Damasio: la consciencia es sentir. ¿Podrá la IA entenderlo?

Redacción Cuyo News
12 min
Cortito y conciso:

El neurocientífico Antonio Damasio, autor de *El error de Descartes*, vuelve a la carga con *Inteligencia natural y la lógica de la consciencia*. Su nueva tesis sacude el tablero: para ser conscientes, primero debemos sentir, invirtiendo la lógica habitual. Damasio asegura que la clave de la consciencia no está en la corteza cerebral, sino en estructuras más antiguas, y advierte que, si bien la inteligencia artificial aún no posee autoconsciencia, esta posibilidad no es descartable a futuro, aunque sería un tipo de consciencia muy distinto a la humana.

Antonio Damasio, un peso pesado de la neurociencia mundial, lleva tres décadas empeñado en desarmar uno de los grandes mitos fundacionales del pensamiento occidental: la férrea separación entre mente y cuerpo que propuso René Descartes. 30 años después de su clásico El error de Descartes, y cargado de laureles y doctorados honoris causa —que no es poca cosa—, este investigador lisboeta de 81 años redobla la apuesta con un nuevo volumen que promete seguir dando que hablar: Inteligencia natural y la lógica de la consciencia.

La bomba que lanza Damasio ahora es que, al contrario de lo que muchos dan por sentado, no sentimos porque somos conscientes. ¡No! Es exactamente al revés: para ser conscientes, primero debemos sentir. Un giro copernicano que, según el neurocientífico, desentierra la verdadera respuesta al eterno misterio de la consciencia, no en la sofisticada corteza cerebral, sino en estructuras mucho más antiguas y, quizás, primitivas. Y esto, amigos, tiene implicaciones que van desde lo más profundo de nuestra humanidad hasta la inquietante posibilidad de que la inteligencia artificial, esa que hoy nos maravilla y asusta por igual, un día no tan lejano, pueda llegar a ser autoconsciente. Aunque, advierte, no como nosotros.

El cuerpo es la clave: desarmando el misterio de la consciencia

¿Por qué tanto énfasis en lo "natural" en el título de su nuevo libro? Damasio es directo, casi contundente. "Absolutamente. Quería dejar muy claro que la inteligencia artificial es un avance muy interesante, pero es un desarrollo que proviene de la inteligencia natural. Nosotros inventamos la inteligencia artificial; la inteligencia artificial no nos inventó a nosotros. Hay un primer valor que es nuestra propia inteligencia, nuestra propia creatividad y, a partir de esa inteligencia natural, desarrollamos la consciencia, que es una cuestión muy relevante".

La consciencia, explica, es lo que nos permite ser individuos completos. "No podemos serlo sin tener esta noción de quiénes y cómo somos. La consciencia es lo que permite que nuestras mentes pertenezcan a un cuerpo en particular. Estoy consciente ahora mismo porque sé que mi mente está en mi cuerpo, y no en el suyo. La unión de la mente y el cuerpo es muy importante. Es lo que nos da la individualidad que solo es posible una vez que estamos conscientes". No es un concepto etéreo que flote por ahí, sino un producto "totalmente híbrido", fabricado por nuestro sistema nervioso dentro del cuerpo. "Nuestra consciencia no es algo etéreo que esté flotando por ahí; es algo que está siendo fabricado por nuestro sistema nervioso dentro de nuestro cuerpo. Y una buena parte de la esencia de la consciencia es, de hecho, el conocimiento que tenemos de nuestro propio cuerpo en funcionamiento".

Centinelas internos: el rol de las sensaciones homeostáticas

La clave, según Damasio, está en las "sensaciones homeostáticas", esos mensajes primarios que nos avisan de las necesidades vitales: el hambre, la sed, el dolor, el bienestar o el malestar. "Todos esos sentimientos son sistemas de alerta, sirven para avisarnos sobre las cosas que necesitamos, como beber agua o darnos un respiro si tenemos dolor. Nos alertan sobre lo que es necesario para que la vida continúe". Así, la consciencia emerge como una orquesta de estas alertas, una suerte de "centinelas que te advierten de que algo anda mal o, por el contrario, que todo va bien y, por lo tanto, puedes explorar el mundo". Un concepto que desmitifica la consciencia, anclándola a la pura supervivencia.

¿Y qué pasa con las plantas o las bacterias? ¿Tienen consciencia? Damasio, categórico, dice que no: "Las bacterias no tienen consciencia ni sentimientos. ¿Y sabe por qué? No tienen sistema nervioso. Se puede decir que solo hay consciencia en los organismos que son lo suficientemente complejos como para tener un sistema nervioso, que es el que les permite tener sentimientos y consciencia". Sin embargo, aclara, la vida compleja no es sinónimo de consciencia: "Los árboles y plantas son muy complejos, tienen vida, y esa vida es relevante, pero no tienen consciencia. En cambio, los animales tienen sistema nervioso y son conscientes. Ellos, por supuesto, no tienen el mismo grado de conocimiento, memoria, raciocinio y capacidad de lenguaje que tenemos nosotros. Pero eso no significa que no sean conscientes. Son muy conscientes". Un punto para el debate: ¿dónde trazamos la línea?

