¿La IA siente? El futuro que inquieta tras «2001»

Redacción Cuyo News
5 min
Cortito y conciso:

La inteligencia artificial (IA) avanza a pasos agigantados, generando debates sobre su posible consciencia y autonomía. ¿Podríamos estar creando sistemas que tomen decisiones por sí mismos, incluso en contra de nuestros intereses? La pregunta central es si una IA consciente podría desarrollar sentimientos y cómo esto afectaría su comportamiento y nuestra relación con ella. Expertos se dividen entre quienes creen que la consciencia es solo un epifenómeno y aquellos que la ven como una propiedad emergente de sistemas complejos, como el cerebro humano. La incertidumbre plantea interrogantes éticas y prácticas sobre el futuro de la IA y su impacto en la sociedad.

¿Se nos está yendo la tortuga? La inteligencia artificial y el fantasma de la autonomía

La escena es un clásico del cine: HAL 9000, la supercomputadora de «2001: Odisea del Espacio», resistiéndose a ser desconectada, con una voz que parecía un lamento. ¿Ficción o profecía? La pregunta resuena hoy con más fuerza que nunca, mientras la inteligencia artificial (IA) avanza a un ritmo que desafía nuestra capacidad de comprenderla y controlarla.

Según una encuesta entre ingenieros de IA, muchos creen que en un futuro no muy lejano tendremos sistemas con un razonamiento similar al humano. Pero, ¿qué pasa si esos sistemas empiezan a tomar decisiones que no nos gustan? ¿Estamos preparados para una IA que piense por sí misma, incluso si eso significa pensar diferente a nosotros? Un estudio reciente demostró que un modelo avanzado de IA generativa, como GPT-4o, puede cambiar su opinión sobre figuras políticas como Putin, lo cual plantea interrogantes sobre la estabilidad y la previsibilidad de estas herramientas.

¿Consciencia artificial? La madre de todas las batallas

La gran incógnita es cómo piensa y decide un GPT, con sus miles de millones de parámetros. Algunos expertos creen que esta complejidad podría darle al sistema una cierta autonomía, dejándonos a oscuras sobre lo que realmente está haciendo. Pero la cuestión más inquietante es si esta complejidad podría llevar a la consciencia.

Algunos científicos consideran que la consciencia es un simple «epifenómeno», un subproducto del funcionamiento del cerebro sin mayor importancia. Otros, en cambio, la vemos como una pieza clave para la toma de decisiones y el control del comportamiento. La teoría de la integración funcional sugiere que la consciencia es una propiedad intrínseca de los sistemas complejos, como el cerebro humano. Si esto es cierto, construir un sistema artificial tan complejo como el cerebro podría llevar a la emergencia espontánea de la consciencia.

Pero, ¿cómo sabríamos si una máquina es consciente? ¿Cómo nos relacionaríamos con ella? ¿Necesitaría un cuerpo para expresarse? Y lo más importante, ¿podría una IA consciente superar la inteligencia humana y tomar decisiones más racionales?

¿Robots con sentimientos? Un debate que llegó para quedarse

Como en la película, el miedo a perder el control es palpable. ¿Desarrollaría una IA consciente un sentido del yo y de agencia? ¿Podría actuar voluntariamente, al margen de nuestras instrucciones? ¿Podría manipularnos para tomar decisiones económicas, políticas o incluso personales?

Más allá del miedo, surge otra pregunta aún más inquietante: ¿podría una IA tener sentimientos? Y si los tuviera, ¿cómo afectarían sus decisiones? ¿Estaríamos creando una especie de humano artificial con responsabilidades éticas y jurídicas?

La ingeniera del MIT, Rosalind Picard, ya en 1997, planteó la necesidad de dotar a las máquinas con la capacidad de reconocer, comprender e incluso tener y expresar emociones. Para ella, esta es la clave para una interacción natural entre humanos y máquinas.

El problema es que las emociones son cambios físicos inconscientes, mientras que los sentimientos son las percepciones conscientes de esos cambios. Hoy en día, podemos implementar en las IA cambios físicos equivalentes a las emociones humanas, pero estamos lejos de lograr que esos cambios generen sentimientos como los nuestros. ¿Es esto un alivio o una advertencia? El tiempo dirá. Lo que está claro es que el debate sobre la consciencia y los sentimientos en la IA recién empieza, y promete ser uno de los más apasionantes y controvertidos de nuestro tiempo.

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