En una jornada que se perfila como definitiva para la administración de Javier Milei, el Gobierno nacional se dispone a someter a votación este viernes el Presupuesto 2026. El objetivo primordial es sancionar, por primera vez en dos años, una ley de leyes que ordene el manejo de los fondos públicos, intentando clausurar un período marcado por la discrecionalidad presupuestaria. No obstante, el oficialismo enfrenta un escenario complejo debido a los recortes previstos en educación y en el sistema nacional de Ciencia y Tecnología, puntos que amenazan con trabar la votación en particular.
El conflicto por el financiamiento y la presión del calendario
La principal resistencia se concentra en el artículo 30, el cual elimina las metas de financiamiento para áreas críticas. El peronismo, en conjunto con un sector del radicalismo que se muestra reticente a profundizar el ajuste en el sistema educativo, busca dar de baja dicho apartado. Para el ministro de Economía, Luis Caputo, la aprobación sin modificaciones es una pieza clave de su estrategia financiera, ya que necesita exhibir solidez institucional ante los mercados internacionales y el Fondo Monetario Internacional (FMI) previo a los vencimientos de deuda de enero.
Desde el despacho de Martín Menem advierten que cualquier cambio en el texto obligaría a la Cámara de Diputados a sesionar nuevamente, posiblemente el 6 de enero. Para ello, el Presidente de la Nación debería emitir un decreto que amplíe el período de sesiones extraordinarias, que formalmente concluye este viernes. En este contexto, Patricia Bullrich ya manifestó a los legisladores oficialistas que su postura es inflexible: “ni una sola coma” del proyecto original debería ser alterada.
Estrategias parlamentarias y proyecciones económicas
Además del presupuesto, el oficialismo impulsará el proyecto de Inocencia Fiscal, una iniciativa diseñada para incentivar la repatriación de capitales y el flujo de divisas al sistema formal. En términos políticos, la Casa Rosada busca blindar la votación mediante negociaciones con bloques provinciales. La Libertad Avanza cuenta con un piso de 21 senadores para la aprobación en general, sumando a sus 18 legisladores propios los aliados del PRO y parte de la UCR. Sin embargo, el malestar de los gobernadores por la parálisis de la obra pública y las deudas previsionales con las provincias que no transfirieron sus cajas podría ser una carta de negociación de último momento.
Las metas macroeconómicas plasmadas en el proyecto oficial presentan cifras sumamente ambiciosas. El Presupuesto 2026 proyecta:
- Un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del 5 por ciento.
- Una inflación anual estimada en el 10,1 por ciento.
- Un tipo de cambio proyectado a $1423 para diciembre de 2026.
Finalmente, la sesión de este viernes incluirá el recambio legislativo en el que Enzo Fullone asumirá en reemplazo de Lorena Villaverde, cuya designación fue objeto de impugnaciones judiciales. Con la urgencia del vencimiento de deuda del próximo 9 de enero, el oficialismo apuesta todo a una jornada maratónica para cerrar el año con un presupuesto aprobado que garantice la previsibilidad fiscal que demanda el organismo internacional.
<p>El Gobierno Nacional busca sancionar este viernes el Presupuesto 2026 en el Senado para regularizar la administración de fondos públicos tras dos años de prórrogas. A pesar del optimismo oficial, la eliminación de metas de financiamiento para educación y ciencia genera resistencias en sectores de la oposición y el radicalismo, lo que podría dilatar la aprobación definitiva del proyecto.</p>
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Llegamos a ese momento místico del año donde el Congreso de la Nación se transforma en una mezcla de kermesse de última hora y quirófano de alta complejidad. El Gobierno, con la fe inquebrantable de quien cree que puede convencer a un vegetariano de las bondades del asado de tira, pretende que le aprueben el Presupuesto 2026 sin que nadie ose tocarle una coma, una tilde o una mancha de café en el folio. Patricia Bullrich, en un regreso triunfal que tiene más de epopeya que de trámite parlamentario, ya sentenció que el texto es sagrado, casi una pieza de museo que no admite restauradores improvisados. Mientras tanto, el Ministro Caputo mira el calendario con la angustia del que sabe que el 9 de enero tiene que pagar la fiesta y todavía no sabe si los mercados le van a pedir que deje el alma en garantía para exhibir solvencia ante el FMI.
Lo más fascinante de este despliegue de optimismo libertario son las proyecciones macroeconómicas, que parecen redactadas por un guionista de ciencia ficción con un optimismo desbordante. Prometen una inflación del 10,1% anual y un dólar a $1423 para diciembre del 2026, una cifra que hoy suena tan lejana y exótica como una propuesta de austeridad en una convención de gobernadores. Para coronar este banquete de pragmatismo, presentan el proyecto de «Inocencia Fiscal», un nombre poético para decirle a los ciudadanos: «traigan los dólares que escondieron bajo las baldosas que acá nadie va a andar haciendo preguntas difíciles sobre el origen de los fondos». Es el blanqueo de la esperanza o, quizás, el blanqueo del «ya no sabemos de dónde sacar divisas».
