IA generativa: la advertencia de la UNESCO sobre su impacto

Redacción Cuyo News
7 min
Cortito y conciso:

La Unesco lanzó un informe que pone el grito en el cielo por el consumo energético y de agua que demanda la inteligencia artificial generativa. Advierten que el uso masivo de estas herramientas podría dejar al planeta seco y sin luz, y proponen desde achicar los «prompts» hasta desarrollar modelos más eficientes. ¿Será que la revolución de la IA nos va a salir más cara de lo que pensábamos?

El auge de la inteligencia artificial (IA) generativa desató una ola de promesas y posibilidades, pero detrás de la brillante fachada tecnológica se esconde una realidad que podría dejarnos con la boca seca y a oscuras. La Unesco, siempre atenta a los desequilibrios del mundo moderno, lanzó un informe que pone los pelos de punta: el consumo energético y de agua que exige la IA generativa está alcanzando niveles alarmantes. ¿Será que la fascinación por estas herramientas nos está nublando la vista ante un problema ambiental de proporciones épicas?

La agencia de la ONU no se anda con rodeos: el crecimiento exponencial en la potencia computacional necesaria para alimentar estos modelos «está ejerciendo una presión cada vez mayor sobre los sistemas energéticos globales, los recursos hídricos y los minerales críticos». Una advertencia que suena a profecía apocalíptica, pero que se basa en datos concretos.

## ¿La sed insaciable de la ia?

Los números que maneja la Unesco son para echarse a temblar. Mil millones de personas usan diariamente herramientas de IA generativa, y cada interacción consume energía. Una media de 0,34 vatios por hora, que se traduce en 310 gigavatios hora por año. Un despilfarro que equivale al consumo anual de electricidad de más de tres millones de personas en un país africano de bajos ingresos. Y la demanda de energía asociada a la IA se dobla cada 100 días, como si estuviéramos alimentando un monstruo hambriento.

Pero la cosa no termina ahí. El agua, ese bien tan preciado y cada vez más escaso, también está en la mira de la IA. Los centros de datos, verdaderas usinas de procesamiento, necesitan refrigeración constante, y el agua es la herramienta elegida para mantener los servidores a raya. Las proyecciones de la Unesco son inquietantes: el consumo de agua de los grandes desarrolladores de IA podría triplicarse para 2027. Una sed insaciable que podría dejar a varias comunidades sin el líquido vital.

«Estas demandas no suponen solo un problema medioambiental, sino también un reto de asignación de recursos», alerta la Unesco. La expansión de la infraestructura de la IA, intensiva energéticamente, compite directamente con las necesidades sociales críticas, especialmente en contextos de escasez. ¿Estamos dispuestos a sacrificar el acceso al agua y la energía de los más vulnerables en aras del progreso tecnológico?

## Modelos más eficientes o un uso más responsable

Ante este panorama desolador, la Unesco propone tres caminos para minimizar el impacto negativo de la IA en el planeta. El primero, la compresión de modelos, una técnica que permitiría ahorrar energía redondeando los números que componen las bases de datos de la IA. Leona Verdadero, experta en políticas digitales de la Unesco, explica que probaron a reducir el número de decimales usados en los cálculos y consiguieron ahorros energéticos de hasta el 44%, manteniendo una precisión del 97%. Un dato alentador, pero que no resuelve el problema de fondo.

El segundo camino propuesto es achicar los «prompts» y las respuestas de la IA. «Las respuestas cortas significaron hasta un 54% menos de energía. Combinando eso y prompts más sintéticos, conseguimos un ahorro del 75% en la energía consumida», subraya Verdadero. ¿Será que la clave para un futuro sostenible está en la concisión?

Finalmente, la Unesco aboga por el uso de modelos más pequeños, entrenados con menos parámetros, para realizar tareas sencillas. Ya hay estudios que demuestran que un modelo grande puede contaminar hasta 50 veces más que uno pequeño para realizar tareas con un nivel de precisión similar. Una lección de humildad para los gigantes tecnológicos que apuestan por la potencia bruta sin medir las consecuencias.

Cuando estas tres estrategias se usan de forma combinada, la reducción total de energía alcanza el 90%, según el informe de la Unesco. Un resultado prometedor, pero que exige un compromiso real de la industria y los usuarios.

## ¿Es tiempo de ser menos amables con las máquinas?

Pero la Unesco no solo apunta a la industria. También señala la importancia de un uso responsable de la IA por parte de los usuarios. «La Unesco está aumentando sus esfuerzos para promover la alfabetización en IA», indica Verdadero. La agencia elaboró guías dirigidas a estudiantes para que entiendan las implicaciones medioambientales de la IA, y planea publicar guías para ayudar a todos los usuarios a entender que sus interacciones con los sistemas de IA tienen consecuencias.

Eso incluye eliminar redundancias en las peticiones y suprimir la cortesía con las máquinas. «Saludar a ChatGPT o darle las gracias no genera mejores respuestas, sino que solo implica que se procesen más datos, y, por tanto, que se consuman más recursos, sin consecuencia alguna en el resultado final», advierte Verdadero. ¿Será que es hora de dejar de lado las buenas maneras y ser más pragmáticos con la IA?

La pregunta que queda flotando en el aire es si estamos a tiempo de revertir esta tendencia. ¿Seremos capaces de domar la sed insaciable de la IA antes de que nos deje sin agua y sin luz? El futuro del planeta, y quizás de la propia humanidad, depende de la respuesta.

Compartir

🔺 Tendencia

🔺 Tendencia