De héroe de Malvinas a la vergüenza: la historia del rugbier que perdió un brazo

Redacción Cuyo News
4 min
Cortito y conciso:

Norberto Santos, ex combatiente de Malvinas, sobrevivió a las heridas de guerra y a la vergüenza de volver a casa. Jugaba en las inferiores de Cambaceres y en Albatros Rugby Club. Su historia es un ejemplo de superación y pasión por el deporte.

Del potrero a la guerra: la historia de Norberto Santos, el rugbier que desafió a la muerte en Malvinas

La vida de Norberto Santos, un joven con la misma pasión por el fútbol en Cambaceres que por el rugby en Albatros, dio un vuelco inesperado en los albores de abril de 1982. Mientras disfrutaba de un picadito con amigos, un patrullero lo sacó de la cancha para llevarlo a un destino que jamás imaginó: la Guerra de Malvinas. Santos, categoría ’62 como la mayoría de los soldados que fueron a las islas, pasó de gambetear rivales a esquivar balas.

Su puesto: apuntador de mortero, a un kilómetro del Monte Longdon. Las condiciones, dignas de un Eber Ludueña en la selección: pibes con zapatillas Flecha, estufas a leña en un lugar sin árboles y, cuando la cosa se puso brava, comiendo oveja cruda como si fuera un asado de pretemporada. Nada que ver con el tercer tiempo en el club.

El día que la vida le cambió para siempre

El 12 de junio, con la rendición argentina a dos días, Santos fue a asistir a un herido y dos morteros le explotaron a los costados. Perdió un brazo, parte del fémur y su cuerpo quedó como un colador. «Abrí los ojos y un compañero me decía que no me podía levantar…», recuerda Santos, con la misma precisión con la que un relator describe un gol agónico. A todo esto, se sumó un tiro en el pecho, un posible tiro de gracia, que el propio Santos describe, con un dejo de ironía, como «una ayuda para que no sufriera más».

Un año en terapia intensiva, otro en rehabilitación, y recién en 1984 pudo volver a Tolosa. La vergüenza le ganó al orgullo y se escondió de sus compañeros de Albatros. Reaprender a vivir fue más difícil que gambetear a la defensa de Estudiantes. Volver al fútbol fue recreativo, como un fulbito de domingo. El rugby, en cambio, fue un partido aparte: al principio, ni mirarlo podía.

Norberto Santos
Norberto Santos durante la entrevista.

El rugby, la familia y la superación

El año pasado, como si fuera un pase mágico de Maradona, recibió una invitación y jugó unos minutos en un amistoso. Pero la verdadera victoria, la copa que levanta con orgullo, son sus hijos, quienes siguen sus pasos en Albatros. «Hoy los veo a ellos y me veo a mí y a mis sueños de deportista». Una frase que deja en claro que la pasión por el deporte, como la vida misma, puede superar cualquier obstáculo, incluso una guerra. Y esa, amigos, es una historia que merece ser contada, comentada y compartida.

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