La comunidad educativa de la Escuela Provincial de Comercio N.º 19, en la localidad de Eldorado (Misiones), vivió horas de extrema tensión y angustia luego de que padres y alumnos detectaran un faltante millonario en los fondos destinados a la recepción de egresados. Según se informó, más de 17 millones de pesos reunidos durante todo el año no se encontraban disponibles en la cuenta administrada por una madre designada para tal fin.
La situación, que escaló rápidamente hasta convertirse en una denuncia penal, involucró a dos cursos con un total de 35 estudiantes. Las familias habían comenzado a aportar cuotas mensuales desde abril con el objetivo de cubrir todos los gastos del evento. Sin embargo, la alarma se encendió dramáticamente cuando, al intentar cancelar los últimos pagos, los padres descubrieron que la mayoría de los servicios no estaban abonados.
Una administración bajo sospecha
La falta de transparencia fue una constante que, lamentablemente, no se detectó a tiempo. Mónica B., madre de una alumna afectada, relató que durante meses solicitaron comprobantes de pago y contratos con proveedores, pero nunca recibieron documentación concreta. «Fuimos demasiado ingenuos y depositamos toda nuestra confianza en una sola persona», expresó con pesar.
Según explicó la apoderada, la responsable aseguraba sistemáticamente que todo estaba en orden, aunque evitaba mostrar respaldos fehacientes de los movimientos de dinero. El fraude quedó expuesto de la peor manera: confirmaron que no estaban pagos el catering, el DJ, la iluminación, la fotografía ni otros servicios contratados. De hecho, solo se había abonado la seña del salón, dejando el evento prácticamente en el aire. «Nos dijo que le habían robado la plata y que no podía afrontar los pagos», explicó la madre sobre la primera excusa brindada.
Ludopatía y acciones legales
El impacto emocional fue devastador. Sofía V., alumna egresada, contó que la noticia se conoció cerca de las 11 de la mañana del viernes, el mismo día de la fiesta. «Había chicos llorando, sin saber qué hacer», relató. Según detalló, el dinero se manejaba a través de una billetera virtual y, en ocho meses, se había reunido aproximadamente 17.500.000 pesos. «Nos robaron la plata. No estaba ni siquiera el 15% pago», afirmó la estudiante.
La indignación aumentó exponencialmente cuando se conoció un mensaje en el que la mujer señalada habría reconocido problemas de ludopatía, admitiendo que «al dinero habría sido gastado en el casino» como explicación de lo ocurrido. Un dato que agrava el sentimiento de traición es que los padres recordaron que, tiempo atrás, le habían hecho un reconocimiento económico por su «trabajo» administrativo, lo que profundizó el malestar.
El abogado y padre Ramón Mercado calificó el caso como «una de las estafas más grandes que se conocen en la ciudad» y confirmó que ya se radicó la denuncia penal correspondiente. La Justicia investiga ahora el destino real del dinero y las responsabilidades penales de la mujer.
Un gesto de grandeza
En medio de la conmoción, se destacó un gesto de enorme madurez por parte de los propios estudiantes. A pesar del robo perpetrado por la madre, decidieron que la hija de la mujer denunciada participara igualmente de la recepción. «Dijeron que ella no tenía la culpa y que también merecía estar en su fiesta», señalaron los padres, diferenciando a la alumna de las acciones de su progenitora.
Con un esfuerzo colectivo de último momento y sobreponiéndose a un profundo impacto emocional, la comunidad logró transformar una mañana de angustia en una noche que permitió a los egresados vivir su despedida, aunque el hecho quedará marcado por una denuncia judicial que sigue su curso.
