En un partido donde el calor fue un protagonista más, San Lorenzo mostró superioridad ante un River que, a pesar de su inversión millonaria en refuerzos, no logra encontrar su identidad. El empate sin goles dejó más dudas que certezas en el equipo de Gallardo, cuyo sello aún no aparece en el campo de juego. La falta de juego colectivo y la dependencia de individualidades preocupan a los hinchas, quienes se preguntan cuántas flechas doradas le quedan al Muñeco en su caja.
En el Bajo Flores, con un termómetro que marcaba 40 grados, San Lorenzo jugó con una intensidad que dejó a River al borde del colapso. El Ciclón, encendido como una hoguera, ahogó a un River que se mostró febril y sin ideas claras. A este nivel, uno se pregunta si realmente estamos viendo al River de Marcelo Gallardo.
¿Dónde quedó la impronta del Muñeco?
Este River no se parece en nada al equipo que nos acostumbró Gallardo. Es como ver una película lenta y predecible, donde uno espera el giro inesperado que nunca llega. Los minutos pasan, los refuerzos llegan, pero el juego no fluye. Da la sensación de que el equipo tiene la misma gracia que una galleta de arroz, y eso, para un club que se gastó una millonada en refuerzos, es preocupante.
Solo este año, River desembolsó más de 20 millones en refuerzos y todavía sigue buscando en el mercado. Se habla de otros 15 millones que podrían llegar en los próximos días. Mientras tanto, el plantel de San Lorenzo, valorado en 36.4 millones según Transfermarkt, parece jugar con una idea clara y un ímpetu que River no logra igualar. ¿Será que el dinero no compra la felicidad futbolística?.
San Lorenzo, con lo que tiene, juega con garra y determinación. River, en cambio, parece estar a merced del destino, salvándose de una derrota gracias al VAR y al travesaño. Es llamativo como jugadores que en otro contexto no tendrían un lugar en River, le ganan las divididas a los supuestos cracks del millonario. Pezzella, Martínez Quarta, Enzo Pérez, Nacho Fernández, Borja y Lanzini fueron superados por sus pares del Ciclón. Un cachetazo para un equipo que se supone candidato al título.

Es preocupante lo de Lanzini. Se lo espera como el conductor, el mediapunta, el diferente, pero en este partido lo vimos apagado, sin chispa, como si una brisa lo pudiera desestabilizar. Apenas un gran pase a Borja y después, nada. En el infierno del Bajo Flores, parecía un fantasma.
Las alarmas se encienden en Núñez
Es verdad, recién empieza el torneo, los equipos de Gallardo suelen arrancar lento y River tiene un gran plantel y al mejor técnico de su historia, pero la mano del Muñeco no se ve. Y no hablo de ganar o perder, sino de la falta de intensidad, de la falta de juego colectivo. No hay sorpresa, no hay cambio de ritmo. El River de los millones terminó haciendo tiempo, como si fuera el equipo chico que busca el empate. Tardó un siglo en sacar Armani, Acuña se demoraba en cada lateral… y el 0-0 fue la mejor noticia para River.

Lo rescatable, según algunos, fueron las ganas de Galoppo, la jerarquía de Paulo Díaz y algunas pinceladas de Driussi, un refuerzo por el que se gastó una fortuna y que todavía no justifica su valor. Poco, muy poco para un equipo que se armó para ganar todo.
¿Cuántas flechas doradas le quedan al Muñeco?
Un texto de la escritora María Gainza, citado por un amigo, me hizo pensar en esto. Ella relata que en un encuentro con Coppola, el director le aseguró que cada genio trae al mundo una caja con flechas doradas, que puede usar cuando quiera. Gallardo, un genio en esto de la pelotita, ya lanzó varias. ¿Cuántas le quedan en su caja? Quizás la respuesta a esta pregunta sea la clave para entender lo que está pasando en River. Por ahora, las dudas superan a las certezas.
