El universo de la inteligencia artificial, una vez más, nos demuestra que la creatividad y la originalidad no siempre van de la mano con la innovación tecnológica. OpenAI, la compañía detrás de fenómenos como ChatGPT y Sora, su flamante aplicación de videos con IA, se ve envuelta en una contienda legal que subraya la ironía de su propia operación: un conflicto por la nomenclatura de sus productos. En septiembre pasado, la firma lanzó una funcionalidad en Sora que permitía a los usuarios generar una «imagen digital de sí mismos» para producir videos deepfake personalizados, una herramienta que denominó «cameo». Este movimiento, sin embargo, chocó de frente con una marca ya establecida.
La disputa por un nombre que ya sonaba
La función «cameo» de Sora, que catapultó rápidamente a la aplicación de OpenAI a los primeros puestos de descargas en iOS, generó de inmediato un pleito de marcas con «Cameo», la reconocida plataforma donde los fans abonan por videos personalizados de figuras públicas. La fricción escaló a tal punto que, por orden judicial, OpenAI se vio obligada a retirar temporalmente la controvertida denominación de su aplicación, refiriéndose ahora a la función simplemente como «personajes». Un portavoz de la empresa, consultado sobre la situación, argumentó: «No estamos de acuerdo con la afirmación de la demanda de que cualquiera puede reclamar la propiedad exclusiva sobre la palabra ‘cameo’, y esperamos seguir exponiendo nuestro caso ante el tribunal».
Steven Galanis, CEO de la app Cameo, no escatimó en calificativos al referirse al accionar de OpenAI. En diálogo con WIRED, poco después de que la jueza de distrito estadounidense Eumi K. Lee emitiera una orden de restricción temporal que prohibía a OpenAI utilizar «cameo» o variaciones, Galanis fue categórico: las conversaciones entre ambas empresas fueron «inexistentes». «Sabían claramente que Cameo existía. Sabían que teníamos marcas registradas sobre él. De todos modos eligieron el nombre», sentenció. Para Galanis, esta demanda no es menor; la considera una «batalla existencial» por la propia palabra «cameo» y la identidad que su aplicación ha forjado durante ocho años. Afirmó incluso que la denominación de OpenAI ya estaba «perjudicando la visibilidad de Cameo en los resultados de búsqueda de Google», redefiniendo la percepción del término hacia lo que describió como «bazofia de IA».
Un patrón de «originalidad» prestada
La controversia con el término «cameo» no representa un hecho aislado en el historial reciente de OpenAI. La empresa ya había recibido previamente la orden de no designar «io» a un próximo dispositivo de hardware, debido a una demanda de la firma «iyO», que ya estaba en el mercado con un producto similar impulsado por IA. Este patrón de colisión con marcas existentes plantea interrogantes sobre los procesos de nomenclatura en una compañía que se precia de estar a la vanguardia de la generación de contenido.
Según los registros de actualización del sitio web de OpenAI, la marca «cameo» fue finalmente retirada de la función de Sora más de una semana después de la orden judicial. Un portavoz había confirmado a WIRED que la empresa estaba «tomando medidas para cumplir» las directivas de la jueza, pero había señalado que el proceso de adaptación, incluyendo la elección y aplicación de un nuevo nombre, podría extenderse «hasta tres semanas».
La situación pone en relieve una característica intrínseca de la IA generativa: su naturaleza imitadora. Estas herramientas, en su esencia, son máquinas que producen respuestas basadas en la identificación de patrones en vastos conjuntos de datos. Es, quizás, esta misma lógica subyacente la que se refleja en los esquemas de nomenclatura de OpenAI. Mientras que para generar imágenes o texto la imitación es un valor, para los nombres propios, la originalidad se presenta como un desafío poco explorado y, al parecer, menos valorado por la startup. Evitar futuras demandas, paradójicamente, podría pasar por que la empresa se dedique a «generar» nombres novedosos, en lugar de replicar los existentes.