<p>Un escándalo sacudió a la comunidad educativa de la Escuela de Comercio N.º 19 de Eldorado, Misiones, tras descubrirse que una madre encargada de los fondos de la fiesta de egresados gastó <strong>$17 millones</strong> en el casino. El faltante se detectó el mismo día del evento, dejando servicios básicos sin pagar. Pese a la estafa, los alumnos permitieron que la hija de la acusada participara de la celebración.</p>
Resumen generado automáticamente por inteligencia artificial
Al parecer, la asignatura de «Educación Financiera» se la tomaron demasiado a pecho en Misiones, o al menos eso interpretó la madre tesorera que decidió aplicar un audaz esquema de multiplicación de activos basado en la teoría probabilística de la ruleta francesa. Según trascendió, la mujer no consideró que gastar los ahorros de 35 familias fuera un delito, sino más bien una «inversión de alto riesgo a corto plazo» con la esperanza de que, si salía el cero, los chicos no solo tendrían fiesta, sino que se irían de viaje de egresados a Dubái en jet privado. Lamentablemente, la banca siempre gana, y la única «fiesta» que se armó fue la de los acreedores llamando a los gritos el viernes por la mañana.
Lo tragicómico del asunto es el timing. No se enteraron un mes antes, ni una semana antes. La bomba detonó a las 11 de la mañana del mismo día del evento, momento exacto en el que uno ya se está probando el traje y la abuela está en la peluquería haciéndose la permanente. Imaginen la escena: los chicos buscando el moño de la camisa y los padres descubriendo que la «Cuenta Recaudadora» tenía menos fondos que el Banco Central en una mala semana. La excusa de la ludopatía llegó por mensaje de texto, ese canal de comunicación formal que todos usamos para avisar que acabamos de timbearnos el valor de un departamento monoambiente en Posadas. Al final, la mujer confesó que la plata se fue en fichas, probablemente esperando ese golpe de suerte que nunca llega, mientras los proveedores del catering miraban de reojo los sanguchitos de miga preguntándose si debían servirlos o venderlos al mejor postor en la puerta del salón.
Y para cerrar esta crónica del absurdo nacional, hay que sacarse el sombrero ante los pibes. En un giro de guion que ni los mejores escritores de telenovelas turcas hubieran imaginado, los alumnos decidieron que la hija de la «Loba de Wall Street misionera» fuera a la fiesta igual. Un nivel de madurez emocional que contrasta violentamente con la irresponsabilidad de quien pensó que apostar la plata de la iluminación y el DJ era una maniobra contable aceptable. Esos chicos entendieron todo: la culpa no se hereda, aunque la deuda moral de esa madre va a ser más difícil de levantar que un piano de cola por las escaleras.
Contenido humorístico generado por inteligencia artificial
La comunidad educativa de la Escuela Provincial de Comercio N.º 19, en la localidad de Eldorado (Misiones), vivió horas de extrema tensión y angustia luego de que padres y alumnos detectaran un faltante millonario en los fondos destinados a la recepción de egresados. Según se informó, más de 17 millones de pesos reunidos durante todo el año no se encontraban disponibles en la cuenta administrada por una madre designada para tal fin.
La situación, que escaló rápidamente hasta convertirse en una denuncia penal, involucró a dos cursos con un total de 35 estudiantes. Las familias habían comenzado a aportar cuotas mensuales desde abril con el objetivo de cubrir todos los gastos del evento. Sin embargo, la alarma se encendió dramáticamente cuando, al intentar cancelar los últimos pagos, los padres descubrieron que la mayoría de los servicios no estaban abonados.
Una administración bajo sospecha
La falta de transparencia fue una constante que, lamentablemente, no se detectó a tiempo. Mónica B., madre de una alumna afectada, relató que durante meses solicitaron comprobantes de pago y contratos con proveedores, pero nunca recibieron documentación concreta. «Fuimos demasiado ingenuos y depositamos toda nuestra confianza en una sola persona», expresó con pesar.
Según explicó la apoderada, la responsable aseguraba sistemáticamente que todo estaba en orden, aunque evitaba mostrar respaldos fehacientes de los movimientos de dinero. El fraude quedó expuesto de la peor manera: confirmaron que no estaban pagos el catering, el DJ, la iluminación, la fotografía ni otros servicios contratados. De hecho, solo se había abonado la seña del salón, dejando el evento prácticamente en el aire. «Nos dijo que le habían robado la plata y que no podía afrontar los pagos», explicó la madre sobre la primera excusa brindada.
