La necesidad imperiosa de afrontar los compromisos financieros internacionales ha forzado al Ministerio de Economía a acelerar los tiempos administrativos de manera inédita. La urgencia de Luis Caputo por reunir los USD 4.700 millones necesarios para pagar a bonistas y organismos internacionales en enero derivó en una resolución de emergencia que anticipa para este lunes el cobro del canon a los nuevos concesionarios de las represas hidroeléctricas de la Patagonia.
Acuciada por un calendario de vencimientos que no ofrece tregua, la cartera económica apuró la publicación de la Resolución 2059/2025. Esta normativa preadjudicó la venta del 100% de las acciones de las sociedades operadoras de Alicurá, El Chocón, Cerros Colorados y Piedra del Águila. Se trata de la segunda etapa de un concurso que, según las proyecciones oficiales, permitirá al Estado inyectar a las reservas algo más de USD 706 millones de manera inmediata.
Detalles de la adjudicación y los montos en juego
Los números de la operación han sido detallados con precisión milimétrica. La distribución de los activos estratégicos quedó configurada de la siguiente manera:
- Alicurá Hidroeléctrica Argentina S.A.: Preadjudicada a un consorcio integrado por Edison Inversiones S.A.U., Energética del Norte S.A.U., el Consorcio de Empresas Mendocinas para Potrerillos S.A. y Edison Holding S.A., con una oferta final de USD 162.040.002,17.
- El Chocón Hidroeléctrica Argentina S.A.: Quedó en manos de un grupo liderado por BML Inversora S.A.U., junto a Energgrain, Orazul Energy (Generating y Cerros Colorados), Limabaz, BML Generadora, MSU Energy Green y BML Energía, por un total de USD 235.671.294.
- Cerros Colorados Hidroeléctrica Argentina S.A.: Fue adjudicada nuevamente al tándem Edison Inversiones y Edison Holding, con una oferta de USD 64.174.002,32.
- Piedra del Águila Hidroeléctrica Argentina S.A.: Pasará a control de Central Puerto, que desembolsó USD 245 millones.
El próximo paso formal será la firma de los contratos de concesión y transferencia, programada para realizarse este lunes en la ciudad de Cipolletti, Río Negro. Con este acto administrativo, el Estado cede 30 años de concesión, con flujos dolarizados y rentabilidad garantizada, sobre activos que son columna vertebral del sistema energético nacional.
La ecuación financiera y las críticas políticas
El dato que genera mayor inquietud en el análisis macroeconómico es la desproporción entre el activo cedido y la deuda cubierta. Esos casi USD 700 millones no alcanzan ni para cubrir el 20% de los vencimientos de enero. En términos prácticos, se entrega el principal activo privatizable de la gestión actual para solventar apenas un quinto de una sola cuota de la deuda externa.
El panorama a corto plazo es desafiante: el calendario no afloja. En febrero vencen cerca de USD 1.000 millones; en marzo, otros USD 800 millones; y en junio, la cifra vuelve a escalar a más de USD 4.000 millones. A esto se suma la velocidad con la que el Tesoro consume divisas para mantener la estabilidad cambiaria: según cifras del mercado, en las últimas semanas se vendieron más de USD 150 millones para evitar que se dispare el dólar. A ese ritmo de intervención, el equivalente al valor de todo el complejo hidroeléctrico del Comahue se consumiría en menos de un mes de operaciones cambiarias.
La premura del proceso ha levantado fuertes críticas desde la oposición y los representantes provinciales. Uno de los puntos más polémicos fue la tasación de las represas. Los senadores patagónicos Martín Doñate y Silvia Sapag denunciaron que el valor fijado por el Estado estuvo muy por debajo de los números reales del negocio hidroeléctrico. En los despachos del Senado, la maniobra es calificada directamente como una «liquidación por urgencia financiera», sugiriendo que el precio de venta fue sacrificado en pos de la liquidez inmediata.
