El karaoke, un hito: ¿Quién inventó la máquina original?

Redacción Cuyo News
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El karaoke, ese ritual catártico donde uno puede creerse Gardel por cinco minutos, finalmente tiene su reconocimiento formal. El Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE), una entidad con peso en el mundo de la tecnología, distinguió a la primera máquina de karaoke como un hito, entregando una placa conmemorativa a la familia de Shigeichi Negishi, el hombre detrás de la «caja de música» de 1967. ¿Será que cantar mal ahora tiene un aval científico?

«Estaba muy agradecido de que la gente disfrutara del karaoke en todo el mundo, aunque no imaginó que se extendería globalmente cuando lo creó», declaró Akihiro Negishi, hijo del inventor. Una frase que suena a humildad japonesa, pero que también deja entrever la magnitud del invento de su padre. Porque, seamos honestos, ¿quién no se ha agarrado un micrófono alguna vez, ya sea en un bar mugriento o en la comodidad del living de su casa?

El karaoke: ¿un invento japonés o una necesidad humana?

Si bien Daisuke Inoue se llevó gran parte del crédito y la fama, la Asociación Japonesa de Industriales de Karaoke certificó que Negishi fue el primero de los cinco inventores de la máquina. Una disputa que quizás nunca tenga un ganador definitivo, pero que plantea una pregunta interesante: ¿qué es más importante, la idea original o la ejecución que la populariza?

La máquina de Negishi, un cubo de 30 centímetros con micrófono, reproductor de casetes y hasta una ranura para monedas, sentó las bases para lo que vendría después. Pero fue Inoue quien, con su software innovador, logró que el karaoke se convirtiera en un fenómeno mundial. Una historia de competencia y colaboración que, como tantas otras, nos recuerda que el éxito pocas veces es el resultado del esfuerzo de una sola persona.

De los bares a la fama mundial: la evolución del karaoke

Negishi, un cantante amateur que trabajaba en una empresa de ensamblaje de productos electrónicos, tuvo la visión de llevar la música a los bares y restaurantes. Y vaya si lo logró. Su invento, inicialmente pensado para los «snack bars» y salones de banquetes, se convirtió en un símbolo de la cultura japonesa y, posteriormente, en un pasatiempo global.

En los ochenta, la posibilidad de mostrar imágenes y letras en una pantalla le dio un nuevo impulso al karaoke. Y la llegada del karaoke online en 1992 lo catapultó a otra dimensión. Hoy, la industria del karaoke mueve cientos de miles de millones de yenes en Japón y tiene un mercado en expansión a nivel mundial. Un imperio construido sobre la base de desafinados y sueños de fama.

El Karaoke Kan de Shibuya, famoso por su aparición en la película Lost in Translation, es un ejemplo de cómo el karaoke se ha convertido en parte del paisaje urbano. Un lugar donde los turistas se mezclan con los locales, todos unidos por el mismo deseo: cantar a todo pulmón, aunque sea por unos minutos.

Así que la próxima vez que te subas al escenario de un karaoke, acordate de Shigeichi Negishi. El hombre que, sin saberlo, le dio voz a millones de personas en todo el mundo. Y quizás, también, la excusa perfecta para desafinar un rato.

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