
«Necesitamos un pacto de Estado en torno a este asunto», exige España. «Aquí no caben partidismos, nos estamos jugando la salud física y mental de la población». Una llamada de atención urgente que nadie debería ignorar.
El debate está abierto. ¿Estamos realmente sometidos? ¿Qué podemos hacer para recuperar nuestra libertad digital? ¿Estamos a tiempo de evitar una catástrofe generacional? Las preguntas son incómodas, pero necesarias. Y las respuestas, urgentes.