Peronismo busca unidad: ¿Kicillof liderará la estrategia electoral?

Redacción Cuyo News
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A diez días de la fecha límite para la presentación de los frentes electorales, los referentes de mayor peso dentro del peronismo bonaerense convergieron en la sede de la gobernación, ubicada en La Plata. Durante el encuentro, se constató un consenso entre Máximo Kirchner y Sergio Massa para otorgar a Axel Kicillof la centralidad en la articulación de la estrategia electoral. No obstante, la definición de las candidaturas se resolverá mediante una concertación tripartita. Las discusiones trascendieron con fricciones evidentes y la persistencia de diversos puntos inconclusos, lo que derivó en la programación de una nueva reunión para el martes.

«Fue una buena reunión, bastante ordenada dentro de todo», relató uno de los asistentes con un tono que sugería más una esperanza que una certeza. En tanto, desde el entorno de Kicillof, se optó por la cautela: «Un primer avance, nada definitivo», moderaron, dejando entrever la provisionalidad de los consensos alcanzados y la complejidad de lo que resta por negociar. El peronismo, al parecer, prefiere el suspenso.

Con el gobernador ejerciendo de anfitrión, la cumbre congregó a una heterogénea representación de la fuerza. Además de Máximo Kirchner y Massa, se hicieron presentes Carlos Bianco y los intendentes Mario Secco (Ensenada), Julio Alak (La Plata), Fernando Espinoza (La Matanza), Andrés Watson (Varela) y Alberto Descalzo (ex de Ituzaingó), representando la órbita del mandatario provincial. Por el kirchnerismo, asistieron Mayra Mendoza (Quilmes), Federico Otermín (Lomas de Zamora) y Mariel Fernández (Moreno). En tanto, la facción massista contó con la presencia de Juan Andreotti (San Fernando), Alexis Guerrera y Sebastián Galmarini. Una verdadera mesa de «negociación», donde cada silla venía con un historial cargado.

La reunión, que se prolongó por más de dos horas, sirvió como un espaldarazo a la intención de conformar un frente unificado, tanto para las inminentes elecciones provinciales del 7 de septiembre como para las nacionales del 26 de octubre. En cuanto a los ejes de campaña, se delineó la necesidad de «enfrentar las políticas de ajuste y endeudamiento» promovidas por Javier Milei, «defender la inocencia» de Cristina Kirchner y «evitar que ingrese la motosierra» a la provincia de Buenos Aires. Una agenda que, curiosamente, parece más enfocada en el «anti» que en el «pro», lo cual es un clásico rioplatense.

«No hablamos de nombres», afirmó uno de los participantes con una seriedad que disimulaba el elefante en la sala. «La estrategia electoral la va a liderar Axel, en eso Máximo y Sergio estuvieron de acuerdo. El armado de las listas lo definen entre los tres. Y va a haber triunviratos para los cierres de cada distrito», transmitió el informante, dejando entrever un pequeño, pero significativo, triunfo del gobernador. Aunque se negó a hablar de nombres, la cesión de la estrategia a Kicillof ya es un gran nombre. ¿Casualidad o jugada maestra? En política, las casualidades suelen ser planes bien ejecutados.

Sin embargo, Kicillof no detentará la potestad exclusiva para seleccionar a los principales postulantes, desmintiendo así las especulaciones previas. «Pero tienen que ser candidatos que se sometan a la estrategia que se plantee desde la gobernación», aclararon desde el massismo, en un intento por recalibrar la autonomía del gobernador y recordar que, en este tablero, nadie juega solo. O sea, Kicillof lidera, pero no tanto.

Desde La Plata, se desmintió enfáticamente que la orientación de la campaña quedara bajo la tutela exclusiva de Kicillof. «Nuestra propuesta es que todo se defina en la mesa. La estrategia y las candidaturas. Si no, le van a echar la culpa de todo a Axel. Puede ser una trampa», advirtió un integrante del Gabinete bonaerense al filo de la medianoche. Esta declaración, que emerge como un reflejo de la desconfianza inherente entre los socios del peronismo, deja en claro que, si bien la unidad es el objetivo, la responsabilidad es un plato que nadie quiere comer solo. Y con razón, suelen ser indigestos.

Advertencias kicillofistas que hicieron ruido

Previamente al cónclave, y luego de la pausa en la interna provocada por la prisión domiciliaria de Cristina Kirchner, el discurso de uno de los principales funcionarios del esquema de Kicillof en un plenario partidario en Santa Clara del Mar había reavivado las tensiones latentes en la conformación electoral del peronismo. Parece que en el peronismo bonaerense, las pausas son solo para tomar aire antes de un nuevo «round» dialéctico.

Tanto en círculos kirchneristas como massistas, las advertencias de Carlos Bianco, ministro de Gobierno bonaerense, generaron un notable malestar. Si bien la mayoría optó por el silencio público en aras de mantener el cauce de las negociaciones, en privado se calificaron sus dichos como «fuera de lugar», «inoportunas» e «inexplicables» desde una perspectiva política. Incluso, se registraron cuestionamientos por lo bajo desde el propio espacio que lidera Kicillof. Cuando hasta tus aliados murmuran, la señal es clara: alguien dijo algo que no les gustó un pelo.

«Nunca lo aplauden al gobernador. Si se confunde en algo, o ellos creen que se equivocó, puteadas, puteadas, puteadas. ¿Qué dice Axel? La primera condición para la unidad es ‘todo el día los tengo aplaudiéndome. Y si me equivoco me salen a bancar, no a matar'», sentenció Bianco en uno de los plenarios de este fin de semana del Movimiento Derecho al Futuro, el de la Quinta Sección Electoral. Parece que el aplauso dejó de ser una cortesía para convertirse en una exigencia. ¿Se viene la contratación de una barra brava para los actos?

