Microsoft da un paso inusual en Israel: ¿qué hay detrás?

Redacción Cuyo News
6 min
Cortito y conciso:

Microsoft suspende servicios en la nube a la unidad 8200 del ejército israelí tras revelaciones sobre el uso de Azure para vigilancia masiva en Palestina. La decisión, que aviva el debate sobre la militarización de Silicon Valley, genera reacciones encontradas: desde el temor a un boicot tecnológico a Israel hasta el reconocimiento como un mensaje claro sobre responsabilidades en derechos humanos. Google y Amazon, también bajo presión por sus contratos con el gobierno israelí, enfrentan protestas internas y despidos. ¿Un punto de inflexión en la relación entre tecnología y conflictos internacionales?

¿Se le soltó la mano a Microsoft? Suspende servicios a unidad militar israelí y desata polémico debate

La decisión de Microsoft de suspender sus servicios en la nube a la Unidad 8200 del ejército israelí no es algo que se vea todos los días. Luego de una investigación que puso el ojo en el uso de la plataforma Azure para el procesamiento masivo de datos de civiles palestinos, la empresa de Redmond dio un golpe de timón, aunque manteniendo otros contratos con el gobierno israelí. ¿Un gesto de conciencia o una movida estratégica?

La sombra de la vigilancia masiva y el proyecto nimbus

Claro, esto no es una isla. La movida de Microsoft reavivó un debate que viene dando vueltas hace rato: el rol de las grandes tecnológicas en conflictos bélicos. Google y Amazon, también metidos en el negocio a través del Proyecto Nimbus, que provee servicios en la nube al gobierno israelí, incluyendo al Ministerio de Defensa, vienen sintiendo la presión de sus empleados, con protestas y hasta despidos por el medio.

Un artículo picante en el portal Ynet, perteneciente a un diario israelí de peso, le puso pimienta al asunto con un título que no se anduvo con chiquitas: “El bloqueo de Microsoft a la Unidad 8200 del IDF despierta el miedo a un creciente boicot tecnológico a Israel”. La nota hacía referencia a consultas previas a expertos en ciberdefensa sobre la preparación del ejército israelí ante un posible corte de servicios por parte de las tecnológicas gringas en plena escalada en Gaza. Parece que la realidad les llegó antes de lo esperado.

¿Seguridad nacional en riesgo? La respuesta desde Israel

La politóloga Tehilla Shwartz Altshuler, en una columna para The Times of Israel, fue directa al hueso: el bloqueo de Microsoft, según ella, “amenaza la seguridad nacional de Israel”. Uno de sus mayores miedos es que los que tienen el control para apagar los sistemas en la nube del Proyecto Nimbus estén sentados en California. ¿Dependencia tecnológica o soberanía en juego?

Organizaciones como Amnistía Internacional celebraron la decisión como “un mensaje claro a todas las compañías, incluidas otras grandes tecnológicas”, mientras que el American Friends Service Committee lo calificó como “el primer ejemplo conocido de una compañía tecnológica que termina sus servicios al ejército israelí en mitad de un contrato a causa de preocupaciones por los derechos humanos”. Un precedente que, sin duda, hará ruido.

Israel, ¿cuna de startups o laboratorio de ciberseguridad?

Es sabido que Israel es un semillero de startups tecnológicas, muchas de las cuales terminan en manos de gigantes de Silicon Valley. La propia Unidad 8200, blanco de la polémica, ha sido la cuna de fundadores de empresas de ciberseguridad que luego hicieron su agosto en el sector civil. Palo Alto Networks o Wiz, adquirida por Alphabet por una cifra sideral, son apenas dos ejemplos.

¿Presión social o conciencia empresarial?

Erika Guevara, directora de investigación de Amnistía Internacional, lo pone en perspectiva: “La medida de Microsoft envía una señal importante a todas las empresas, sobre todo a las grandes tecnológicas, de que también tienen que hacer frente a esta complicidad con Israel”.

Pero, ¿qué fue lo que realmente inclinó la balanza? La investigación periodística que destapó el uso de Azure para vigilancia masiva, sumada a la presión interna de empleados y a un grupo de inversores que exigieron a Microsoft revisar sus procesos para evitar el mal uso de sus servicios, parecen haber sido factores clave.

“Esto demuestra que hay una presión social que empuja a que estas empresas hagan cambios fundamentales. Y esta presión pone en evidencia que hay responsabilidades y obligaciones internacionales en materia de derechos humanos”, remarcó Guevara. ¿Un cambio de paradigma en la industria tecnológica? El tiempo dirá.

Para Amnistía Internacional, la movida de Microsoft no solo responde a un tema de imagen pública, sino que también marca un camino en términos de rendición de cuentas para las empresas que contribuyen a “graves violaciones de los derechos humanos”. La cosa se pone seria.

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