Una mujer de 36 años fue rescatada de una vivienda ubicada en barrio Martín, en la ciudad de Rosario, donde permaneció por más de dos décadas en condiciones de reducción a la servidumbre. El caso salió a la luz tras una consulta médica en un hospital público, que derivó en una investigación judicial e institucional coordinada.
El punto de quiebre: una consulta médica
Según relató María Laura Pasquero, titular del Centro de Asistencia a la Víctima y al Testigo del Delito de la Defensoría del Pueblo, todo se inició cuando la mujer acudió a un efector público de salud con un turno clínico. “Lo que planteaba no correspondía a un cuadro físico, entonces fue derivada al servicio de salud mental. En las entrevistas con psicología contó situaciones que daban cuenta de un posible delito de reducción a la servidumbre o explotación laboral”, detalló.
Con esta información, se dio intervención a la Fiscalía Federal y comenzó un trabajo interinstitucional que culminó en el rescate de la víctima y el operativo judicial.
Una vida bajo sometimiento
La víctima, que había sido trasladada desde Corrientes a Rosario siendo adolescente, permaneció durante 22 años sometida a tareas domésticas sin ningún tipo de remuneración. La vivienda en barrio Martín era, en realidad, el escenario de una vida en condiciones de servidumbre prolongada, donde la mujer fue invisibilizada durante más de dos décadas.
En un allanamiento paralelo en la localidad de Pueblo Esther, se incautaron un rifle y un revólver, en el marco de la misma causa judicial. Las autoridades no descartan la existencia de otros elementos que profundicen la investigación.
Estado de salud y contención
Pasquero describió el estado actual de la víctima como “muy desconcertada, con un daño psíquico severo porque vive en una situación de incertidumbre”. Y agregó: “Es un camino que requiere la participación de las instituciones del Estado. Tenemos que sostenerla a partir de ahora”.
El caso reabre el debate sobre la vigencia de formas contemporáneas de esclavitud en ámbitos urbanos y resalta la importancia de la detección temprana de indicadores a través del sistema de salud.
Una mujer de 36 años fue rescatada de una vivienda en barrio Martín, Rosario, tras vivir más de dos décadas en condiciones de esclavitud. El caso se descubrió cuando la víctima acudió a un hospital público y, al ser evaluada por salud mental, relató su situación. Había sido trasladada desde Corrientes siendo adolescente y permaneció 22 años sometida a trabajos domésticos sin salario. La investigación derivó en un operativo que incluyó un allanamiento en Pueblo Esther, donde se incautaron armas.
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Zappo te lo cuenta
En tiempos donde uno se queja porque le deben horas extras o le pagan tarde el monotributo, aparece una historia que parece escrita por Dickens, dirigida por Ken Loach y ejecutada en pleno centro de Rosario. Una mujer de 36 años fue rescatada tras haber pasado los últimos 22 años en condiciones de esclavitud doméstica. Veintidós. No es un error de tipeo ni una metáfora exagerada. Es más tiempo del que duró el menemismo.
Todo comenzó con una visita al médico. La mujer llegó a un hospital público buscando atención clínica, pero lo que encontró fue algo más valioso: la puerta de salida. Como en esas películas donde la verdad se filtra en una consulta casual, los profesionales de salud mental notaron algo que no cerraba. Lo que decía no tenía que ver con su cuerpo, sino con su encierro.
Y ahí saltó todo. Las instituciones —esas que muchas veces llegan tarde o directamente no llegan— en esta oportunidad se activaron con velocidad quirúrgica. La Fiscalía Federal, la Defensoría del Pueblo, psicólogos, fiscales y hasta peritos: todos alineados como en serie policial de streaming, pero con final esperanzador.
La historia es brutal. Trasladada desde Corrientes a Rosario cuando era adolescente, vivió dos décadas trabajando sin cobrar un peso, en una casa de barrio Martín que no era hogar sino trampa. Como si la hubiesen borrado del sistema. En paralelo, en un allanamiento en Pueblo Esther, la Justicia encontró un rifle y un revólver, por si hacía falta reforzar la sensación de que el horror tenía varias habitaciones.
Hoy, la mujer intenta reconstruirse, pero el daño psíquico es profundo. Las autoridades insisten en que es sólo el comienzo de un proceso largo, en el que el Estado debe estar más presente que nunca. Porque rescatar es apenas el primer paso. Lo difícil es volver a ser libre después de haber olvidado cómo se siente.
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