En el tramo final hacia las elecciones legislativas de octubre, el Gobierno de Javier Milei ha reforzado su estrategia de estabilización monetaria, apostando a un dólar calmo y una inflación en descenso como banderas de gestión. Sin embargo, esta política de apretón monetario —implementada a través de elevadas tasas de interés y mayores encajes bancarios— comienza a mostrar sus efectos adversos en la actividad económica.
La economía, que había comenzado a recuperarse en la segunda mitad de 2024, muestra señales de estancamiento desde marzo de este año. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) alcanzó su pico en febrero (153,4 puntos), pero desde entonces acumula caídas que reflejan un freno significativo en la dinámica productiva.
Ganadores y perdedores del modelo Milei
A 18 meses del inicio de esta administración, el modelo económico muestra una marcada heterogeneidad sectorial. Algunos sectores, beneficiados por la estabilidad cambiaria, la baja de subsidios y el impulso exportador, han crecido. Otros, más dependientes del mercado interno o de la obra pública, se encuentran en retroceso.
Los ganadores:
- Agroindustria: El agro se disparó un 82,8% respecto a 2023, tras superar la sequía y con un escenario de exportaciones fortalecido.
- Minería: Creció un 15,1%, impulsada por la demanda global de litio y políticas de incentivo a la inversión extranjera.
- Intermediación financiera: El sector financiero aumentó un 14,6%, favorecido por la reducción de la brecha cambiaria y la estabilización macroeconómica.
Los perdedores:
- Construcción: Cayó un 15,6%. La paralización de la obra pública y el recorte de gasto (-30% real) golpearon con fuerza.
- Industria manufacturera: Retrocedió 13,4%, afectada por la caída del consumo interno y una competitividad deteriorada.
- Comercio: Bajó 9,4% por la pérdida de poder adquisitivo, que reduce la demanda de bienes no esenciales.
Estos sectores, además, son los que más empleo generan en Argentina. La caída en su actividad explica la pérdida de 120.000 empleos privados registrados en 2024, debilitando el efecto positivo de la estabilización en la percepción de la ciudadanía.
Entre la estabilidad y la recesión
Con la mira puesta en octubre, el Gobierno enfrenta un dilema: mantener la estabilidad financiera sin seguir enfriando la economía. Las altas tasas y restricciones siguen limitando la recuperación del consumo y la inversión.
El FMI proyecta un crecimiento del 5,5% para 2025, basado en el empuje agroexportador, el desarrollo energético y una eventual mejora del consumo, pero la concreción de ese escenario depende de la continuidad de las reformas estructurales y de un rebote en sectores intensivos en empleo.
Riesgos y oportunidades
Para los inversores, las oportunidades están en los sectores que exportan y tienen demanda externa: agro, minería, energía. Pero sectores ligados al mercado interno, como comercio y construcción, aún enfrentan grandes desafíos.
El riesgo país, que había caído a menos de 600 puntos en enero de 2025, volvió a subir y ronda los 800-900 puntos. Esta suba refleja dudas sobre el acceso a financiamiento externo y sobre la sostenibilidad política del modelo.
El Gobierno espera que el alivio inflacionario le otorgue respaldo en las urnas. Pero con el consumo planchado y el empleo en caída, el electorado podría preguntarse si la estabilidad, por sí sola, alcanza.
<p>En el tramo final hacia las elecciones legislativas de octubre, el Gobierno de Javier Milei ha reforzado su estrategia de estabilización monetaria, apostando a un dólar calmo y una inflación en descenso como banderas de gestión. Sin embargo, esta política de apretón monetario —implementada a través de elevadas tasas de interés y mayores encajes bancarios— comienza a mostrar sus efectos adversos en la actividad económica.</p> <div class=
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
En el tramo final hacia las elecciones legislativas de octubre, el Gobierno de Javier Milei ha reforzado su estrategia de estabilización monetaria, apostando a un dólar calmo y una inflación en descenso como banderas de gestión. Sin embargo, esta política de apretón monetario —implementada a través de elevadas tasas de interés y mayores encajes bancarios— comienza a mostrar sus efectos adversos en la actividad económica.
La economía, que había comenzado a recuperarse en la segunda mitad de 2024, muestra señales de estancamiento desde marzo de este año. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) alcanzó su pico en febrero (153,4 puntos), pero desde entonces acumula caídas que reflejan un freno significativo en la dinámica productiva.
Ganadores y perdedores del modelo Milei
A 18 meses del inicio de esta administración, el modelo económico muestra una marcada heterogeneidad sectorial. Algunos sectores, beneficiados por la estabilidad cambiaria, la baja de subsidios y el impulso exportador, han crecido. Otros, más dependientes del mercado interno o de la obra pública, se encuentran en retroceso.
Los ganadores:
- Agroindustria: El agro se disparó un 82,8% respecto a 2023, tras superar la sequía y con un escenario de exportaciones fortalecido.
- Minería: Creció un 15,1%, impulsada por la demanda global de litio y políticas de incentivo a la inversión extranjera.
- Intermediación financiera: El sector financiero aumentó un 14,6%, favorecido por la reducción de la brecha cambiaria y la estabilización macroeconómica.
Los perdedores:
- Construcción: Cayó un 15,6%. La paralización de la obra pública y el recorte de gasto (-30% real) golpearon con fuerza.
- Industria manufacturera: Retrocedió 13,4%, afectada por la caída del consumo interno y una competitividad deteriorada.
- Comercio: Bajó 9,4% por la pérdida de poder adquisitivo, que reduce la demanda de bienes no esenciales.
Estos sectores, además, son los que más empleo generan en Argentina. La caída en su actividad explica la pérdida de 120.000 empleos privados registrados en 2024, debilitando el efecto positivo de la estabilización en la percepción de la ciudadanía.
Entre la estabilidad y la recesión
Con la mira puesta en octubre, el Gobierno enfrenta un dilema: mantener la estabilidad financiera sin seguir enfriando la economía. Las altas tasas y restricciones siguen limitando la recuperación del consumo y la inversión.
El FMI proyecta un crecimiento del 5,5% para 2025, basado en el empuje agroexportador, el desarrollo energético y una eventual mejora del consumo, pero la concreción de ese escenario depende de la continuidad de las reformas estructurales y de un rebote en sectores intensivos en empleo.
Riesgos y oportunidades
Para los inversores, las oportunidades están en los sectores que exportan y tienen demanda externa: agro, minería, energía. Pero sectores ligados al mercado interno, como comercio y construcción, aún enfrentan grandes desafíos.
El riesgo país, que había caído a menos de 600 puntos en enero de 2025, volvió a subir y ronda los 800-900 puntos. Esta suba refleja dudas sobre el acceso a financiamiento externo y sobre la sostenibilidad política del modelo.
El Gobierno espera que el alivio inflacionario le otorgue respaldo en las urnas. Pero con el consumo planchado y el empleo en caída, el electorado podría preguntarse si la estabilidad, por sí sola, alcanza.