En un partido de esos que te hacen dudar si el fútbol es una ciencia exacta o una ruleta rusa, Independiente le ganó a Talleres 2-1 en Córdoba. La particularidad: dos goles en contra, uno por equipo, y un golazo de Spörle para el Rojo. El encuentro tuvo más tarjetas amarillas que un partido entre los árbitros y los jugadores del ascenso, y un par de jugadas que hicieron levantar a más de uno del sillón. ¿Sube la temperatura en el campeonato o fue solo un espejismo cordobés?
Córdoba fue testigo de un partido que tuvo de todo, menos lógica. Talleres e Independiente se enfrentaron en un duelo que parecía guionado por el mismísimo Tarantino: goles en contra, tarjetas, emoción y un resultado que dejaba a todos preguntándose qué demonios acababa de pasar.
Un comienzo de locos
El partido no tardó en encenderse. A los 3 minutos, Federico Vera, defensor del Rojo, intentó despejar un centro y la mandó a guardar en su propia portería. Un gol en contra de esos que te hacen cuestionar si la gravedad juega para el otro equipo. Para el hincha de Independiente, un déjà vu de esos que no se olvidan fácilmente. Pero el fútbol, señores, es un deporte que nunca deja de sorprender.
Pero la alegría para la «T» duró poco, como los goles de penal de Higuaín en las finales. A los 16 minutos, Juan Gabriel Rodríguez, de Talleres, quiso emular a Vera, y también la metió en su arco, para el 1-1. Un gol tan desafortunado que hasta el más fanático de Independiente habrá pensado: «Che, ¿esto no es demasiado?».
Los equipos, lejos de acusar el golpe, redoblaron la apuesta. La «T» tuvo varias chances para aumentar la ventaja, pero Rodrigo Rey, el arquero del Rojo, se vistió de héroe, como si se hubiera tomado un café con el espíritu de «Chiquito» Bossio. Y como en el fútbol no hay justicia, sino goles, Adrián Spörle, el lateral izquierdo de Independiente, clavó un golazo a los 37′ que dejó parado al arquero y puso el 2-1 final.

Un festival de tarjetas
La segunda parte del partido fue un poco más tranquila en cuanto a goles, pero no en cuanto a amonestaciones. El árbitro Facundo Tello, que quizás tenga un negocio de tarjetas amarillas en su tiempo libre. Sacó cartulinas como si no hubiera un mañana: Lautaro Millán e Iván Marcone vieron la amarilla por el lado de Independiente; mientras que Juan Camilo Portilla y Miguel Ángel Navarro fueron amonestados en Talleres. Un verdadero festival de reclamos y pierna fuerte digno de un clásico de barrio.
Talleres intentó llegar al empate, pero la defensa de Independiente, con ese particular estilo de «si no la podés defender, pegale», se mantuvo firme, asegurando una victoria que los hinchas del Rojo celebraron como si hubieran ganado la Copa Libertadores. El partido dejó claro que en el fútbol argentino, cualquier cosa puede pasar, incluso que un equipo gane un partido gracias a dos goles en contra y un lateral metiendo un gol de otro partido. Si esto no es fútbol argentino, entonces, ¿qué es?
Ahora, la pregunta que ronda en el aire por los grupos de WhatsApp y las mesas de café es: ¿Independiente se perfila para algo grande o fue solo una noche de suerte en Córdoba? El tiempo dirá, pero mientras tanto, el fútbol argentino nos sigue regalando historias de esas que te hacen sentir que cada partido es un capítulo nuevo de una novela impredecible. A comentar, señores, que esto recién empieza.