Un informe de la ONU posiciona a España en el puesto 17 a nivel mundial y décimo en Europa en cuanto a servicios públicos digitales. Si bien se destaca la infraestructura y la disponibilidad de servicios en línea, expertos advierten que la eficacia y la accesibilidad para todos los ciudadanos son puntos clave por mejorar. Madrid sobresale dentro del país como una de las ciudades con mayor índice en gestiones automatizadas. A pesar de los avances, el desafío continúa siendo cerrar la brecha digital y garantizar un servicio que realmente funcione para el ciudadano común.
España en el ranking digital: ¿Oro o espejismo?
El reciente informe de la ONU sobre Gobierno Electrónico ha generado debate al ubicar a España en un aparente lugar de privilegio: puesto 17 a nivel global y décimo en Europa. Se resalta la infraestructura, la inversión y la disponibilidad de servicios en línea; sin embargo, la pregunta que surge es: ¿Estos números se traducen en una experiencia real y positiva para el ciudadano de a pie?
El estudio evalúa aspectos como la infraestructura de telecomunicaciones, la capacidad de los funcionarios y ciudadanos para la administración electrónica, y la variedad de servicios digitales. Y aunque el gobierno celebra «una estrategia nacional coherente», los expertos señalan que aún hay un camino considerable por recorrer. A diferencia de lo que se podría pensar, este informe no califica el funcionamiento óptimo de los servicios ni la percepción de los ciudadanos, solo los compara con los demás países.
Un vistazo a Madrid y la promesa digital
Madrid, junto a Tallin, se alza como faro de la digitalización urbana, liderando en servicios de gestión, movilidad, salud y participación. Una buena noticia, sin duda, pero que no debe distraernos de la realidad: la digitalización no es un fin en sí mismo, sino un medio para un servicio público eficiente.
De acuerdo al gobierno, «aún queda camino para seguir trabajando en la mejora continua de los servicios digitales». Y es que, como bien señala Celia Fernández Aller, profesora de la Politécnica de Madrid, una cosa son las herramientas y otra su efectividad real. ¿Cuántos trámites en teoría disponibles terminan siendo un laberinto burocrático online?
La brecha digital como obstáculo persistente
Un problema que no puede seguir siendo ignorado es la falta de alfabetización digital. No basta con tener ordenadores y una firma electrónica, hay que enseñar a los ciudadanos a usarlos de manera eficaz. «En España no somos los mejor situados en alfabetización digital», advierte Fernández Aller. Y esto, sumado al envejecimiento de la población, crea una brecha que margina a muchos de los beneficios de la digitalización.
Para Esteban Morillo, director en Servinform, el informe de la ONU tiene sentido en la comparación internacional, pero al analizar internamente «se ve el trabajo que queda por hacer». El problema, según Morillo, radica en la falta de integración entre las aplicaciones de las distintas administraciones y una cierta lentitud en la robotización que facilitaría la administración de ciertas tareas.
Los expertos coinciden en que la digitalización debe centrarse en el usuario. El objetivo final debería ser simplificar los procesos, evitar la duplicidad de información y hacer que la administración resulte más cercana y menos burocrática. La propuesta de las empresas tecnológicas es clara: una identidad digital única que ahorre quebraderos de cabeza al ciudadano.
Sin duda, en España existe la voluntad y la tecnología para avanzar. No obstante, es necesario rediseñar los servicios públicos poniendo al ciudadano en el centro. Como bien lo resumen un informes recientes, «la tecnología para acercar el sector público al ciudadano ya existe, pero es necesario crear el escenario propicio para dar el salto a la Administración digital.» No basta con tener una plataforma, hay que hacer que funcione eficazmente. Esa es la verdadera prueba de fuego.