Todo esto sucede mientras el peronismo y un sector del radicalismo —que se debate entre el deber ser y el no quedar pegado al ajuste gratuito— juegan al ajedrez con el artículo 30. Amenazan con devolvernos a todos a las oficinas el 6 de enero si se les ocurre la osadía de querer financiar la educación o la ciencia por encima del ajuste estético que exige la Casa Rosada. En medio de esta rosca de fin de año, asumirá Enzo Fullone en reemplazo de una diputada con vínculos poco claros, demostrando que en la política argentina la renovación de bancas siempre tiene un condimento de serie policial de trasnoche. Al final, lo único seguro es que en el Congreso la única «inocencia» que queda es la de los que todavía creen que una sesión de extraordinarias un viernes de diciembre puede terminar sin un drama épico o un canje de votos por obras públicas.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
En una jornada que se perfila como definitiva para la administración de Javier Milei, el Gobierno nacional se dispone a someter a votación este viernes el Presupuesto 2026. El objetivo primordial es sancionar, por primera vez en dos años, una ley de leyes que ordene el manejo de los fondos públicos, intentando clausurar un período marcado por la discrecionalidad presupuestaria. No obstante, el oficialismo enfrenta un escenario complejo debido a los recortes previstos en educación y en el sistema nacional de Ciencia y Tecnología, puntos que amenazan con trabar la votación en particular.
El conflicto por el financiamiento y la presión del calendario
La principal resistencia se concentra en el artículo 30, el cual elimina las metas de financiamiento para áreas críticas. El peronismo, en conjunto con un sector del radicalismo que se muestra reticente a profundizar el ajuste en el sistema educativo, busca dar de baja dicho apartado. Para el ministro de Economía, Luis Caputo, la aprobación sin modificaciones es una pieza clave de su estrategia financiera, ya que necesita exhibir solidez institucional ante los mercados internacionales y el Fondo Monetario Internacional (FMI) previo a los vencimientos de deuda de enero.
Desde el despacho de Martín Menem advierten que cualquier cambio en el texto obligaría a la Cámara de Diputados a sesionar nuevamente, posiblemente el 6 de enero. Para ello, el Presidente de la Nación debería emitir un decreto que amplíe el período de sesiones extraordinarias, que formalmente concluye este viernes. En este contexto, Patricia Bullrich ya manifestó a los legisladores oficialistas que su postura es inflexible: “ni una sola coma” del proyecto original debería ser alterada.
Estrategias parlamentarias y proyecciones económicas
Además del presupuesto, el oficialismo impulsará el proyecto de Inocencia Fiscal, una iniciativa diseñada para incentivar la repatriación de capitales y el flujo de divisas al sistema formal. En términos políticos, la Casa Rosada busca blindar la votación mediante negociaciones con bloques provinciales. La Libertad Avanza cuenta con un piso de 21 senadores para la aprobación en general, sumando a sus 18 legisladores propios los aliados del PRO y parte de la UCR. Sin embargo, el malestar de los gobernadores por la parálisis de la obra pública y las deudas previsionales con las provincias que no transfirieron sus cajas podría ser una carta de negociación de último momento.
Las metas macroeconómicas plasmadas en el proyecto oficial presentan cifras sumamente ambiciosas. El Presupuesto 2026 proyecta:
- Un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del 5 por ciento.
- Una inflación anual estimada en el 10,1 por ciento.
- Un tipo de cambio proyectado a $1423 para diciembre de 2026.
Finalmente, la sesión de este viernes incluirá el recambio legislativo en el que Enzo Fullone asumirá en reemplazo de Lorena Villaverde, cuya designación fue objeto de impugnaciones judiciales. Con la urgencia del vencimiento de deuda del próximo 9 de enero, el oficialismo apuesta todo a una jornada maratónica para cerrar el año con un presupuesto aprobado que garantice la previsibilidad fiscal que demanda el organismo internacional.
Llegamos a ese momento místico del año donde el Congreso de la Nación se transforma en una mezcla de kermesse de última hora y quirófano de alta complejidad. El Gobierno, con la fe inquebrantable de quien cree que puede convencer a un vegetariano de las bondades del asado de tira, pretende que le aprueben el Presupuesto 2026 sin que nadie ose tocarle una coma, una tilde o una mancha de café en el folio. Patricia Bullrich, en un regreso triunfal que tiene más de epopeya que de trámite parlamentario, ya sentenció que el texto es sagrado, casi una pieza de museo que no admite restauradores improvisados. Mientras tanto, el Ministro Caputo mira el calendario con la angustia del que sabe que el 9 de enero tiene que pagar la fiesta y todavía no sabe si los mercados le van a pedir que deje el alma en garantía para exhibir solvencia ante el FMI.
Lo más fascinante de este despliegue de optimismo libertario son las proyecciones macroeconómicas, que parecen redactadas por un guionista de ciencia ficción con un optimismo desbordante. Prometen una inflación del 10,1% anual y un dólar a $1423 para diciembre del 2026, una cifra que hoy suena tan lejana y exótica como una propuesta de austeridad en una convención de gobernadores. Para coronar este banquete de pragmatismo, presentan el proyecto de «Inocencia Fiscal», un nombre poético para decirle a los ciudadanos: «traigan los dólares que escondieron bajo las baldosas que acá nadie va a andar haciendo preguntas difíciles sobre el origen de los fondos». Es el blanqueo de la esperanza o, quizás, el blanqueo del «ya no sabemos de dónde sacar divisas».
Todo esto sucede mientras el peronismo y un sector del radicalismo —que se debate entre el deber ser y el no quedar pegado al ajuste gratuito— juegan al ajedrez con el artículo 30. Amenazan con devolvernos a todos a las oficinas el 6 de enero si se les ocurre la osadía de querer financiar la educación o la ciencia por encima del ajuste estético que exige la Casa Rosada. En medio de esta rosca de fin de año, asumirá Enzo Fullone en reemplazo de una diputada con vínculos poco claros, demostrando que en la política argentina la renovación de bancas siempre tiene un condimento de serie policial de trasnoche. Al final, lo único seguro es que en el Congreso la única «inocencia» que queda es la de los que todavía creen que una sesión de extraordinarias un viernes de diciembre puede terminar sin un drama épico o un canje de votos por obras públicas.