«Si mando un proyecto a la Legislatura, no tengo problema en discutirlo. Ahora, una vez que entró el proyecto para el tratamiento, lo tienen que votar todos sin chistar», prosiguió su argumentación como si replicara al propio Kicillof. Cabe recordar que, hace poco más de un mes, el funcionario –considerado uno de los más cercanos al gobernador– había planteado condiciones en términos similares, lo que en su momento generó una enérgica respuesta del kirchnerismo. Parece que Bianco tiene un talento innato para prender fuego los ánimos ajenos… o propios.

En esta ocasión, paradójicamente, la reacción fue la de dejar pasar las palabras desafiantes. «No afecta en nada. Cero. Preferimos el silencio que ayuda a encaminar las negociaciones», desestimaron desde el entorno de Máximo Kirchner, en un gesto que, además de bajar el tono, podría interpretarse como una sutil forma de ningunear al referente del sector de Kicillof. El silencio, en política, puede ser más ruidoso que mil declaraciones.

Carlos Bianco, en la marcha de apoyo a Cristina Kirchner en Plaza de Mayo.

Desde el círculo más cercano a Cristina Kirchner, las expresiones de Bianco fueron interpretadas como una «provocación», en el marco de la pulseada por el liderazgo del espacio. Según la óptica kirchnerista, esta disputa quedó zanjada con la centralidad de la ex mandataria, potenciada aún más por la confirmación de su condena y la prisión por la causa Vialidad. En el peronismo, el liderazgo es como el tango: se baila de a dos, pero uno siempre marca el paso.

«No funciona así. ¿El tipo que es su mano derecha pretende imponer que todos aplaudamos a Axel? Eso pasaba con Cristina porque era la jefa, pero el cargo ejecutivo no te da la jefatura de la política. Alberto fue el ejemplo más claro», replicó un dirigente con vínculo frecuente con la ex presidenta, marcando una clara diferencia entre el poder institucional y el liderazgo inherente. Una lección que, al parecer, algunos deben repasar.

«Si él (Kicillof) no renuncia a resolver la conducción ahora, va a ser difícil. De acá no va a salir el candidato a presidente y él va a ser el jefe de una parte. Al resto lo va a tener que convencer», descartó contundentemente que el reclamo de Bianco pudiera ser aceptado por el kirchnerismo. Es decir, Kicillof es una pieza clave, pero no es la única. ¿Convencer? ¡Qué palabrita en el peronismo!

«No estamos pretendiendo eso, mucho menos en la situación en la que está Cristina. Sí cuidar el rol de Axel, que se va a poner la campaña al hombro y eso me parece que no está discutido. También no naturalizar que nuestro propio bloque proponga proyectos que no están ni conversados con el gobernador», intentó matizar un ministro bonaerense, buscando un punto de equilibrio entre lealtades y autonomías. Un fino arte que en ocasiones se asemeja al malabarismo político.

Federico Otermín, intendente de Lomas de Zamora, alineado con Cristina y Máximo Kirchner.
Federico Otermín, intendente de Lomas de Zamora, alineado con Cristina y Máximo Kirchner.

Federico Otermín, intendente de Lomas de Zamora, cercano a Máximo Kirchner y con buen diálogo con Kicillof, subrayó la necesidad de discernir las etapas políticas. «Hay que ir paso a paso y entender los momentos de la estrategia y la táctica en la política. Ahora necesitamos unidad en la oposición frente a Milei. Después llegará 2027 donde tendremos la responsabilidad de construir una alternativa. Tal vez ahí sea interesante que haya varias expresiones del peronismo compitiendo entre sí», manifestó en Radio Con Vos. Un cronograma político que parece tener más estaciones que el metro de Buenos Aires.

«Cristina no se va a retirar de la política nunca. Si lo que busca cierto sector es correr a Cristina, le va a salir mal. Lo digo en términos generales, para el que lo sienta», agregó Otermín, dejando un mensaje claro a navegantes internos, con la elegancia de una puñalada envuelta en papel de regalo. Porque si algo es seguro en Argentina, es que Cristina no se jubila, al menos de la política.

Los tres escenarios de Kicillof

Bianco, por su parte, delineó «tres escenarios» posibles para el peronismo en la provincia. El primero, el idílico para Kicillof: «armar una unidad no sólo para la elección y que el 8 de septiembre ya te estén tirando cascotazos». El segundo, en caso de que el kirchnerismo «de vez en cuando quiera ser oposición al gobernador», implicaría acordar «listas conjuntas, no de unidad», con Kicillof al frente de la estrategia electoral. La imaginación de Bianco para los escenarios es digna de un guionista de telenovelas.

«La tercera opción, la peor, es ir separados. En ese caso el objetivo ya no será ganar la elección sino sacar el mayor porcentaje con un peronismo dividido y dejarle la pelota servida a Milei para que avance con la motosierra en Buenos Aires. No descarto que pueda suceder», concluyó Bianco, en un pronóstico que mezcla el dramatismo con la estrategia política, invitando a la reflexión sobre los riesgos de la fragmentación. ¿Será un vaticinio o una amenaza encubierta?

Desde el kirchnerismo, el planteo fue rechazado. Aun así, dejaron entrever que, sin margen para una ruptura que comprometiera las chances electorales, el escenario más plausible sería el segundo: «Un acuerdo entre partes distintas, no algo que se impone». Desde el massismo, también se cuestionó el intento de condicionamiento de Kicillof. «Es infantil, expone el bajo nivel», fustigó un dirigente del Frente Renovador. Al parecer, en el peronismo, la convivencia es una habilidad que se practica a diario, con más risas nerviosas que carcajadas sinceras.

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