La Asociación Argentina de Árbitros (AAA) emitió un comunicado a sus miembros, recordándoles la prohibición de utilizar ropa de clubes de fútbol en el Centro de Alto Rendimiento. Esta medida busca mantener el decoro y la investidura arbitral, evitando conflictos de interés. El recordatorio llega en un momento donde se han destapado casos de árbitros que han admitido favorecer a equipos de sus amores, como el caso de Alberto Barrientos y Pablo Lunati.
La Asociación Argentina de Árbitros (AAA), esa entidad que siempre está bajo la lupa, mandó un mensaje claro a sus afiliados: la ropa de tu club, ¡a la cancha no entra! O mejor dicho, al Centro de Alto Rendimiento, tampoco. El asunto es que Federico Beligoy, el mandamás del arbitraje nacional, no quiere ver camisetas de River, Boca o Racing, ni de ningún otro cuadro, rondando por las instalaciones. Porque claro, la investidura arbitral y el decoro, deben estar por encima de cualquier pasión.
¿Decoro o paranoia?
El comunicado, que llegó directo al correo electrónico de cada árbitro, dice tajante: «Está terminantemente PROHIBIDO el uso de vestimenta de clubes del fútbol argentino dentro de nuestro Centro de Alto Rendimiento Arbitral – Teodoro Nitti». Vamos, como si no supiéramos que un árbitro, por el simple hecho de serlo, ya tiene que controlar sus impulsos y más en un país tan futbolero como este. Pero la AAA insiste: «Por favor respetemos el decoro y las buenas costumbres que ameritan tanto nuestras instalaciones como la investidura arbitral». ¿Será que se viene una purga a lo Eber Ludueña en el arbitraje?

Beligoy, el mismo que decide quién dirige cada partido y cómo se instruye a los jueces, ahora se preocupa por las pilchas, vaya uno a saber por qué. ¿Será que en el vestuario se arman los clásicos de barrio o es que buscan evitar que se repitan algunos papelones que ya vimos en el pasado?

Pasión y camiseta: Cuando el corazón le gana al reglamento
Y es que la historia del fútbol argentino está llena de jueces que, al parecer, dejaron el reglamento en el vestuario y sacaron a jugar su fanatismo. Como aquel asistente, Alberto Barrientos, que en un Vélez-Racing de 2001, validó un gol en offside de la Academia porque era hincha a morir. Así lo contó en el libro «¡Academia, carajo!», del periodista Alejandro Wall: «Loeschbor convirtió el gol como un metro veinte, un metro treinta, en orsai, pero como yo era fanático de Racing, no levanté el banderín». Una confesión que dejó a más de uno con la boca abierta y un título que se le escapó a River.
O el caso de Pablo Lunati, ese árbitro que nunca ocultó su amor por River, y que, según sus propias palabras, le perdonó una amarilla a Matías Almeyda para que no se perdiera la Promoción de 2011. «Tenía cuatro amarillas y pegó una patada que era para amonestarlo. Cobré la falta, pero me hice el boludo», admitió sin pudor. Claro, a veces el corazón puede más que las reglas, pero… ¿cuánto le cuesta eso al fútbol?
Ahora, con este nuevo «código de vestimenta» de la AAA, ¿veremos un arbitraje más imparcial? ¿O simplemente se tratará de un intento por tapar el sol con la mano? Lo que sí es seguro es que este tema va a dar que hablar en los bares, en las redes y hasta en la cancha. Y vos, ¿qué opinás? ¿Es necesario que los árbitros dejen la pasión en la puerta o es una medida exagerada?