OpenAI, el gigante de la inteligencia artificial, se encuentra en el centro de una disputa legal por el uso del término 'cameo' en una función de su aplicación de videos Sora, que permitía a los usuarios generar deepfakes de sí mismos. La controversia surge con Cameo, una plataforma ya establecida para videos personalizados de celebridades, lo que ha llevado a OpenAI a renombrar temporalmente la función como 'personajes'. Este incidente no es aislado, ya que la compañía enfrenta una situación similar con su próximo dispositivo de hardware, al que se le prohibió nombrar 'io' por una demanda de la firma 'iyO'.
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El universo de la inteligencia artificial, una vez más, nos demuestra que la creatividad y la originalidad no siempre van de la mano con la innovación tecnológica. OpenAI, la compañía detrás de fenómenos como ChatGPT y Sora, su flamante aplicación de videos con IA, se ve envuelta en una contienda legal que subraya la ironía de su propia operación: un conflicto por la nomenclatura de sus productos. En septiembre pasado, la firma lanzó una funcionalidad en Sora que permitía a los usuarios generar una «imagen digital de sí mismos» para producir videos deepfake personalizados, una herramienta que denominó «cameo». Este movimiento, sin embargo, chocó de frente con una marca ya establecida.
La disputa por un nombre que ya sonaba
La función «cameo» de Sora, que catapultó rápidamente a la aplicación de OpenAI a los primeros puestos de descargas en iOS, generó de inmediato un pleito de marcas con «Cameo», la reconocida plataforma donde los fans abonan por videos personalizados de figuras públicas. La fricción escaló a tal punto que, por orden judicial, OpenAI se vio obligada a retirar temporalmente la controvertida denominación de su aplicación, refiriéndose ahora a la función simplemente como «personajes». Un portavoz de la empresa, consultado sobre la situación, argumentó: «No estamos de acuerdo con la afirmación de la demanda de que cualquiera puede reclamar la propiedad exclusiva sobre la palabra ‘cameo’, y esperamos seguir exponiendo nuestro caso ante el tribunal».
Steven Galanis, CEO de la app Cameo, no escatimó en calificativos al referirse al accionar de OpenAI. En diálogo con WIRED, poco después de que la jueza de distrito estadounidense Eumi K. Lee emitiera una orden de restricción temporal que prohibía a OpenAI utilizar «cameo» o variaciones, Galanis fue categórico: las conversaciones entre ambas empresas fueron «inexistentes». «Sabían claramente que Cameo existía. Sabían que teníamos marcas registradas sobre él. De todos modos eligieron el nombre», sentenció. Para Galanis, esta demanda no es menor; la considera una «batalla existencial» por la propia palabra «cameo» y la identidad que su aplicación ha forjado durante ocho años. Afirmó incluso que la denominación de OpenAI ya estaba «perjudicando la visibilidad de Cameo en los resultados de búsqueda de Google», redefiniendo la percepción del término hacia lo que describió como «bazofia de IA».
Un patrón de «originalidad» prestada
La controversia con el término «cameo» no representa un hecho aislado en el historial reciente de OpenAI. La empresa ya había recibido previamente la orden de no designar «io» a un próximo dispositivo de hardware, debido a una demanda de la firma «iyO», que ya estaba en el mercado con un producto similar impulsado por IA. Este patrón de colisión con marcas existentes plantea interrogantes sobre los procesos de nomenclatura en una compañía que se precia de estar a la vanguardia de la generación de contenido.
Según los registros de actualización del sitio web de OpenAI, la marca «cameo» fue finalmente retirada de la función de Sora más de una semana después de la orden judicial. Un portavoz había confirmado a WIRED que la empresa estaba «tomando medidas para cumplir» las directivas de la jueza, pero había señalado que el proceso de adaptación, incluyendo la elección y aplicación de un nuevo nombre, podría extenderse «hasta tres semanas».
La situación pone en relieve una característica intrínseca de la IA generativa: su naturaleza imitadora. Estas herramientas, en su esencia, son máquinas que producen respuestas basadas en la identificación de patrones en vastos conjuntos de datos. Es, quizás, esta misma lógica subyacente la que se refleja en los esquemas de nomenclatura de OpenAI. Mientras que para generar imágenes o texto la imitación es un valor, para los nombres propios, la originalidad se presenta como un desafío poco explorado y, al parecer, menos valorado por la startup. Evitar futuras demandas, paradójicamente, podría pasar por que la empresa se dedique a «generar» nombres novedosos, en lugar de replicar los existentes.