El eterno retorno gildista: entre la lealtad y las sombras de un modelo
Las dos palabras más importantes y polémicas de la Constitución que Gildo Insfrán impulsó y logró sancionar en 2003 no aparecen en el texto: “reelección indefinida”. El artículo 132 establece -sin ninguna limitación temporal- que “el gobernador y el vicegobernador durarán cuatro años en el ejercicio de sus cargos, y que podrán ser reelectos”. Esa omisión le permitió al Tío, como llaman en su terruño al mandatario provincial, haber sido electo en ocho oportunidades consecutivas desde 1995, luego de ser vicegobernador durante ocho años.
La Corte Suprema declaró en diciembre la inconstitucionalidad de la reelección indefinida. Insfrán eligió la misma herramienta que le garantizó poder presentarse en 1999, luego sortear varias impugnaciones judiciales: una nueva reforma, que esta vez empuja con el argumento de incluir derechos de cuarta generación, vinculados al acceso tecnológico y a la educación informática.
El «modelo formoseño»: entre el marketing y la realidad
Las dos palabras más famosas de la Constitución sancionada hace 22 años son otras y aparecen en el preámbulo. Son también las que más repite el gobernador, las que replican sus ministros, y se imprime en la cartelería omnipresente con la imagen del jefe y se escuchaba hasta antes de la veda por los altoparlantes de las camionetas que recorren la capital: “el modelo formoseño”. También la que aparece en contenidos escolares y ferias educativas.
Adrián Muracciole, rector de la Universidad provincial de Laguna Blanca, el distrito donde nació Insfrán hace 74 años, intentó explicar el alcance de esa fórmula –el modelo formoseño– el jueves, cuando el gobernador entregó 20 ambulancias 0km e inauguró el primer tramo del hospital de la Madre y la Mujer, al filo de la veda en el virtual cierre de campaña y frente a miles de militantes: 1536 escuelas, 14 mil kilómetros de líneas eléctricas, 2 mil de fibra óptica, hospitales de alta complejidad y de medicina nuclear, un parque acuático, un anfiteatro, una pileta olímpica. “Orgullosos de que a los porteños les moleste nuestro orgullo. Viva el modelo Formoseño”, dijo el rector antes de pedir a los votantes que revienten las urnas con las boletas azules.
Además de las boletas de los 56 sublemas que inundarán los centros de votación en los 37 municipios de la provincia también son azules buena parte de los techos de los edificios públicos de la gestión gildista, que se confunde con el abandono hacia el oeste, donde viven la mayoría de las comunidades indígenas entre las que se cuentan las Wichí, Qom, Plagá y Nivaclé, a la que el instituto provincial no reconoce.
Hay otros números que explican el modelo formoseño. Por ejemplo, los del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que da cuenta de que se trata de la provincia con más empleados públicos del país: el 70 por ciento trabaja en alguno de los tres niveles del Estado. Solo hay 22.800 empleados en el sector privado, el índice más bajo de la nación a pesar de sus 530.132 habitantes. Según el observatorio Pyme, se trata de la provincia con menor densidad empresarial. Aporta el 0.04 por ciento a las exportaciones argentinas y su presupuesto se financia en un 95 por ciento por transferencias de la coparticipación federal.
Nueve de cada diez jubilados en Formosa lograron su status vía moratoria. Ochenta y cinco mil chicos -repartidos en 165 mil hogares- reciben AUH y Tarjeta Alimentar.
Ninguna cifra es tan espeluznante como la que convierte en la provincia con la tasa de mortalidad infantil más alta: 11 cada mil chicos, según un informe de 2021 del gobierno de Alberto Fernández, el presidente que pedía “copiar el modelo formoseño”.
Historias de la periferia: entre la necesidad y el control
El Instituto Provincial de la Vivienda es uno de los órganos más relevantes de la administración gildista. La migración del campo a la ciudad por la baja de la producción de algodón, la caída del stock vacuno generó una crisis habitacional en barrios y pueblos donde no llega el asfalto. También en la mismísima capital donde se multiplican las obras y vive la mitad de la población.
En el lote 111, el mismo donde la candidata a diputada radical Agostina Villogi fue arrastrada por una patota días atrás, Mario -jubilado- espera al igual que cientos de vecinos que la provincia le entregue el título de la casa de 20 metros x 10: una pieza con baño, sin cloaca y un fondo donde el que se anima puede seguir construyendo. “Si te vas a trabajar a otra parte o mucho tiempo, te la sacan”, se queja.
El problema, como explica un dirigente con pasado en el gildismo que será candidato el domingo, es que -por ley- los hogares habilitados para transferir deben ser de 20×30. También se quejan de que hay militantes que tienen más suerte que otros vecinos para ocupar algunas de las casas de Nueva Formosa, el flamante barrio inaugurado al pie del aeropuerto, lo primero que ve cualquiera que llegue a la provincia, además de la cara de Gildo.
Los bolsones de comida se reparten con más velocidad en los días previos a la elección. La oposición viralizó un video del intendente de El Colorado en el que les pide a sus militantes que solo hay que entregar “una mercadería por voto”. Nadie dijo que fuera falso.
A 110 kilómetros de la capital, en Pirané, la tercera ciudad de la provincia, había cola para esperar bolsones igual que en el lote 110 y 111.
Una vecina esperaba que bajara el agua en una casilla improvisada de silobolsa que le armó la municipalidad después de que la inundación en Palo Santo tapara el piso de su casa. Prefirió no irse a la escuela para poder vigilar sus pocas pertenencias.
La inundación llegó también hasta la puerta de la casa de Sergio y tapó el pozo séptico. Como muchos formoseños, dice que está cansado de los políticos. Tiene un freezer, un televisor y cuatro lámparas: pagó en el último mes $80 mil de luz, aunque no tiene título de propiedad. Cobró Refsa, la empresa distribuidora de la provincia.
La oposición denuncia que Insfrán domina los tres poderes del Estado y también el tribunal electoral. Hablan de un estado policial y paraestatal con seguimientos en autos sin patentes, a cargo de las fuerzas de seguridad y de la dirección de Informaciones, que piden explicaciones y documentos sin razones.