<p>Ante la urgencia de afrontar vencimientos de deuda por USD 4.700 millones en enero, el ministro Luis Caputo aceleró la adjudicación de las represas hidroeléctricas del Comahue mediante la Resolución 2059/2025. La medida, calificada por la oposición como una «liquidación por urgencia financiera», permite al Estado recaudar USD 706 millones esta semana, cubriendo menos del 20% de las obligaciones inmediatas.</p>
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
El Ministerio de Economía ha inaugurado oficialmente la temporada de «Venta de Garage: Todo tiene que irse», edición Patagónica. Al parecer, el ministro Luis Caputo, en un ataque de ansiedad contable digno de quien busca monedas bajo los almohadones del sofá para pagar el alquiler, decidió que esperar los tiempos burocráticos era un lujo que su calculadora no podía permitirse. La estrategia es clara: vender las joyas de la abuela, el auto del abuelo y, si es necesario, alquilar al perro por horas, todo con tal de juntar los billetes verdes que los bonistas esperan con la paciencia de un tiburón en ayunas.
La urgencia es tal que han transformado la venta de activos estratégicos en un episodio de esos programas de subastas de depósitos abandonados. «¿Quién da más por treinta años de energía garantizada? ¿Nadie? ¡Vendido al señor de la primera fila por un puñado de dólares y dos caramelos media hora!». Es fascinante observar la ingeniería financiera detrás de esto: vender las represas que generan la electricidad del país para cubrir apenas una fracción de la tarjeta de crédito nacional. Es como vender la heladera para pagar la primera cuota de la deuda que contrajiste comprando comida que ya te comiste. Una genialidad digna de un Nobel de Economía, o de un concursante desesperado de «El Precio Justo».
Y lo mejor es el ratio costo-beneficio. Estamos entregando el control del agua y la energía por tres décadas para tapar un agujero fiscal que se vuelve a abrir en febrero, cuando venzan otros mil millones. Al ritmo que el Tesoro quema dólares para mantener el tipo de cambio quieto y que no se note el incendio, esos 700 millones recaudados con la venta de las hidroeléctricas durarán lo que dura un sándwich de miga en una redacción periodística. Básicamente, hemos vendido el motor del barco para comprar un bote inflable que, lamentablemente, ya viene pinchado. Pero bueno, al menos el lunes hay foto en Cipolletti y podremos fingir por 15 minutos que la planilla de Excel cierra, aunque sea a los martillazos.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
La necesidad imperiosa de afrontar los compromisos financieros internacionales ha forzado al Ministerio de Economía a acelerar los tiempos administrativos de manera inédita. La urgencia de Luis Caputo por reunir los USD 4.700 millones necesarios para pagar a bonistas y organismos internacionales en enero derivó en una resolución de emergencia que anticipa para este lunes el cobro del canon a los nuevos concesionarios de las represas hidroeléctricas de la Patagonia.
Acuciada por un calendario de vencimientos que no ofrece tregua, la cartera económica apuró la publicación de la Resolución 2059/2025. Esta normativa preadjudicó la venta del 100% de las acciones de las sociedades operadoras de Alicurá, El Chocón, Cerros Colorados y Piedra del Águila. Se trata de la segunda etapa de un concurso que, según las proyecciones oficiales, permitirá al Estado inyectar a las reservas algo más de USD 706 millones de manera inmediata.
Detalles de la adjudicación y los montos en juego
Los números de la operación han sido detallados con precisión milimétrica. La distribución de los activos estratégicos quedó configurada de la siguiente manera:
- Alicurá Hidroeléctrica Argentina S.A.: Preadjudicada a un consorcio integrado por Edison Inversiones S.A.U., Energética del Norte S.A.U., el Consorcio de Empresas Mendocinas para Potrerillos S.A. y Edison Holding S.A., con una oferta final de USD 162.040.002,17.
- El Chocón Hidroeléctrica Argentina S.A.: Quedó en manos de un grupo liderado por BML Inversora S.A.U., junto a Energgrain, Orazul Energy (Generating y Cerros Colorados), Limabaz, BML Generadora, MSU Energy Green y BML Energía, por un total de USD 235.671.294.
- Cerros Colorados Hidroeléctrica Argentina S.A.: Fue adjudicada nuevamente al tándem Edison Inversiones y Edison Holding, con una oferta de USD 64.174.002,32.
