En una decisión que podría tener consecuencias globales, el Parlamento de Irán aprobó este miércoles la suspensión de toda cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), tras los recientes ataques atribuidos a Israel y Estados Unidos contra instalaciones nucleares clave del país persa. La medida obtuvo 221 votos a favor de un total de 223 presentes en la sesión del Majlis.
La legislación, que ahora debe ser ratificada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, contempla medidas como la suspensión de inspecciones, la retirada de equipos de monitoreo y la interrupción de los reportes al organismo internacional con sede en Viena. Esta movida se presenta como una respuesta directa a los bombardeos sobre las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahan.
El presidente del Parlamento iraní, Mohammad Bagher Qalibaf, justificó la decisión señalando que el OIEA no condenó los ataques y cuestionó su imparcialidad. La declaración fue acompañada por cánticos hostiles hacia Estados Unidos e Israel, lo que refleja el clima político interno en Irán tras la ofensiva.
Desde Viena, el director del OIEA, Rafael Grossi, expresó su preocupación y subrayó la importancia de mantener la presencia de inspectores en las plantas nucleares iraníes. “Hacemos un trabajo indispensable en Irán”, afirmó en conferencia de prensa.
En Estados Unidos, la Casa Blanca respaldó la acción militar, mientras el expresidente Donald Trump aseguró que las instalaciones nucleares de Irán fueron «completamente destruidas», y que con ello “se terminó la guerra”.
Por su parte, el Kremlin condenó los ataques calificándolos de “acciones sin precedentes”, y consideró que la suspensión de la cooperación es una consecuencia directa del accionar israelí-estadounidense. Rusia también advirtió que la credibilidad del OIEA ha sido dañada por este conflicto.
La crisis llega en un momento delicado para la diplomacia internacional, poniendo en duda el futuro del acuerdo nuclear de 2015, del que EE.UU. se retiró en 2018. A pesar de las tensiones, Irán mantiene que su programa nuclear tiene fines pacíficos, aunque el reciente enriquecimiento de uranio ha elevado las alertas en las capitales occidentales.
El desenlace de este nuevo capítulo geopolítico dependerá del margen que aún tenga la diplomacia para recomponer los puentes rotos y evitar una escalada mayor en Medio Oriente.