Alexander Zverev, tras perder la final del Australian Open ante Jannik Sinner, fue increpado por una espectadora que hizo referencia a las denuncias por violencia de género que pesan sobre el tenista alemán. La mujer gritó: «¡Australia cree en Olya y Brenda!», nombres de sus exparejas que lo acusaron de maltrato.
Después de caer derrotado ante el italiano Jannik Sinner en la final del Abierto de Australia, el tenista alemán Alexander Zverev, número dos del mundo, tuvo que enfrentar algo más que la amargura de la derrota. Mientras se disponía a dar su discurso como subcampeón, una voz resonó en la Rod Laver Arena: «¡Australia cree en Olya y Brenda! ¡Australia cree en Olya y Brenda!», clamó una espectadora, reviviendo viejas polémicas que persiguen al jugador.
La referencia, por supuesto, no era casual. «Olya» es Olya Sharypova, tenista y modelo rusa, y «Brenda» es Brenda Patea, también ex pareja del alemán, ambas lo han denunciado públicamente por episodios de violencia. Un combo de acusaciones que han salpicado la trayectoria de Zverev.

Brenda Patea, por ejemplo, acusó a Zverev de haberla empujado contra una pared y estrangularla durante una discusión en 2020. La situación, según la fiscalía, derivó en complicaciones respiratorias para la modelo. Aunque la defensa del tenista intentó desestimar la acusación, el caso terminó con un acuerdo extrajudicial donde Zverev tuvo que desembolsar 200.000 euros a la madre de su única hija. Una especie de «arreglamos por afuera», muy al estilo de ciertos acuerdos futboleros.
Por otro lado, Olya Sharypova relató episodios aun más escalofriantes. La rusa contó que el muchacho la había golpeado en el rostro, y que en otra ocasión, le había puesto una almohada en la cara, impidiéndole respirar durante varios segundos. Una secuencia digna de una película de terror, según sus propias palabras.
Los Oscuros Detalles de las Denuncias
Sharypova nunca llegó a presentar una denuncia formal ante la policía. Sin embargo, la modelo no se guardó nada al describir su relación con el tenista, revelando un patrón de maltrato psicológico y físico. Según sus propias declaraciones, Zverev le solía decir: «No ganaste nada en esta vida. Soy una persona exitosa, gano dinero, pero tú no eres nadie». Una frase que, sin dudas, deja a cualquiera con la sangre helada.

La situación, según la modelo, empeoró cuando intentó romper la relación. «Empieza a empeorar en Nueva York porque me escapé. Esta vez, realmente estaba asustada por mi vida. No fue nuestra pelea normal, fue realmente aterrador. Estaba gritando, y por eso me tiró sobre la cama, tomó una almohada y luego se sentó en mi cara. No pude respirar durante un tiempo» relató la rusa. Una imagen escalofriante que deja sin palabras a cualquiera.
La gravedad de las acusaciones llegó a tal punto que, según Sharypova, ella misma intentó quitarse la vida con una sobredosis de insulina tras un último enfrentamiento donde fue golpeada en la cara. «Encontré insulina y me la tomé. Sabía que si eres una persona sana y te inyectas insulina, puedes morir. Me inyecté y no me asusté; Solo quería irme de alguna manera, porque no puedo soportarlo más» aseguró. Un testimonio que, independientemente de la veracidad, pone los pelos de punta.
Sinner, el nuevo rey del Australian Open
El momento en el que Sinner se consagró bicampeón del Australian Open
Mientras todo este drama se desarrollaba en la tribuna, Jannik Sinner conquistó su segundo Australian Open consecutivo, un logro que no se veía desde Nadal y su Roland Garros 2006. Para Zverev, en cambio, la derrota significó convertirse en el sexto hombre en perder sus primeras tres finales de Grand Slam. Un club de perdedores que, para suerte del alemán, cuenta con figuras como Agassi, Ivanisevic o Murray, una especie de «mal de muchos, consuelo de tontos».
Así, entre la consagración de Sinner y los fantasmas del pasado de Zverev, quedó claro que en el tenis, como en la vida, no todo es gloria y aplausos. Una realidad que se encarga de recordarnos que, a veces, el juego más importante se libra fuera de la cancha.