En una nueva jornada de protesta pacífica protagonizada por adultos mayores frente al Congreso Nacional, la Policía Federal, bajo las órdenes del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich, volvió a protagonizar un episodio de represión que terminó con un jubilado herido y hospitalizado.
El hecho ocurrió este miércoles 22 de octubre en las inmediaciones del Palacio Legislativo, donde cada semana se concentran grupos de jubilados para exigir mejoras en sus haberes y la restitución de los medicamentos gratuitos. En esta ocasión, Ramón, apodado “el Tigre”, fue empujado por efectivos policiales mientras caminaba por el lugar.
“Estaba caminando y, de repente, lo empujó la Policía y se cayó”, relató una de las mujeres que presenció el incidente. Según detalló, el hombre fue trasladado de urgencia al Hospital Ramos Mejía, donde permanece internado con una fractura en el brazo y deberá ser intervenido quirúrgicamente.
Testigos responsabilizan a las fuerzas de seguridad
Mónica, otra manifestante que participó de la protesta, sostuvo que el episodio fue consecuencia directa de la intervención policial: “No estamos haciendo nada, no nos merecemos que nos traten de esta forma”. Y agregó: “Esto es algo que nuestra generación ya vivió con mucha violencia en otras décadas y no pensábamos que fuésemos a volver a vivir esto”.
Hasta el momento, no se registraron declaraciones oficiales por parte del Ministerio de Seguridad ni del Gobierno nacional respecto al accionar policial.
Los jubilados anticiparon que continuarán con sus concentraciones semanales, pese al temor y la indignación que generó el incidente.
Un nuevo episodio de represión frente al Congreso dejó a un jubilado hospitalizado. Como cada miércoles, adultos mayores se manifestaban pacíficamente reclamando por mejores haberes y la restitución de medicamentos gratuitos, cuando efectivos de la Policía bajo el mando de Patricia Bullrich empujaron a un hombre conocido como 'el Tigre', provocándole una fractura en el brazo. El hecho ocurrió sin mediar conflicto ni incumplimiento de la ley, según testigos.
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Hay costumbres argentinas que uno puede esperar cada semana: el mate de la mañana, la puteada al despertador, el panificado a mitad de precio y, desde hace un tiempo, la represión de los miércoles frente al Congreso. Esta vez, el guion se repitió con una eficiencia que ya la envidiaría cualquier serie de streaming. La Policía, cual elenco estable de esta tragicomedia, volvió a cargar contra jubilados que apenas reclamaban lo básico: dignidad, medicamentos y que no los empujen al hospital —literalmente.
El protagonista de la jornada fue «el Tigre», un veterano de las luchas callejeras y las colas del PAMI, que terminó en el Ramos Mejía con el brazo fracturado. Según los testigos, iba caminando tranquilo, sin ni siquiera desafiar a la gravedad, cuando un empujón policial lo devolvió al suelo. A esta altura, parece que los efectivos no distinguen entre una amenaza y un señor con bastón.
Pero lo más indignante no es el empujón, sino la rutina. Porque cuando la represión se vuelve predecible, como si fuera parte del calendario cívico, el problema ya no es el exceso: es la política. El Ministerio de Seguridad parece decidido a convertir a cada adulto mayor en un potencial caso de ortopedia, como si reclamar fuese un deporte extremo. Una señora resumió la angustia generacional: “Esto ya lo vivimos. Y no pensábamos que íbamos a tener que vivirlo de nuevo”. Y sin embargo, acá estamos. Con fracturas, bronca y una democracia que, al parecer, los miércoles se toma franco.
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