El escenario político regional confirmó su reconfiguración este martes cuando el presidente electo de Chile, José Antonio Kast, aterrizó en Buenos Aires apenas dos días después de su triunfo en las urnas. En una visita relámpago pero cargada de simbolismo, el líder ultraderechista se dirigió primero al Ministerio de Economía y posteriormente a la Casa Rosada, donde mantuvo una reunión de casi dos horas con quien considera su socio estratégico en la región, el presidente Javier Milei.
La cumbre bilateral sirvió para ratificar la absoluta sintonía ideológica entre ambas administraciones. Al igual que el gobierno de La Libertad Avanza, el mandatario electo chileno sostiene un discurso alineado con las directrices de Donald Trump: una marcada preferencia por el extractivismo y la reprimarización de la economía, una postura confrontativa hacia la migración y una oposición férrea al régimen de Venezuela. La afinidad quedó inmortalizada en un video difundido por la cuenta oficial de la Casa Rosada, donde se observa a ambos mandatarios aferrados a una motosierra en el despacho presidencial. Allí, Kast sentenció: «Si hay una buena noticia, es que la libertad avanza en toda Latinoamérica», a lo que Milei respondió sumándose a su característico grito de guerra.
Ajuste fiscal y política de «devolución» de migrantes
Kast justificó su premura por visitar Argentina argumentando que «es el país con el que tenemos más frontera» y prometió que ambos gobiernos van a tener «una relación como nunca antes se vio». Sin embargo, el eje central de la conversación giró en torno a la economía y el control estatal. El chileno fue categórico al afirmar que su gestión buscará llevar adelante «un ajuste fiscal enorme y controlar los abusos del Estado», confirmando además charlas con el ministro de Desregulación argentino, Federico Sturzenegger.
Uno de los puntos más controversiales de la agenda fue la política migratoria. Alineado con discursos de seguridad nacional similares a los de Estados Unidos, Kast adelantó que una de sus políticas principales tras su asunción el 11 de marzo será el endurecimiento de las fronteras. «Lo que hemos planteado a Milei es que necesitamos una coordinación para abrir un corredor humanitario de devolución de estas personas a sus respectivos países», explicó.
Según su visión, el desarrollo de Chile «ha sido atractivo para muchas personas que vienen huyendo de países que han destruido su economía». En declaraciones contundentes, agregó: «Cuando usted recibe una migración que sobrepasa el 11 o el 12 por ciento, eso le hace mucho daño a los habitantes del país», y remató señalando que «muchas de esas personas entraron por la ventana y no por la puerta».
Venezuela y la conexión con el «Círculo Rojo»
En el plano geopolítico, Kast no escatimó críticas hacia Nicolás Maduro, diferenciándolo del presidente colombiano Gustavo Petro. «Quiero que se termine la dictadura en Venezuela. Que se reconozca el fraude electoral. Sería más fácil que Maduro deje su país y se refugie en otro para darle libertad a su pueblo», expresó, calificando al venezolano de «narco dictador». Asimismo, reveló que dialogó con Milei sobre la coordinación regional «en caso de que ocurra algo más duro en Venezuela».
Tras salir de la Casa de Gobierno, donde saludó a simpatizantes —y recibió el grito de «Pinocho « por parte de detractores en referencia a su reivindicación de la dictadura de Pinochet—, Kast se dirigió al hotel Intercontinental. Allí almorzó con Eduardo Elsztain, magnate de IRSA y figura clave en el entramado empresarial cercano a Milei. Elsztain posee fuertes intereses en el sector minero chileno a través de Austral Gold. En sintonía con estos intereses, Kast declaró: «Esperamos que puedan desarrollar con fuerza su línea minera porque, si bien ustedes son muy fuertes en agricultura y ganadería, hay aquí muchos recursos que podrían colaborar a superar la pobreza».
Finalmente, cobró fuerza el rumor sobre el futuro del actual secretario de Política Económica argentino, José Luis Daza. El exejecutivo de Wall Street, amigo personal de Kast y excompañero de Luis Caputo en el Deutsche Bank y JP Morgan, es el candidato firme para ocupar la secretaría de Hacienda de Chile. Aunque Kast aclaró que «aún no hubo un ofrecimiento concreto», reconoció que Daza «nos puede ir señalando líneas de trabajo y orientaciones», recordando que fue él quien les abrió las puertas de los grandes bancos de inversión en Estados Unidos durante la campaña de 2021.
