Laurence Ion: construir un estado-red de longevidad con cripto e IA

Redacción Cuyo News
6 min

La imagen desafía cualquier convención: un hombre desprovisto de camisa, enfundado en una máscara y una capa dorada, no solo preside un “rave” con escasa concurrencia a las diez de la mañana en un segundo piso de oficinas de San Francisco, sino que ambiciona dirigir su propio país. Un edén, según su visión, de “experimentación médica” impulsado por criptomonedas e inteligencia artificial, diseñado para aquellos que buscan «hacer que la muerte sea opcional». La ubicación de esta utopía aún es un misterio.

El escenario actual es más mundano: en un extremo de un salón abierto, un DJ intenta animar a un puñado de personas que se mueven y saltan, en un espacio que apenas simula una pista de baile. A pocos metros, en una mesa, se sirve café que ofrece una inusual variedad de leches alternativas, un detalle quizás profético en esta singular congregación.

El enigmático hombre detrás de la máscara es Laurence Ion, un programador rumano. Su trayectoria lo catapultó desde la victoria en una competencia de Google Code-in en su adolescencia hasta convertirse en lo que describe como «financieramente libre» tras colaborar con diversas startups. Hace cuatro años, Ion fue cofundador de VitaDAO, una organización descentralizada dedicada a financiar investigaciones sobre longevidad, y que supo atraer capital de figuras como Balaji Srinivasan, exejecutivo de Coinbase, y de la división de capital de riesgo de la farmacéutica Pfizer. A sus 31 años, Ion se alinea con un selecto grupo de “autoproclamados constructores del futuro”, donde también resalta Vitalik Buterin, el multimillonario cocreador del protocolo Ethereum.

De Montenegro a la Torre Frontier: Geografías de la longevidad

Ion no es ajeno a estos experimentos urbanísticos de vanguardia. Participó activamente en la organización de Zuzalu, la «ciudad pop-up» de Buterin para “prolongadores de la vida” en un resort de Montenegro, y en Vitalia, otra iniciativa efímera en una isla de la costa hondureña. Su último capítulo, Viva City, encontró un peculiar hogar temporal en un edificio de oficinas de 16 pisos en Market Street, San Francisco. Este inmueble, con un pasado tan variopinto como sede de Burning Man, luego reconvertido en un WeWork y finalmente rebautizado como Frontier Tower, albergó durante seis semanas entre junio y agosto el programa Viva Frontier Tower. Allí, Ion y sus “ciudadanos” se dedicaron a forjar lazos en torno a la prolongación de la vida y a experimentar sin cesar con blockchain, criptomonedas e inteligencia artificial.

La búsqueda de la inmortalidad: entre dolencias personales y una millonaria recompensa

Aunque el ambiente en Viva City evoca más un campamento de verano que una ciudad-estado en ciernes, el proyecto tiene un profundo arraigo personal para Ion. Durante un discurso ante el centenar de asistentes en el «boot camp» inaugural, Ion confió: «Pasé mucho tiempo en hospitales». Reveló haber nacido con ‘osteocondromas múltiples’, una condición que provoca tumores óseos usualmente benignos, pero a menudo dolorosos. “Sé lo que es sentirse frágil, y no quiero seguir sintiéndome así con la edad”, sentenció, dejando entrever la íntima motivación detrás de su ambición.

Para Ion, la esperanza de que los gobiernos actuales alivien su sufrimiento es una perspectiva obsoleta. «Me di cuenta de que sería más rápido crear una ciudad que pasar por la FDA», afirmó con pragmatismo. En esa línea, Viva City ha puesto en juego una «recompensa» sustancial: dos millones de dólares a quien logre conectar al grupo con un político —en cualquier rincón del mundo— que les facilite la adquisición de terrenos y la aprobación de leyes para establecer una jurisdicción especial propia. En esta nueva entidad, prometen, los «largos procedimientos de aprobación» y las «típicas normas» sobre biotecnología y tratamientos médicos experimentales simplemente no tendrían cabida.

El «Estado-red»: La nueva frontera política de los magnates tecnológicos

Ion enfrenta un camino arduo, incluso con la tentadora recompensa y la controvertida lógica de que edificar una ciudad desde cero es más expedito que un ensayo clínico. La competencia es feroz. Influenciados por el manual de Balaji Srinivasan de 2022, «The Network State» —una guía literal para atraer comunidades online y establecer territorios físicos—, un número creciente de figuras adineradas del sector tecnológico está embarcado en la construcción de nuevos enclaves donde las reglas las imponen ellos mismos. Este fenómeno, en cierta medida, encapsula una tendencia para el 2025. Para algunos de los individuos más acaudalados y poderosos del planeta, la división política relevante ya no es derecha o izquierda, ni demócratas o republicanos, sino el Estado-nación versus el Estado-red (network state).

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