En el marco de la investigación por el triple crimen de Florencio Varela, surgió una nueva y alarmante hipótesis que podría cambiar el curso de la causa. Según reveló el abogado Guillermo Endi, una de las víctimas habría intentado robar un cargamento de más de 400 kilos de droga, lo que se perfila como el posible móvil del brutal asesinato de Brenda Loreley del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez.
Un plan que terminó en tragedia
Durante una entrevista con el canal TN, Endi —representante legal de dos acusados— explicó que esta información no provino de sus defendidos, sino de una mujer del barrio que conocía los movimientos de las jóvenes. “El robo de casi 400 kilos de droga”, lanzó el abogado, generando un fuerte impacto público.
La versión que comienza a circular señala que Lara, de solo 15 años, habría visto droga y dinero en una casa vinculada al narcotráfico. Junto a su entorno más cercano, ideó un plan para apoderarse del cargamento. El detalle más perturbador: alguien de confianza le habría sugerido “dormir” al dueño de la mercadería con somníferos para facilitar el robo.
Una ejecución narco como represalia
El abogado indicó que las chicas habrían ejecutado el plan sin medir la magnitud del botín: encontraron muy poco dinero, pero una enorme cantidad de droga. Esto habría provocado una inmediata represalia por parte de los verdaderos dueños del cargamento. La saña con la que fueron asesinadas refuerza esta hipótesis: las víctimas fueron torturadas antes de ser ejecutadas, en lo que parece haber sido un mensaje mafioso.
Endi aclaró que la droga no pertenecería al “Pequeño J”, señalado inicialmente como el jefe narco del barrio. Sin embargo, la Justicia investiga si el cargamento forma parte de una red mayor vinculada a carteles regionales. De confirmarse, el caso pasaría de ser un triple femicidio a un eslabón más de la lucha por el control del narcotráfico en el conurbano sur.
Un entorno que ya no sorprende
La revelación de que una adolescente de 15 años podría haber estado involucrada en la venta de drogas y en un plan criminal de esta envergadura vuelve a exponer la gravedad del entramado narco que domina los barrios más vulnerables. La connivencia, la desesperación y la naturalización de estas redes configuran un escenario donde la tragedia no es excepción, sino rutina.
Mientras tanto, los investigadores trabajan para establecer la propiedad del cargamento y determinar el grado de participación de los detenidos. La causa permanece bajo secreto de sumario, pero ya se perfila como una de las más complejas y resonantes del año.
La Justicia enfrenta ahora un desafío doble: esclarecer un crimen brutal y desarticular un negocio millonario que no conoce límites ni edades. En paralelo, los vecinos de Florencio Varela conviven con el miedo, y las familias de Brenda, Morena y Lara esperan una sola cosa: que la verdad, por cruda que sea, no se diluya en el silencio.
Una nueva hipótesis sobre el triple crimen de Florencio Varela sacude la causa: las jóvenes habrían intentado robar un cargamento de 400 kilos de droga, lo que podría haber motivado el brutal asesinato.
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
En el marco de la investigación por el triple crimen de Florencio Varela, surgió una nueva y alarmante hipótesis que podría cambiar el curso de la causa. Según reveló el abogado Guillermo Endi, una de las víctimas habría intentado robar un cargamento de más de 400 kilos de droga, lo que se perfila como el posible móvil del brutal asesinato de Brenda Loreley del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez.
Un plan que terminó en tragedia
Durante una entrevista con el canal TN, Endi —representante legal de dos acusados— explicó que esta información no provino de sus defendidos, sino de una mujer del barrio que conocía los movimientos de las jóvenes. “El robo de casi 400 kilos de droga”, lanzó el abogado, generando un fuerte impacto público.
La versión que comienza a circular señala que Lara, de solo 15 años, habría visto droga y dinero en una casa vinculada al narcotráfico. Junto a su entorno más cercano, ideó un plan para apoderarse del cargamento. El detalle más perturbador: alguien de confianza le habría sugerido “dormir” al dueño de la mercadería con somníferos para facilitar el robo.
Una ejecución narco como represalia
El abogado indicó que las chicas habrían ejecutado el plan sin medir la magnitud del botín: encontraron muy poco dinero, pero una enorme cantidad de droga. Esto habría provocado una inmediata represalia por parte de los verdaderos dueños del cargamento. La saña con la que fueron asesinadas refuerza esta hipótesis: las víctimas fueron torturadas antes de ser ejecutadas, en lo que parece haber sido un mensaje mafioso.
Endi aclaró que la droga no pertenecería al “Pequeño J”, señalado inicialmente como el jefe narco del barrio. Sin embargo, la Justicia investiga si el cargamento forma parte de una red mayor vinculada a carteles regionales. De confirmarse, el caso pasaría de ser un triple femicidio a un eslabón más de la lucha por el control del narcotráfico en el conurbano sur.
Un entorno que ya no sorprende
La revelación de que una adolescente de 15 años podría haber estado involucrada en la venta de drogas y en un plan criminal de esta envergadura vuelve a exponer la gravedad del entramado narco que domina los barrios más vulnerables. La connivencia, la desesperación y la naturalización de estas redes configuran un escenario donde la tragedia no es excepción, sino rutina.
Mientras tanto, los investigadores trabajan para establecer la propiedad del cargamento y determinar el grado de participación de los detenidos. La causa permanece bajo secreto de sumario, pero ya se perfila como una de las más complejas y resonantes del año.
La Justicia enfrenta ahora un desafío doble: esclarecer un crimen brutal y desarticular un negocio millonario que no conoce límites ni edades. En paralelo, los vecinos de Florencio Varela conviven con el miedo, y las familias de Brenda, Morena y Lara esperan una sola cosa: que la verdad, por cruda que sea, no se diluya en el silencio.