Boca Juniors enfrenta un déjà vu desde 2022, con arranques de temporada dubitativos, rendimientos individuales por debajo de lo esperado y decisiones tácticas que hacen fruncir el ceño al hincha. La lupa apunta a Fernando Gago, a quien se le exige plasmar en cancha la calidad de un plantel renovado. ¿Se repetirá la historia de técnicos anteriores que no lograron encontrar el rumbo?
La derrota con sabor a River ante Racing el sábado pasado no solo dejó una sensación amarga por el arbitraje, sino también por un equipo que parece no arrancar. Y claro, cuando uno ve los refuerzos que llegaron, la pregunta cae de maduro: ¿qué está pasando, Don Fernando?
A diferencia de otros tiempos donde se podía hablar de falta de jugadores, este Boca tiene nombres como para hacer dulce de leche. Sin embargo, desde 2022, cada inicio de año es una fotocopia: dudas en el armado, rendimientos individuales que hacen acordar a Eber Ludueña, esquemas más raros que patada de astronauta y técnicos que, en conferencia, niegan lo innegable.

## El fantasma de los arranques flojos
Para ser justos, vamos a desempolvar los archivos y ver qué pasó en los últimos tres años.
El 2022 de Battaglia puede ser la excepción que confirma la regla. En Boca, ganar es lo único que cuenta, y el León lo hizo, eliminando al Racing de Gago en la Copa de la Liga. Ahora, si hablamos de juego bonito, Battaglia nunca encontró el libreto. Después de ser campeón, acumuló derrotas y empates que le costaron el puesto. ¿Se acuerdan del escándalo por los refuerzos que pidió por los micrófonos?
Después llegó Ibarra, otro que arrancó con el pie izquierdo, pero una racha de buenos resultados le dio aire y le permitió salir campeón con más suerte que Diego Cocca dirigiendo a la Selección. Pero la alegría duró poco: eliminación en Copa Argentina y derrota en la Supercopa. Un equipo que llegó al final de la temporada con la lengua afuera.
### Almirón: ¿héroe de la copa o fiasco local?
El 2023 empezó con el «Negro» confirmado como DT, otra derrota ante Racing con polémica y un equipo que daba más lástima que alegría. Tras 11 partidos, Ibarra dijo chau y asumió Herrón hasta que apareció Almirón, que debutó con dos derrotas al hilo. Ya sabemos cómo siguió la historia: final de Libertadores (que no alcanzó) y un torneo local que dejó a Boca afuera de todo, condenándolo a jugar la Sudamericana. Un premio consuelo que no consuela a nadie.

Con Diego Martínez en el banco para el 2024, la cosa parecía diferente, pero arrancó con más interrogantes que certezas y terminó renunciando tras perder tres partidos seguidos. La historia la siguió Gago, metiendo a Boca en el repechaje de la Libertadores por la ventana.
## Gago y el «permiso» para equivocarse
Hoy por hoy, el Boca de Gago tiene un calendario apretado, como todos los años. Pero lo que también se repite es que estos arranques le quitan la ilusión al hincha. ¿La ilusión de qué? De ver un equipo con una idea clara, sin inventos raros, con jugadores en sus puestos y sin altibajos. Sin todo eso, la esperanza queda en manos de la suerte, y la suerte, señores, es como el dulce de leche en la heladera: siempre falta.
Las estadísticas muestran números similares en los arranques de los últimos técnicos, pero Gago tiene ahora un plantel diferente para afrontar lo que viene. Aquel viejo dicho que reza «Caballo nuevo, jinete viejo» parece no aplicar.
En 2023, siendo DT de Racing, Gago dijo: «No voy a cambiar mi estilo por 15 partidos malos». La pregunta que resuena en Brandsen 805 es: ¿Boca se puede permitir 15 partidos malos? La respuesta, muchachos, la tienen ustedes.