Acto suspendido: la tensión Milei-gobernadores enciende alertas.

Redacción Cuyo News
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La niebla y la diplomacia interprovincial: crónica de un 9 de julio entre suspendidos y ausentes

La habitual cordialidad que suele acompañar las celebraciones patrias pareció disolverse en la densa niebla que cubrió Buenos Aires y, por extensión, las relaciones entre los gobernadores y la Casa Rosada en la previa al Día de la Independencia. Lo que prometía ser un encuentro de unidad en Tucumán, epicentro de la gesta patria, se transformó en un campo minado de ausencias y justificaciones, culminando con la insólita suspensión del viaje presidencial.

Hasta el atardecer previo al 9 de julio, la incertidumbre flotaba en el ambiente como la propia niebla porteña. Solo dos mandatarios provinciales, Osvaldo Jaldo de Tucumán y Raúl Jalil de Catamarca, habían confirmado su presencia en el acto que encabezaría el presidente Javier Milei. La sorpresa llegó con la baja del salteño Gustavo Sáenz, quien decidió enviar a su vicegobernador, Antonio Marocco, una tendencia que otros mandatarios imitaron bajo la excusa de atender sus propios actos provinciales, incluyendo las infaltables galas líricas.

El clima como coartada y las tensiones reales

Mientras la lista de ausentes crecía, la densa niebla que cubría la capital federal y sus alrededores brindó el pretexto perfecto. Pasadas las 17 horas, fuentes de la Casa Rosada confirmaron a Clarín la suspensión del viaje presidencial. Manuel Adorni, portavoz oficial, lo explicó en redes sociales con un tecnicismo que sonó a eufemismo: «la razón de la decisión radica en los informes recibidos por Casa Militar y la Fuerza Aérea Argentina que refieren a la situación climática que impide realizar los vuelos pertinentes». Un velo de niebla, acaso más político que meteorológico, cubría la escena.

Este impase climático se produce en un contexto de creciente malestar provincial. Las recientes decisiones del Gobierno Nacional, como el cierre de organismos como el INTA, el INTI y Vialidad, generaron nuevas fricciones. El mismo gobernador Jaldo expresó en entrevistas su asombro ante los despidos: «Muchos de estos trabajadores han dado prácticamente una vida en estas reparticiones. La mayoría son mayores de edad, y están llegando casi a la jubilación. Yo pregunto: si hoy quedan desocupados, ¿quién les va a dar trabajo?». La pregunta retumbó en el aire, sin respuesta.

Entre próceres y billeteras

En un intento de mediar y preservar el espíritu patrio, Jaldo insistió en que el 9 de julio «sea una verdadera fiesta patria” y pidió que “todo lo que haya que discutir se lo discuta en otro momento y en otro lugar”. Con contundencia, afirmó que «esta fecha no es absolutamente para nada de eso», refiriéndose a las discusiones por fondos o coparticipación. “Hoy el 8 y el 9 de julio no es para discutir recursos, para ver qué le corresponde a las provincias, no es para hablar de coparticipación, ni leyes que tengan que ver con recursos provinciales y nacionales”, señaló. Un mensaje claro, pero que difícilmente disipe las tensiones de fondo, que seguirán flotando en el ambiente.

Entre los ausentes más notorios se contaban el bonaerense Axel Kicillof y el porteño Jorge Macri, cuyas relaciones con el Poder Ejecutivo son notoriamente distantes. El santafesino Maximiliano Pullaro, en tanto, se encontraba en gira oficial por Estados Unidos, con una excusa de peso. La única figura de peso del Gobierno que confirmó su asistencia fue la vicepresidente Victoria Villarruel, quien sí arribará a la provincia para participar del 209 aniversario de la Declaración de la Independencia en el acto central.

La agenda tucumana, que había desplegado un gran operativo de seguridad y controles de tránsito para la llegada presidencial, debió adaptarse a la nueva realidad. A pesar de la ausencia de Milei, las celebraciones oficiales con shows folclóricos y la tradicional vigilia del 9 de julio, con artistas como Palito Ortega y el Chaqueño Palavecino, transcurrirán según lo previsto, aunque ensombrecidas por la tensión política y una niebla que, al fin y al cabo, solo sirvió para blanquear la distancia entre la Rosada y las provincias.

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