- Piedra del Águila Hidroeléctrica Argentina S.A.: Pasará a control de Central Puerto, que desembolsó USD 245 millones.
El próximo paso formal será la firma de los contratos de concesión y transferencia, programada para realizarse este lunes en la ciudad de Cipolletti, Río Negro. Con este acto administrativo, el Estado cede 30 años de concesión, con flujos dolarizados y rentabilidad garantizada, sobre activos que son columna vertebral del sistema energético nacional.
La ecuación financiera y las críticas políticas
El dato que genera mayor inquietud en el análisis macroeconómico es la desproporción entre el activo cedido y la deuda cubierta. Esos casi USD 700 millones no alcanzan ni para cubrir el 20% de los vencimientos de enero. En términos prácticos, se entrega el principal activo privatizable de la gestión actual para solventar apenas un quinto de una sola cuota de la deuda externa.
El panorama a corto plazo es desafiante: el calendario no afloja. En febrero vencen cerca de USD 1.000 millones; en marzo, otros USD 800 millones; y en junio, la cifra vuelve a escalar a más de USD 4.000 millones. A esto se suma la velocidad con la que el Tesoro consume divisas para mantener la estabilidad cambiaria: según cifras del mercado, en las últimas semanas se vendieron más de USD 150 millones para evitar que se dispare el dólar. A ese ritmo de intervención, el equivalente al valor de todo el complejo hidroeléctrico del Comahue se consumiría en menos de un mes de operaciones cambiarias.
La premura del proceso ha levantado fuertes críticas desde la oposición y los representantes provinciales. Uno de los puntos más polémicos fue la tasación de las represas. Los senadores patagónicos Martín Doñate y Silvia Sapag denunciaron que el valor fijado por el Estado estuvo muy por debajo de los números reales del negocio hidroeléctrico. En los despachos del Senado, la maniobra es calificada directamente como una «liquidación por urgencia financiera», sugiriendo que el precio de venta fue sacrificado en pos de la liquidez inmediata.
El Ministerio de Economía ha inaugurado oficialmente la temporada de «Venta de Garage: Todo tiene que irse», edición Patagónica. Al parecer, el ministro Luis Caputo, en un ataque de ansiedad contable digno de quien busca monedas bajo los almohadones del sofá para pagar el alquiler, decidió que esperar los tiempos burocráticos era un lujo que su calculadora no podía permitirse. La estrategia es clara: vender las joyas de la abuela, el auto del abuelo y, si es necesario, alquilar al perro por horas, todo con tal de juntar los billetes verdes que los bonistas esperan con la paciencia de un tiburón en ayunas.
La urgencia es tal que han transformado la venta de activos estratégicos en un episodio de esos programas de subastas de depósitos abandonados. «¿Quién da más por treinta años de energía garantizada? ¿Nadie? ¡Vendido al señor de la primera fila por un puñado de dólares y dos caramelos media hora!». Es fascinante observar la ingeniería financiera detrás de esto: vender las represas que generan la electricidad del país para cubrir apenas una fracción de la tarjeta de crédito nacional. Es como vender la heladera para pagar la primera cuota de la deuda que contrajiste comprando comida que ya te comiste. Una genialidad digna de un Nobel de Economía, o de un concursante desesperado de «El Precio Justo».
Y lo mejor es el ratio costo-beneficio. Estamos entregando el control del agua y la energía por tres décadas para tapar un agujero fiscal que se vuelve a abrir en febrero, cuando venzan otros mil millones. Al ritmo que el Tesoro quema dólares para mantener el tipo de cambio quieto y que no se note el incendio, esos 700 millones recaudados con la venta de las hidroeléctricas durarán lo que dura un sándwich de miga en una redacción periodística. Básicamente, hemos vendido el motor del barco para comprar un bote inflable que, lamentablemente, ya viene pinchado. Pero bueno, al menos el lunes hay foto en Cipolletti y podremos fingir por 15 minutos que la planilla de Excel cierra, aunque sea a los martillazos.