En un intento por acelerar la captación de divisas tras la aprobación legislativa del último viernes, el ministro de Economía, Luis Caputo, instruyó la puesta en marcha operativa del sistema de depósitos vinculados a la Ley de Inocencia Fiscal. La medida, comunicada de urgencia durante la jornada del domingo a través de circulares internas, busca que los contribuyentes comiencen a formalizar sus ahorros en dólares desde este lunes, priorizando la red de la banca pública nacional.
Sin embargo, el inicio de la operatoria se vio empañado por un vacío administrativo crítico: la ley, aprobada recientemente por el Senado, no ha sido promulgada ni su reglamentación publicada en el Boletín Oficial. Esta falta de sustento legal generó un clima de incertidumbre en las sucursales bancarias que iniciaron su atención al público a las 8 de la mañana, evidenciando una desconexión entre la urgencia del Palacio de Hacienda y los tiempos burocráticos del Estado.
Tensión entre el Gobierno y las entidades privadas
La implementación de la Inocencia Fiscal ha profundizado el conflicto entre el Poder Ejecutivo y las instituciones financieras privadas. El ministro Caputo ha cuestionado públicamente a los bancos por la rigurosidad en los pedidos de documentación para acreditar el origen de los fondos, calificando estas exigencias como obstáculos para la reactivación económica. Desde el sector bancario, la respuesta fue tajante: “Los bancos cumplen normas, no tweets”, señalaron fuentes del sector, subrayando que las entidades deben responder ante los reguladores estatales, el Banco Central (BCRA) y la Unidad de Información Financiera (UIF).
Desde la Asociación de Bancos de Argentina (ABA) optaron por el silencio, mientras que Javier Bolzico, presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), intentó mediar con una visión más institucional. Bolzico afirmó que la ley es una herramienta que promueve la formalización del ahorro y que “es positivo para la intermediación financiera y el crecimiento del crédito”, remarcando que cualquier medida que favorezca la formalización es bienvenida.
El contexto económico y la urgencia de divisas
La premura de Caputo responde a la necesidad de revertir la tendencia recesiva de los últimos meses. Al presentar el proyecto en mayo de 2025, el funcionario aseguró que esta normativa era la condición necesaria para sostener un crecimiento del 6%. No obstante, el «apretón monetario» implementado antes de los comicios y la suba de tasas de interés derivaron en una caída de la actividad económica del 0,3% en octubre.
A pesar de la voluntad política de eliminar las trabas burocráticas para los depositantes, las entidades privadas sostienen que los bancos no pueden ignorar las normativas vigentes sobre prevención de lavado de activos sin un marco legal sólido que los proteja. “Los bancos no ‘rompen las p…’, cumplen normativas de sus reguladores del Estado. Tan simple como eso”, sentenció un alto directivo de la banca privada, dejando en claro que la operatividad plena del sistema dependerá de la letra chica que aún no ha visto la luz en el Boletín Oficial.
<p>El Ministerio de Economía impulsó la apertura de depósitos en dólares bajo el marco del proyecto de Inocencia Fiscal, a pesar de que la ley aún no fue promulgada ni reglamentada en el Boletín Oficial. Mientras el Banco Nación recibió directivas para operar desde este lunes, las entidades privadas mantienen una fuerte tensión con el Gobierno debido a las normativas vigentes sobre el origen de fondos.</p>
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Bienvenidos a una nueva edición de «Gestión por Twitter», el exitoso reality show donde las leyes se reglamentan en 280 caracteres y la seguridad jurídica es una sugerencia opcional. El ministro Luis Caputo, en un arranque de ansiedad financiera digno de quien espera el delivery con el estómago vacío, decidió que este lunes era el día ideal para que todos saquemos los dólares del colchón, de la maceta o del doble fondo del placard. El pequeño detalle, ese tecnicismo insignificante que solo a los abogados aburridos les importa, es que la Ley de Inocencia Fiscal todavía no existe oficialmente en el Boletín Oficial. Pero claro, ¿quién necesita un decreto reglamentario cuando tenés un posteo con muchos «likes» y una circular enviada a las apuradas el domingo a la noche?
La escena en los bancos públicos a las ocho de la mañana fue poesía pura: gerentes de sucursal tratando de explicar que «el jefe dijo que se puede», mientras los sistemas informáticos —que suelen tener más ética que los funcionarios— se negaban a procesar billetes que no tienen una ley que los respalde. Mientras tanto, en la vereda de enfrente, los bancos privados están en pie de guerra. Resulta que estas instituciones tienen la extraña manía de querer cumplir con las normativas contra el lavado de activos, una actividad que el Gobierno parece considerar un simple «trámite molesto» que ralentiza la economía. «Los bancos cumplen normas, no tweets», dispararon desde las entidades, dejando claro que entre un hilo de X y la posibilidad de terminar rindiendo cuentas ante un juez internacional, prefieren lo segundo.
