Un equipo de investigadores de Oxford y Southampton está utilizando inteligencia artificial para localizar barcos hundidos analizando el impacto ambiental que generan, especialmente la decoloración causada por la corrosión del hierro, conocida como «arrecife negro». Este método permite identificar naufragios incluso si están desintegrados, ofreciendo una nueva herramienta para la arqueología submarina y la protección de ecosistemas marinos.
El mar, ese cementerio de sueños y tragedias: ¿Podrá la inteligencia artificial develar sus secretos mejor guardados?
El relato del timonel Michel Maffiotte sobre el naufragio del Indomptable tras la Batalla de Trafalgar es un crudo recordatorio de las miles de embarcaciones que yacen en el fondo del mar. "Frente a la Torre de San Sebastián, tuvimos que recoger a la mayor parte de su tripulación, lo que elevó nuestro contingente a 1.400 hombres hacinados en un navío en mal estado…". Un testimonio escalofriante que, sin embargo, es una rareza en el mundo de la arqueología submarina, donde la mayoría de los pecios permanecen ocultos, sin mapas ni coordenadas.
Pero, ¿y si la tecnología pudiera echarnos una mano para desenterrar estos vestigios del pasado? Un equipo de investigadores de las universidades de Oxford y Southampton, en el Reino Unido, parece haber dado con la clave: utilizar la inteligencia artificial (IA) para rastrear los efectos ambientales de los naufragios, en lugar de buscar los restos directamente. Una jugada maestra, digna de un Kasparov contra Deep Blue en las profundidades oceánicas.
¿Arrecifes negros? La clave podría estar en la corrosión
Según la UNESCO, solo conocemos la ubicación del 10% de los más de tres millones de naufragios que se estima que hay en nuestros océanos y lagos. Más allá del valor histórico y arqueológico, estos pecios pueden tener un impacto significativo en el medio ambiente marino, desde convertirse en arrecifes artificiales hasta liberar contaminantes.
El estudio, liderado por Alexandra Karamitrou, profesora de Arqueología e Inteligencia Artificial en la Universidad de Southampton, se enfoca en un fenómeno particular: el "arrecife negro". Cuando un barco de hierro se hunde en un entorno sin este metal, como un arrecife de coral, la corrosión altera la química y la biología del lugar, favoreciendo el crecimiento de algas y bacterias invasoras que cambian el color del lecho marino a tonos marrones o negros. Esta decoloración, visible incluso desde imágenes satelitales, es la pista que la IA está aprendiendo a seguir.
Teledetección e inteligencia artificial: ¿la fórmula secreta para encontrar tesoros (y problemas)?
La metodología es ingeniosa: se combinan imágenes de alta resolución de Google Earth con técnicas de inteligencia artificial, específicamente una red neuronal, para identificar estas "manchas" en los arrecifes. Una parte de las imágenes se utiliza para "entrenar" a la IA, mientras que la otra sirve para evaluar su precisión.
Karamitrou explica que la búsqueda directa de pecios a través de teledetección puede ser complicada, especialmente en aguas poco profundas o cuando los restos están desintegrados o enterrados. Por eso, el enfoque indirecto, basado en la huella ambiental, resulta más prometedor.
Este método no solo permite encontrar nuevos naufragios, sino también monitorear el estado de los ya conocidos y evaluar su impacto ecológico. "Nuestros resultados muestran que, incluso con pocos datos… una red simple de ocho capas… ha identificado y clasificado todos los arrecifes investigados e identificado la presencia de naufragios", asegura la arqueóloga.
De sorpresas y preocupaciones: ¿Qué nos depara el futuro de la arqueología submarina?
El algoritmo no solo confirmó la presencia de arrecifes negros asociados a naufragios conocidos, sino que también descubrió uno nuevo en Kenn Reef, Australia, donde no se tenía registro de ninguna embarcación hundida. Una investigación in situ confirmó la presencia de grandes bloques de hierro en el lugar, lo que sugiere un naufragio desconocido o restos movidos por las corrientes.
Pero no todo son descubrimientos emocionantes. El estudio también reveló el deterioro acelerado de un naufragio en el arrecife de Kwajalein (Islas Marshall), cuyo casco, intacto en 2005, se había desintegrado y dispersado en 2022, generando una decoloración significativa del arrecife. Un llamado de atención sobre el potencial impacto ambiental de los miles de naufragios de la Primera y Segunda Guerra Mundial que yacen en el fondo del mar.
"Sabemos que hay millones de naufragios… en todo el mundo. Así que es una preocupación real", concluye Karamitrou. La inteligencia artificial, entonces, no solo nos ayuda a desenterrar el pasado, sino también a comprender mejor los desafíos que enfrentamos en el presente. ¿Será esta la herramienta que nos permita proteger nuestros océanos y desentrañar los misterios que aún se esconden en sus profundidades? El tiempo, y la IA, dirán.