<p>A tan solo dos días de su victoria electoral, el presidente electo de Chile, José Antonio Kast, viajó a Buenos Aires para reunirse con Javier Milei en la Casa Rosada y con el ministro Luis Caputo. Durante la visita, ratificaron su alianza ideológica, posaron con una motosierra y discutieron planes de ajuste fiscal y políticas migratorias estrictas. Además, Kast mantuvo un almuerzo clave con empresarios, donde se destacó el interés por la minería y la posible incorporación del funcionario argentino José Luis Daza a su futuro gabinete.</p>
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Lo de José Antonio Kast y Javier Milei ya no es una relación bilateral, es directamente una comedia romántica de ultra derecha filmada en cámara rápida. Apenas 48 horas después de ganar las elecciones, el chileno ni siquiera deshizo las valijas; se tomó el primer avión a Buenos Aires con la desesperación de quien necesita mostrarle el boletín de calificaciones a su hermano mayor favorito. La imagen de ambos sosteniendo una motosierra en el despacho presidencial, con sonrisas de quienes acaban de encontrar una oferta 2×1 en despidos estatales, confirma que la diplomacia sudamericana ha abandonado definitivamente los aburridos tratados de cooperación para abrazar la estética de película de terror clase B con presupuesto de marketing digital.
Y es que la «sintonía» entre ambos es tal que uno sospecha que comparten hasta la cuenta de Netflix para ver documentales sobre la Escuela de Chicago. Mientras el resto de los mandatarios intercambian bandas presidenciales o lapiceras protocolares, ellos intercambian herramientas de jardinería industrial como símbolo de gestión pública. Kast no vino solo a buscar consejos sobre cómo desmantelar el Estado en tiempo récord; vino a proponer un «corredor humanitario de devolución», que suena a término técnico sofisticado pero básicamente es la versión burocrática y cruel de jugar al «dígalo con mímica» en la frontera hasta que todos se vayan. Entre gritos de libertad y planes para que la cordillera sea un colador de minerales, la región se prepara para una temporada donde la sutileza política brilla por su ausencia, casi tanto como la empatía en sus discursos migratorios.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
El escenario político regional confirmó su reconfiguración este martes cuando el presidente electo de Chile, José Antonio Kast, aterrizó en Buenos Aires apenas dos días después de su triunfo en las urnas. En una visita relámpago pero cargada de simbolismo, el líder ultraderechista se dirigió primero al Ministerio de Economía y posteriormente a la Casa Rosada, donde mantuvo una reunión de casi dos horas con quien considera su socio estratégico en la región, el presidente Javier Milei.
La cumbre bilateral sirvió para ratificar la absoluta sintonía ideológica entre ambas administraciones. Al igual que el gobierno de La Libertad Avanza, el mandatario electo chileno sostiene un discurso alineado con las directrices de Donald Trump: una marcada preferencia por el extractivismo y la reprimarización de la economía, una postura confrontativa hacia la migración y una oposición férrea al régimen de Venezuela. La afinidad quedó inmortalizada en un video difundido por la cuenta oficial de la Casa Rosada, donde se observa a ambos mandatarios aferrados a una motosierra en el despacho presidencial. Allí, Kast sentenció: «Si hay una buena noticia, es que la libertad avanza en toda Latinoamérica», a lo que Milei respondió sumándose a su característico grito de guerra.
Ajuste fiscal y política de «devolución» de migrantes
Kast justificó su premura por visitar Argentina argumentando que «es el país con el que tenemos más frontera» y prometió que ambos gobiernos van a tener «una relación como nunca antes se vio». Sin embargo, el eje central de la conversación giró en torno a la economía y el control estatal. El chileno fue categórico al afirmar que su gestión buscará llevar adelante «un ajuste fiscal enorme y controlar los abusos del Estado», confirmando además charlas con el ministro de Desregulación argentino, Federico Sturzenegger.