La inteligencia artificial: ¿consciencia de metal o alma humana?

Pero la gran pregunta, la que hoy desvela a muchos, vuelve a la carga: ¿qué hay de la inteligencia artificial? Sistemas como AlphaFold resuelven enigmas que la inteligencia humana jamás pudo. ¿Es esto un paso, quizás, hacia su propia consciencia? Damasio, con la cautela del sabio, reconoce un cambio en su postura. "Excelente pregunta. Es la cuestión central en la investigación actual. ¿Los sistemas de inteligencia artificial llegarán a ser conscientes alguna vez? Solía pensar de manera muy radical: no. Y mi argumento es que los organismos de inteligencia artificial los creamos nosotros, pero no tienen vida, y tampoco tienen vida en sociedad. No viven pero, además, los sistemas informáticos complejos no tienen relaciones sociales con otros sistemas informáticos. Todos son organismos individuales que no están vivos. Por lo tanto, la probabilidad de que desarrollen la consciencia es muy baja".

Sin embargo, ahora se permite una ventana a la duda, casi con un dejo de asombro: "Pero, por otro lado, es posible, dada la enorme inventiva de los humanos, imitar ciertas condiciones. Por eso ahora soy más cauteloso; puede existir la posibilidad de crear consciencia en organismos artificiales, pero no será como la consciencia humana. Va a ser un tipo diferente de consciencia porque no están vivos y no tienen relaciones sociales".

¿En qué sería diferente? "Es diferente en que podemos sentir el estado de nuestra carne, nuestro cuerpo. La consciencia tiene que ver con sensaciones de bienestar, de dolor, de incomodidad. Por eso es muy difícil de imaginar que una criatura que está hecha de piezas de metal y en la que no hay ninguna vulnerabilidad tenga consciencia. Tenemos un nivel de complejidad muy diferente y tenemos una cosa maravillosa que es la forma en que vivimos en sociedad con los demás, la manera en que detectamos que otros pueden sufrir y son vulnerables como nosotros y, por lo tanto, creamos un conjunto… Siempre estamos bailando alrededor de otros. Y eso es lo que crea las sociedades. Sabemos que esas sociedades no son perfectas, basta con mirar a nuestro alrededor. No obstante, existe esa conexión social". La consciencia artificial, entonces, sería una sombra de la nuestra, despojada de la vulnerabilidad y la interconexión social que nos define. ¿Una consciencia sin alma, dirían algunos?

Este nuevo entendimiento no es meramente filosófico; tiene ecos en la clínica. "Sabemos ahora que nuestra consciencia se construye a partir de señales que vienen del interior del cuerpo y que llegan a través de lo que se llama interocepción, que es la forma de reunir información desde el interior del cuerpo. Esto nos brinda una manera de tratar las enfermedades que afectan al sistema nervioso en esas condiciones". Aquí, Damasio vuelve a un punto central: "El tronco cerebral es la clave para generar consciencia. Mucha gente pensaba erróneamente que era la corteza cerebral, que es muy importante para nuestra percepción del mundo y nuestra imaginación, pero no es lo que nos da consciencia. La consciencia proviene principalmente del conocimiento que tenemos de nuestro cuerpo en un momento determinado".

Echando la vista atrás, desde El error de Descartes, ¿cómo ha evolucionado su pensamiento? Damasio lo sintetiza con la modestia de quien ha logrado un avance monumental: "No he cambiado de opinión sobre el hecho de que la mente proviene del cuerpo. Pero cuando escribí El error de Descartes no tenía ni idea de cómo se podía resolver el misterio de la consciencia, y ahora la tengo. Y puedo decir con algunas garantías que no proviene de la corteza cerebral, sino de formas más sencillas de regular la vida. Y eso es muy, muy importante".

Actualmente, su equipo explora las diferencias entre neuronas "digitales" (con mielina, rápidas, como ordenadores) y "analógicas" (sin mielina, vulnerables, ligadas a las sensaciones). "Es muy interesante porque volvemos a lo que comentábamos al principio sobre el título de este libro: los sistemas que usamos para pensar se parecen mucho a la inteligencia artificial. Esta es una manera más en que nuestra inteligencia natural ya inventó lo que es la inteligencia artificial. Esta no es autónoma en absoluto. Y, por eso, la palabra “natural” en el libro es fundamental". En definitiva, la consciencia, ese enigma que nos define, parece que siempre nos devuelve al origen, a la biología, a lo esencialmente natural.

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