Los incendios forestales en España avanzan a un ritmo vertiginoso, con cerca de una veintena de focos activos, principalmente en Castilla y León, pero también en comunidades como Galicia, Madrid, Cádiz, Toledo y Cáceres. A esta altura de agosto, ya se han quemado unas 60.000 hectáreas, igualando la superficie total arrasada durante todo 2024.
Según especialistas, la causa inmediata es una ola de calor prolongada que lleva más de diez días y podría extenderse. El profesor José Manuel Moreno, catedrático emérito en Ecología, asegura que “no es el calor de antes, es algo nuevo, y es debido exclusivamente al cambio climático”.
Este fenómeno favorece lo que se denomina “sequía térmica”, una desecación rápida de la vegetación que convierte los campos en un polvorín. “La atmósfera chupa el agua de las plantas con una fuerza mayor que nunca”, explica el especialista en incendios Víctor Resco de Dios, de la Universidad de Lleida.
Más vegetación, más combustible
Paradójicamente, una primavera lluviosa contribuyó a este escenario, generando abundante vegetación que, al secarse, se convierte en material inflamable. “Es literalmente pasto para las llamas”, sentencia Resco.
Si a esto se le suma el viento y una orografía favorable, se configura la “receta perfecta para el desastre”.
El campo abandonado como aliado del fuego
Otro factor clave es el abandono progresivo del mundo rural, iniciado en los años 60. Lo que antes eran cortafuegos naturales —campos cultivados o pastos para ganado—, hoy es una continuidad vegetal ideal para la expansión del fuego.
Víctor Fernández-García, investigador en la Universidad de Lausana, lo resume así: “La despoblación y el abandono del monte han creado paisajes más propensos a grandes incendios”. Las zonas más afectadas —Ourense, Zamora y León— coinciden con las más despobladas del país.
Sin conspiraciones ni redes de pirómanos
Respecto a los múltiples focos simultáneos, Resco niega cualquier teoría conspirativa o red de pirómanos. “Las condiciones son tan extremas que las igniciones se dan de forma fortuita”. Si bien muchos incendios tienen origen humano —como quemas de rastrojos o clareos—, también hay un componente aleatorio significativo.
Más medios no significa más eficacia
Pese a las críticas por la falta de recursos, España es uno de los países con más medios para la extinción, incluso por encima de California en relación a su superficie forestal. Sin embargo, los fuegos de sexta generación, alimentados por el cambio climático, superan la capacidad de cualquier dispositivo de extinción.
“No tiene sentido seguir sumando medios. La solución está en la gestión del paisaje y del combustible”, asegura Resco. En la misma línea, Adrián Regos, del CSIC, aboga por reconocer el rol protector de las actividades agropastorales frente a incendios.
Los expertos son tajantes: los incendios seguirán y serán más intensos. Prepararse es clave. “No podemos ser un país donde la educación ignore la formación sobre desastres”, concluye
José Manuel Moreno, catedrático de Ecología.
España enfrenta una oleada de incendios forestales que ya ha consumido unas 60.000 hectáreas, igualando la cifra total del año anterior. La mayoría de los focos activos se concentran en Castilla y León, aunque también afectan regiones como Galicia, Madrid, Cádiz, Toledo y Cáceres. Las altas temperaturas sostenidas, combinadas con una vegetación abundante tras una primavera lluviosa y el abandono rural, han generado un escenario propicio para fuegos de gran magnitud. Especialistas advierten que los incendios simultáneos no responden a conspiraciones, sino a un cóctel climático que se repite cada vez con más frecuencia.
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Los incendios forestales en España avanzan a un ritmo vertiginoso, con cerca de una veintena de focos activos, principalmente en Castilla y León, pero también en comunidades como Galicia, Madrid, Cádiz, Toledo y Cáceres. A esta altura de agosto, ya se han quemado unas 60.000 hectáreas, igualando la superficie total arrasada durante todo 2024.
Según especialistas, la causa inmediata es una ola de calor prolongada que lleva más de diez días y podría extenderse. El profesor José Manuel Moreno, catedrático emérito en Ecología, asegura que “no es el calor de antes, es algo nuevo, y es debido exclusivamente al cambio climático”.
Este fenómeno favorece lo que se denomina “sequía térmica”, una desecación rápida de la vegetación que convierte los campos en un polvorín. “La atmósfera chupa el agua de las plantas con una fuerza mayor que nunca”, explica el especialista en incendios Víctor Resco de Dios, de la Universidad de Lleida.
Más vegetación, más combustible
Paradójicamente, una primavera lluviosa contribuyó a este escenario, generando abundante vegetación que, al secarse, se convierte en material inflamable. “Es literalmente pasto para las llamas”, sentencia Resco.
Si a esto se le suma el viento y una orografía favorable, se configura la “receta perfecta para el desastre”.
El campo abandonado como aliado del fuego
Otro factor clave es el abandono progresivo del mundo rural, iniciado en los años 60. Lo que antes eran cortafuegos naturales —campos cultivados o pastos para ganado—, hoy es una continuidad vegetal ideal para la expansión del fuego.
Víctor Fernández-García, investigador en la Universidad de Lausana, lo resume así: “La despoblación y el abandono del monte han creado paisajes más propensos a grandes incendios”. Las zonas más afectadas —Ourense, Zamora y León— coinciden con las más despobladas del país.
Sin conspiraciones ni redes de pirómanos
Respecto a los múltiples focos simultáneos, Resco niega cualquier teoría conspirativa o red de pirómanos. “Las condiciones son tan extremas que las igniciones se dan de forma fortuita”. Si bien muchos incendios tienen origen humano —como quemas de rastrojos o clareos—, también hay un componente aleatorio significativo.
Más medios no significa más eficacia
Pese a las críticas por la falta de recursos, España es uno de los países con más medios para la extinción, incluso por encima de California en relación a su superficie forestal. Sin embargo, los fuegos de sexta generación, alimentados por el cambio climático, superan la capacidad de cualquier dispositivo de extinción.
“No tiene sentido seguir sumando medios. La solución está en la gestión del paisaje y del combustible”, asegura Resco. En la misma línea, Adrián Regos, del CSIC, aboga por reconocer el rol protector de las actividades agropastorales frente a incendios.
Los expertos son tajantes: los incendios seguirán y serán más intensos. Prepararse es clave. “No podemos ser un país donde la educación ignore la formación sobre desastres”, concluye
José Manuel Moreno, catedrático de Ecología.