Ludopatía y acciones legales
El impacto emocional fue devastador. Sofía V., alumna egresada, contó que la noticia se conoció cerca de las 11 de la mañana del viernes, el mismo día de la fiesta. «Había chicos llorando, sin saber qué hacer», relató. Según detalló, el dinero se manejaba a través de una billetera virtual y, en ocho meses, se había reunido aproximadamente 17.500.000 pesos. «Nos robaron la plata. No estaba ni siquiera el 15% pago», afirmó la estudiante.
La indignación aumentó exponencialmente cuando se conoció un mensaje en el que la mujer señalada habría reconocido problemas de ludopatía, admitiendo que «al dinero habría sido gastado en el casino» como explicación de lo ocurrido. Un dato que agrava el sentimiento de traición es que los padres recordaron que, tiempo atrás, le habían hecho un reconocimiento económico por su «trabajo» administrativo, lo que profundizó el malestar.
El abogado y padre Ramón Mercado calificó el caso como «una de las estafas más grandes que se conocen en la ciudad» y confirmó que ya se radicó la denuncia penal correspondiente. La Justicia investiga ahora el destino real del dinero y las responsabilidades penales de la mujer.
Un gesto de grandeza
En medio de la conmoción, se destacó un gesto de enorme madurez por parte de los propios estudiantes. A pesar del robo perpetrado por la madre, decidieron que la hija de la mujer denunciada participara igualmente de la recepción. «Dijeron que ella no tenía la culpa y que también merecía estar en su fiesta», señalaron los padres, diferenciando a la alumna de las acciones de su progenitora.
Con un esfuerzo colectivo de último momento y sobreponiéndose a un profundo impacto emocional, la comunidad logró transformar una mañana de angustia en una noche que permitió a los egresados vivir su despedida, aunque el hecho quedará marcado por una denuncia judicial que sigue su curso.
Al parecer, la asignatura de «Educación Financiera» se la tomaron demasiado a pecho en Misiones, o al menos eso interpretó la madre tesorera que decidió aplicar un audaz esquema de multiplicación de activos basado en la teoría probabilística de la ruleta francesa. Según trascendió, la mujer no consideró que gastar los ahorros de 35 familias fuera un delito, sino más bien una «inversión de alto riesgo a corto plazo» con la esperanza de que, si salía el cero, los chicos no solo tendrían fiesta, sino que se irían de viaje de egresados a Dubái en jet privado. Lamentablemente, la banca siempre gana, y la única «fiesta» que se armó fue la de los acreedores llamando a los gritos el viernes por la mañana.
Lo tragicómico del asunto es el timing. No se enteraron un mes antes, ni una semana antes. La bomba detonó a las 11 de la mañana del mismo día del evento, momento exacto en el que uno ya se está probando el traje y la abuela está en la peluquería haciéndose la permanente. Imaginen la escena: los chicos buscando el moño de la camisa y los padres descubriendo que la «Cuenta Recaudadora» tenía menos fondos que el Banco Central en una mala semana. La excusa de la ludopatía llegó por mensaje de texto, ese canal de comunicación formal que todos usamos para avisar que acabamos de timbearnos el valor de un departamento monoambiente en Posadas. Al final, la mujer confesó que la plata se fue en fichas, probablemente esperando ese golpe de suerte que nunca llega, mientras los proveedores del catering miraban de reojo los sanguchitos de miga preguntándose si debían servirlos o venderlos al mejor postor en la puerta del salón.
Y para cerrar esta crónica del absurdo nacional, hay que sacarse el sombrero ante los pibes. En un giro de guion que ni los mejores escritores de telenovelas turcas hubieran imaginado, los alumnos decidieron que la hija de la «Loba de Wall Street misionera» fuera a la fiesta igual. Un nivel de madurez emocional que contrasta violentamente con la irresponsabilidad de quien pensó que apostar la plata de la iluminación y el DJ era una maniobra contable aceptable. Esos chicos entendieron todo: la culpa no se hereda, aunque la deuda moral de esa madre va a ser más difícil de levantar que un piano de cola por las escaleras.