El melanoma, uno de los tipos más agresivos de cáncer de piel, requiere diagnóstico precoz para aumentar las probabilidades de tratamiento exitoso.
En España, se esperan cerca de 9.400 casos en 2025. En ese contexto, el País Vasco implementó una herramienta de inteligencia artificial llamada Quantus Skin, con la promesa de acelerar el diagnóstico a través del análisis de imágenes de lesiones cutáneas sospechosas enviadas por médicos de atención primaria. Sin embargo, un estudio realizado por el Hospital Ramón y Cajal de Madrid reveló que la herramienta posee una sensibilidad de apenas el 69%, es decir, omite un 31% de los casos reales de melanoma.
Críticas desde la comunidad médica
La reacción de los especialistas no se hizo esperar. El doctor Josep Malvehy Guilera, referente del Hospital Clínic de Barcelona, calificó el rendimiento como “muy pobre”. La dermatóloga Rosa Taberner Ferrer, del Hospital Son Llàtzer de Mallorca, fue más tajante: “Un 31% de falsos negativos suena cuanto menos peligroso. Como cribado es una castaña”. El bajo rendimiento pone en duda la viabilidad de usar esta tecnología como herramienta de cribado masivo en un área tan crítica como la detección temprana del cáncer de piel.
Sesgo en los datos: la IA que discrimina por tono de piel
El segundo gran problema de Quantus Skin es su entrenamiento con imágenes de pieles predominantemente blancas. Como han advertido expertos internacionales como el profesor Adewole Adamson, de la Universidad de Texas, este sesgo limita seriamente la fiabilidad del diagnóstico en personas con piel más oscura, lo que podría derivar en una discriminación sistemática en el acceso al diagnóstico y tratamiento. Anabel K. Arias, portavoz de la Federación de Consumidores y Usuarios (CECU), subraya: “Puede haber una porción de la población subrepresentada. En ese caso, el diagnóstico puede ser erróneo y tener un impacto en la salud de la persona. Se puede pensar incluso en un daño”.
Un contrato millonario bajo la lupa
Pese a los cuestionamientos, el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) firmó un contrato por casi 1,6 millones de euros con la empresa Transmural Biotech, que comercializa Quantus Skin. El pliego del contrato establecía como mínimo una sensibilidad y especificidad del 85%, cifras que claramente no se cumplen según los resultados publicados. Esto plantea varios interrogantes:
- ¿Conocía Osakidetza los resultados reales de la herramienta?
- ¿Se evaluaron alternativas tecnológicas más robustas?
- ¿Qué mecanismos de control existen para auditar el uso de esta IA en la salud pública?
IA en salud: una promesa con riesgos si no hay control
La inteligencia artificial tiene el potencial de revolucionar el diagnóstico médico, pero su implementación sin validación clínica rigurosa y sin diversidad en los datos de entrenamiento puede amplificar desigualdades existentes y poner vidas en riesgo. Los expertos coinciden: la tecnología por sí sola no basta. Hace falta transparencia, revisión ética y mecanismos de corrección para que herramientas como Quantus Skin no se transformen en fuentes de error, exclusión o negligencia. Como advierten los especialistas, la salud es un derecho, no un experimento algorítmico.