
El ingeniero inglés Ignacio Rickard revolucionó la minería en San Juan a mediados del siglo XIX con su obra «Viaje a través de los Andes», donde relata su exploración de los yacimientos de plata. Contratado por Sarmiento, destacó la pericia de los mineros locales y reflexionó sobre la importancia de la inmigración en el desarrollo del sector.
La historia de la minería en San Juan tiene un protagonista indiscutido: Ignacio Rickard. Este ingeniero inglés, que a mediados del siglo XIX decidió dejar su impronta en el país, decidió cruzar los Andes con un objetivo claro. Su obra, «Viaje a través de los Andes», no solo se publicó en Londres, sino que fue capaz de cruzar océanos y ser traducida al español en el siglo XX, convirtiéndose en un testimonio irrefutable de su exploración mineral.
Bajo el gobierno de Domingo Faustino Sarmiento, Rickard asumió el cargo de Inspector General de Minas en 1862. Su misión, aunque lucía sencilla en el papel, exigía un agudo sentido de observación y una metodología rigurosa. “Explorar los distritos mineros recientemente descubiertos y asesorar sobre los mejores métodos para desarrollar la riqueza minera del país”, esa era la consigna. Desde San Juan hasta la Quebrada de Maradona, el ingeniero se embarcó en un recorrido que duraría 18 días, sumergiéndose en una suerte de expedición científica digna de una odisea.
Durante su travesía, destacó la meticulosidad con la que los mineros locales identificaban los minerales, utilizando métodos que a la estima de Rickard eran dignos de aplauso. Con su cuerno de vaca y agua limpia en mano, examinaba las muestras con una rapidez que, según él, superaba cualquier expectativa. “El conseguirá las cantidades adecuadas de carne, papas, sal, cebollas, charqui o carne seca, arroz y grasa, todo por unos pocos dólares de plata”, expresó sobre los arrieros, los verdaderos magos de la logística en las montañas.
Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Rickard también hizo hincapié en la relación entre la despoblación y las vastas extensiones del país. En un mundo que se movía hacia la globalización, su mirada esperanzadora hacia la inmigración como solución a los desafíos demográficos fue más que un simple comentario superficial. “Los meses de verano son favorecedores para el viaje”, recomendó, sugiriendo mayo como la fecha límite para evitar los caprichos del clima andino.
Además, el ingeniero no escatimó en críticas hacia los fracasos de diversos emprendimientos mineros en Sudamérica. Atribuyó gran parte de ellos a la terquedad europea, que insistía en aplicar maquinaria pesada, absolutamente inadecuada para las exigencias del terreno. Su visión adelantada a su tiempo resalta en cada línea de su obra.
En resumen, «Viaje a través de los Andes» no es solo un libro sobre minería; es un legado histórico que revela las bases de la minería en San Juan y en Argentina. La perspectiva de Rickard ofrece un vistazo único a la conexión entre el hombre y la tierra, donde cada mineral encontrado portaba una historia que aún hoy resuena en las montañas.