Uno de los puntos más controversiales de la agenda fue la política migratoria. Alineado con discursos de seguridad nacional similares a los de Estados Unidos, Kast adelantó que una de sus políticas principales tras su asunción el 11 de marzo será el endurecimiento de las fronteras. «Lo que hemos planteado a Milei es que necesitamos una coordinación para abrir un corredor humanitario de devolución de estas personas a sus respectivos países», explicó.
Según su visión, el desarrollo de Chile «ha sido atractivo para muchas personas que vienen huyendo de países que han destruido su economía». En declaraciones contundentes, agregó: «Cuando usted recibe una migración que sobrepasa el 11 o el 12 por ciento, eso le hace mucho daño a los habitantes del país», y remató señalando que «muchas de esas personas entraron por la ventana y no por la puerta».
Venezuela y la conexión con el «Círculo Rojo»
En el plano geopolítico, Kast no escatimó críticas hacia Nicolás Maduro, diferenciándolo del presidente colombiano Gustavo Petro. «Quiero que se termine la dictadura en Venezuela. Que se reconozca el fraude electoral. Sería más fácil que Maduro deje su país y se refugie en otro para darle libertad a su pueblo», expresó, calificando al venezolano de «narco dictador». Asimismo, reveló que dialogó con Milei sobre la coordinación regional «en caso de que ocurra algo más duro en Venezuela».
Tras salir de la Casa de Gobierno, donde saludó a simpatizantes —y recibió el grito de «Pinocho « por parte de detractores en referencia a su reivindicación de la dictadura de Pinochet—, Kast se dirigió al hotel Intercontinental. Allí almorzó con Eduardo Elsztain, magnate de IRSA y figura clave en el entramado empresarial cercano a Milei. Elsztain posee fuertes intereses en el sector minero chileno a través de Austral Gold. En sintonía con estos intereses, Kast declaró: «Esperamos que puedan desarrollar con fuerza su línea minera porque, si bien ustedes son muy fuertes en agricultura y ganadería, hay aquí muchos recursos que podrían colaborar a superar la pobreza».
Finalmente, cobró fuerza el rumor sobre el futuro del actual secretario de Política Económica argentino, José Luis Daza. El exejecutivo de Wall Street, amigo personal de Kast y excompañero de Luis Caputo en el Deutsche Bank y JP Morgan, es el candidato firme para ocupar la secretaría de Hacienda de Chile. Aunque Kast aclaró que «aún no hubo un ofrecimiento concreto», reconoció que Daza «nos puede ir señalando líneas de trabajo y orientaciones», recordando que fue él quien les abrió las puertas de los grandes bancos de inversión en Estados Unidos durante la campaña de 2021.
Lo de José Antonio Kast y Javier Milei ya no es una relación bilateral, es directamente una comedia romántica de ultra derecha filmada en cámara rápida. Apenas 48 horas después de ganar las elecciones, el chileno ni siquiera deshizo las valijas; se tomó el primer avión a Buenos Aires con la desesperación de quien necesita mostrarle el boletín de calificaciones a su hermano mayor favorito. La imagen de ambos sosteniendo una motosierra en el despacho presidencial, con sonrisas de quienes acaban de encontrar una oferta 2×1 en despidos estatales, confirma que la diplomacia sudamericana ha abandonado definitivamente los aburridos tratados de cooperación para abrazar la estética de película de terror clase B con presupuesto de marketing digital.
Y es que la «sintonía» entre ambos es tal que uno sospecha que comparten hasta la cuenta de Netflix para ver documentales sobre la Escuela de Chicago. Mientras el resto de los mandatarios intercambian bandas presidenciales o lapiceras protocolares, ellos intercambian herramientas de jardinería industrial como símbolo de gestión pública. Kast no vino solo a buscar consejos sobre cómo desmantelar el Estado en tiempo récord; vino a proponer un «corredor humanitario de devolución», que suena a término técnico sofisticado pero básicamente es la versión burocrática y cruel de jugar al «dígalo con mímica» en la frontera hasta que todos se vayan. Entre gritos de libertad y planes para que la cordillera sea un colador de minerales, la región se prepara para una temporada donde la sutileza política brilla por su ausencia, casi tanto como la empatía en sus discursos migratorios.