El nivel de desesperación por captar divisas es tan alto que ya no se oculta. El famoso crecimiento del 6% que nos prometieron ahora depende exclusivamente de que la tía soltera decida que el sistema financiero argentino es más seguro que su propia casa. Es una apuesta audaz: pedirle a una población que sufrió todos los experimentos monetarios conocidos por el hombre que confíe en una normativa que todavía no está escrita. Pero así estamos, en un país donde la política económica se maneja con el timing de un influencer de criptomonedas y donde la respuesta a los controles de origen de fondos es que los bancos no deberían «romper las p…». Un despliegue de diplomacia financiera que seguramente será estudiado en Harvard, o al menos en algún curso de manejo de crisis de nervios.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
En un intento por acelerar la captación de divisas tras la aprobación legislativa del último viernes, el ministro de Economía, Luis Caputo, instruyó la puesta en marcha operativa del sistema de depósitos vinculados a la Ley de Inocencia Fiscal. La medida, comunicada de urgencia durante la jornada del domingo a través de circulares internas, busca que los contribuyentes comiencen a formalizar sus ahorros en dólares desde este lunes, priorizando la red de la banca pública nacional.
Sin embargo, el inicio de la operatoria se vio empañado por un vacío administrativo crítico: la ley, aprobada recientemente por el Senado, no ha sido promulgada ni su reglamentación publicada en el Boletín Oficial. Esta falta de sustento legal generó un clima de incertidumbre en las sucursales bancarias que iniciaron su atención al público a las 8 de la mañana, evidenciando una desconexión entre la urgencia del Palacio de Hacienda y los tiempos burocráticos del Estado.
Tensión entre el Gobierno y las entidades privadas
La implementación de la Inocencia Fiscal ha profundizado el conflicto entre el Poder Ejecutivo y las instituciones financieras privadas. El ministro Caputo ha cuestionado públicamente a los bancos por la rigurosidad en los pedidos de documentación para acreditar el origen de los fondos, calificando estas exigencias como obstáculos para la reactivación económica. Desde el sector bancario, la respuesta fue tajante: “Los bancos cumplen normas, no tweets”, señalaron fuentes del sector, subrayando que las entidades deben responder ante los reguladores estatales, el Banco Central (BCRA) y la Unidad de Información Financiera (UIF).
Desde la Asociación de Bancos de Argentina (ABA) optaron por el silencio, mientras que Javier Bolzico, presidente de la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA), intentó mediar con una visión más institucional. Bolzico afirmó que la ley es una herramienta que promueve la formalización del ahorro y que “es positivo para la intermediación financiera y el crecimiento del crédito”, remarcando que cualquier medida que favorezca la formalización es bienvenida.
El contexto económico y la urgencia de divisas
La premura de Caputo responde a la necesidad de revertir la tendencia recesiva de los últimos meses. Al presentar el proyecto en mayo de 2025, el funcionario aseguró que esta normativa era la condición necesaria para sostener un crecimiento del 6%. No obstante, el «apretón monetario» implementado antes de los comicios y la suba de tasas de interés derivaron en una caída de la actividad económica del 0,3% en octubre.
A pesar de la voluntad política de eliminar las trabas burocráticas para los depositantes, las entidades privadas sostienen que los bancos no pueden ignorar las normativas vigentes sobre prevención de lavado de activos sin un marco legal sólido que los proteja. “Los bancos no ‘rompen las p…’, cumplen normativas de sus reguladores del Estado. Tan simple como eso”, sentenció un alto directivo de la banca privada, dejando en claro que la operatividad plena del sistema dependerá de la letra chica que aún no ha visto la luz en el Boletín Oficial.
Bienvenidos a una nueva edición de «Gestión por Twitter», el exitoso reality show donde las leyes se reglamentan en 280 caracteres y la seguridad jurídica es una sugerencia opcional. El ministro Luis Caputo, en un arranque de ansiedad financiera digno de quien espera el delivery con el estómago vacío, decidió que este lunes era el día ideal para que todos saquemos los dólares del colchón, de la maceta o del doble fondo del placard. El pequeño detalle, ese tecnicismo insignificante que solo a los abogados aburridos les importa, es que la Ley de Inocencia Fiscal todavía no existe oficialmente en el Boletín Oficial. Pero claro, ¿quién necesita un decreto reglamentario cuando tenés un posteo con muchos «likes» y una circular enviada a las apuradas el domingo a la noche?
La escena en los bancos públicos a las ocho de la mañana fue poesía pura: gerentes de sucursal tratando de explicar que «el jefe dijo que se puede», mientras los sistemas informáticos —que suelen tener más ética que los funcionarios— se negaban a procesar billetes que no tienen una ley que los respalde. Mientras tanto, en la vereda de enfrente, los bancos privados están en pie de guerra. Resulta que estas instituciones tienen la extraña manía de querer cumplir con las normativas contra el lavado de activos, una actividad que el Gobierno parece considerar un simple «trámite molesto» que ralentiza la economía. «Los bancos cumplen normas, no tweets», dispararon desde las entidades, dejando claro que entre un hilo de X y la posibilidad de terminar rindiendo cuentas ante un juez internacional, prefieren lo segundo.
El nivel de desesperación por captar divisas es tan alto que ya no se oculta. El famoso crecimiento del 6% que nos prometieron ahora depende exclusivamente de que la tía soltera decida que el sistema financiero argentino es más seguro que su propia casa. Es una apuesta audaz: pedirle a una población que sufrió todos los experimentos monetarios conocidos por el hombre que confíe en una normativa que todavía no está escrita. Pero así estamos, en un país donde la política económica se maneja con el timing de un influencer de criptomonedas y donde la respuesta a los controles de origen de fondos es que los bancos no deberían «romper las p…». Un despliegue de diplomacia financiera que seguramente será estudiado en Harvard, o al menos en algún curso de manejo de crisis de nervios.