El engaño del Kit Digital: sueldos remotos impagos y webs a medida falsa

Redacción Cuyo News
8 min
Cortito y conciso:

Una ambiciosa subvención del gobierno español, el “Kit Digital”, destinada a modernizar pymes y autónomos, se convirtió en el escenario de una presunta estafa. La empresa Clinmedia, con sede en Tenerife, es acusada de crear webs falsas con plantillas genéricas y contenido generado por IA, incumpliendo promesas (como la entrega de iPhones) y dejando a autónomos sin los servicios prometidos. Simultáneamente, explotó a decenas de ingenieros venezolanos, pagándoles céntimos por cada web y, finalmente, dejándolos sin el pago acordado. Red.es, el organismo gestor, ha paralizado desembolsos y ya tiene casos en la Fiscalía europea.

El «Kit Digital» nació como una promesa rutilante: dos mil euros para que pymes y autónomos españoles dieran el salto al siglo XXI. Una inversión millonaria para digitalizar cientos de miles de negocios, una «plata dulce» para muchos, y una oportunidad de negocio que, para algunos, se convirtió en un entramado de sospechas. En el epicentro de esta historia se encuentra Clinmedia, una empresa con base en Tenerife, cuyas prácticas hoy son investigadas y cuestionadas por una legión de afectados. ¿Modernización o simple avivada a gran escala?

El sistema era simple en su concepción, pero perverso en su ejecución: crear páginas web a precios irrisorios, embolsar la diferencia de la ayuda oficial y, si es posible, hacer «desaparecer» los compromisos. Un ingeniero de sistemas venezolano, que prefiere mantenerse en el anonimato ante la tenue esperanza de cobrar, es una de las piezas clave en este rompecabezas. Desde junio, su tarea consistía en revisar la funcionalidad de estas webs para Clinmedia. ¿El pago? Unos modestos 347 euros mensuales por una media de 20 sitios diarios. «Son 61 céntimos por web y me llevaba unos 30 minutos cada web como mucho», relata. Una verdadera proeza de producción, o una burla, según desde dónde se mire. Pagos en dólares vía Binance, que se secaron por completo en septiembre.

El entramado detrás del “Kit Digital”: ¿Subvención o espejismo?

Los audios y mensajes de WhatsApp, testigos mudos de la operatoria, son lapidarios. Los responsables de Clinmedia admiten que solo podrán saldar sus deudas «cuando nos pague el Gobierno». Un argumento que suena a excusa barata, mientras se lavan las manos y dejan a decenas de personas en la estacada. Un encargado, evasivo, prefirió no responder a las preguntas de este periódico, alegando una carga de trabajo que «en unas semanas» le permitiría desentenderse.

La farsa no solo afectó a los eslabones más débiles de la cadena laboral. También golpeó directamente a los supuestos beneficiarios del kit. Sheila Quintana, fotógrafa, es un ejemplo elocuente. Con una web ya existente, su expectativa era simple: mejor posicionamiento en Google, un programa de facturación y, la frutilla del postre, un iPhone. Nada de eso ocurrió. «Como les di poderes de gestión del kit, firmaron el acuerdo por mí, me hicieron dos páginas idénticas con una plantilla con información falsa hecha con IA en 10 minutos, fotografías que no son mías, todo para demostrar que habían hecho el servicio», denuncia Quintana. La promesa del iPhone, un anzuelo seductor, jamás se materializó. Y es que la subvención, para sorpresa de nadie que lea la letra chica, solo cubre ordenadores de mesa y portátiles. «Todo era muy bonito hasta que descubrí que era mentira y ahora no les llegan los burofaxes porque la dirección es incorrecta», agrega, poniendo de manifiesto la chapucería del fraude. La respuesta de Red.es, el organismo público gestor del kit, para Quintana, ha sido decepcionante: desista si no está de acuerdo, pero el dinero del bono será reclamado. Una paradoja kafkiana.

Promesas rotas y webs clonadas: el calvario de los autónomos y trabajadores

Desde Red.es, la versión oficial es que han detectado «un puñado» de empresas aprovechándose de las condiciones del kit digital. Algunos casos, de una magnitud que excede las fronteras españolas, ya están en manos de la fiscalía europea por tratarse de fondos comunitarios. La medida temporal: dejar de pagar a las empresas auditadas. Prometen investigar «hasta las últimas consecuencias», pero para los afectados, el camino es largo y sinuoso.

El ingeniero venezolano calcula que eran unos 50 compatriotas en la nómina invisible de Clinmedia. Una comunidad gestionada a través de WhatsApp, con grupos para «equipo seo clinmedia», «grupo rrss» y «equipo técnico». Sin contrato formal, solo un acuerdo verbal, la oferta llegó por Computrabajo. Su labor era simple pero crucial para el engaño: verificar que la web funcionara y tuviera los logos del Gobierno. «Básicamente que la página visualmente estuviera organizada y que en los pies de página apareciera la publicación de las subvenciones del gobierno», detalla. Las capturas de pantalla, la coartada perfecta para justificar la subvención. «Tal vez en España ese dinero no pareciera nada, pero acá nos sirve para solventar muchos gastos», lamenta. Su desconocimiento del sistema español le impidió quejarse formalmente.

En un escalofriante audio de WhatsApp, un encargado de Clinmedia advierte a sus comerciales que no alerten a los clientes. Algunos, con un resquicio de ética, habían avisado que no se fiaran. «El tema de los pagos sigue igual, seguimos a la espera y la gente que se quede será recompensada», sentencia el encargado. Promesas de bonos de 50-70 dólares para los venezolanos, que nunca vieron la luz.

Trabajo remoto venezolano: la otra cara de la moneda del «progreso» digital

Desde hace años, Venezuela se ha erigido como un epicentro del trabajo digital remoto y de bajo costo. Desde la resolución de captchas hasta la «alimentación» de inteligencias artificiales, miles de venezolanos sobreviven con tareas que se pagan a céntimos. En este contexto, los 347 euros que prometía Clinmedia representaban un sueldo «razonable».

Pero la lista de damnificados no termina ahí. Joan Cantanejo, otro beneficiario aleatorio del Kit Digital vía Clinmedia, tampoco parece encantado: «Tengo web, pero lo que han hecho podría haberlo hecho yo». Su objetivo era el «dispositivo, un iPhone 16», que era la verdadera ayuda en su visión. «Un montón de papeles y de información al final para nada», concluye con resignación. José Manuel Bedmar, que entró «un poco sin contar mucho con ello», espera aún su turno, no sin sospechas. Ya tiene una web «muy parecida» a la de Cantanejo, pero el iPhone, obviamente, sigue siendo una quimera. Un espejo roto del «progreso» digital.

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