Elvis Presley, el indiscutible Rey del Rock, no solo vibraba con los acordes de su guitarra, sino también con la adrenalina del fútbol americano. Desde sus inicios en Tupelo, hasta sus días de estrella en Las Vegas, repasamos como el deporte de las tacleadas fue un escape constante, incluso con un contrato para el recuerdo que nació en un mantel, muy a lo Messi.
Si hablamos de voces que dejaron marca, la de Elvis Presley es de esas que te erizan la piel. Un tipo que, sin necesidad de giras internacionales, conquistó el mundo. No era solo su voz; era la energía que emanaba, la que lo convirtió en un ícono. Pero detrás del mito, había un pibe de Tupelo, Mississippi, al que le fascinaba, además de la música, el fútbol americano.
Es fácil decir ahora que Elvis eligió bien, pero la verdad es que el muchacho estuvo ahí nomás de dedicarse al deporte. Creciendo en Memphis, Tennessee, el campito de Guthrie Park era su segundo hogar. Gladys, su vieja, no lo dejaba jugar por temor a que se lesionara, mientras él, cual artista precoz, ganaba concurso de canto tras concurso. Igual, el pibe se las rebuscaba para patear una ovalada.
La adolescencia le trajo rebeldía al Rey. Desafiando a su madre, armaba partidos con sus amigos los domingos. Hay fotos que lo prueban en Graceland, su mansión convertida en museo. Un video muestra lo picante que eran esos partidos, con un Elvis con la remera negra rota, después de una buena tacleada. A los 18, grabó un single para su madre, pero Sam Phillips, de Sun Records, escuchó su voz y ahí arrancó la leyenda.
Elvis Presley, en pleno partido de fútbol americano junto a sus amigos
El estrellato de Elvis crecía, pero el fútbol seguía siendo su cable a tierra. Su banda de amigos, rebautizada como ‘Memphis Mafia’, seguía jugando en Guthrie Park. A pesar del miedo a que el cantante se lastimara, los partidos poco tenían de amistosos. Angie Marchese, vicepresidenta del archivo de Graceland, contó en Yahoo Sports: “Decían que jugaban sin contacto, pero claramente lo tenía. Elvis normalmente era el mariscal de campo, pero no temía lanzar tackles. Amaba el deporte, era su manera de escapar a la presión. Podía divertirse sin preocuparse por su carrera. Era su manera de relajarse, además de cantar música gospel”.
El servicio militar, Alemania y un MVP inesperado
En aquellos tiempos, el servicio militar obligatorio era una realidad en Estados Unidos. A Elvis le tocó cumplir dos años, uno de ellos en Friedberg, Alemania. Las fans lloraban mientras le rapaban el pelo y le daban uniforme. Pero, para Elvis, el fútbol americano era, una vez más, su refugio.

En esa localidad alemana, los soldados armaron una liga de fin de semana y, como no podía ser de otra manera, Elvis fue la figura. “Ganó el premio al Jugador Más Valioso de la liga en Alemania, así que tiene un trofeo de MVP”, añadió Marchese, medio en risa.
Ya famoso, era difícil controlar al Rey y su pasión por el fútbol americano. Los partidos con los amigos seguían. Los estudios de cine, temiendo una lesión en su rostro, lo obligaban a usar casco. Curiosamente, esa decisión hizo que los partidos se pusieran más violentos. Según Marchese: “Cuando comenzó a usar el casco, terminaron usando equipos completos. Y, así, los partidos que ya se jugaban fuerte, empezaron a jugarse más fuerte”. Los partidos tuvieron hasta tácticas dibujadas por Elvis, que hoy están en vitrinas de Graceland.

En 1960, una noticia sacudió al mundo: Elvis se había quebrado el meñique jugando al fútbol. ¿Qué iba a pasar con su carrera? ¿Podría tocar la guitarra? Al final, el infortunio no afectó demasiado al cantante. Y, si lo hubiera afectado, ¿quién se animaría a decirle que no juegue más?
En los años 70, sonó un teléfono en Las Vegas. Era la habitación de Terry Bradshaw, quarterback histórico de los Pittsburgh Steelers. Del otro lado, un Elvis agotado por la residencia en la Ciudad del Pecado le hizo un pedido: “Hermano, ¿cómo estás? Tengo un partido de fútbol americano mañana y me encantaría que juegues para mi equipo”. Según confesó Bradshaw en 2021 a Fox Sports, no pudo cumplir ese pedido y hasta hoy lo lamenta, ya que, poco después, Elvis falleció en Memphis.

Elvis, el ocaso en Las Vegas y el contrato “a lo Messi” en un mantel
Tom Parker, cuyo verdadero nombre era Andreas Cornelis van Kuijk, fue el mánager histórico de Elvis. Fue quien lo llevó al estrellato, pero también el responsable del contrato de residencia en Las Vegas que lo ató a la Ciudad del Pecado en sus últimos años. Resulta que, esa residencia surgió de un acuerdo que se parece al inicio de la carrera de Lionel Messi con el Barcelona. ¿Por qué? Porque, así como el contrato de la «Pulga» fue en una servilleta, el del artista tuvo un borrador escrito en un mantel.

En 1969, Elvis firmó un contrato con el hotel International de Las Vegas para un show exclusivo para invitados VIP. Ese evento derivó en una serie de conciertos que se estima entre 600 y 800 en siete años, todo orquestado por Parker, que se veía como el dueño de la «gallina de los huevos de oro».
La noche del 31 de julio de 1969, el show fue tan exitoso que Parker y Alex Shoofey, presidente del hotel, renegociaron el contrato sin que Elvis se enterara. Lo que iba a ser una noche se convirtió en una residencia de cinco años, a cambio de un millón de dólares por año. La ambición era tal que, el borrador del contrato se diagramó ¡en el mantel de la mesa en la que estaban sentados! Un mantel que hoy forma parte del museo de Graceland.

Muchos señalaron a Parker como el culpable de ese contrato, el que llevó a Elvis al consumo de sedantes, anfetaminas, estupefacientes y, finalmente, a su muerte en 1977. Parker era un tipo turbio, un inmigrante ilegal que huía de Países Bajos tras la muerte de una mujer. Esta condición irregular hizo que las giras internacionales se complicaran, ya que él no podía salir de Estados Unidos porque no tenía pasaporte, imaginate.
El control era tal que, cuando el cantante quiso echarlo en plena residencia en Las Vegas, Parker le mostró una lista de gastos varios a favor de Elvis, desde los inicios de su carrera. Si le pagaban eso, lo liberaba del contrato. Para el músico era imposible, así que siguió la relación para evitar la quiebra. El ocaso del Rey quedó plasmado en aquel contrato, sobre un sucio mantel de un hotel de Las Vegas, en pleno julio de 1969.