El mercado de pases de Boca y River para este 2025 ha generado expectativas y a la vez levanta interrogantes sobre el futuro del fútbol argentino. Las inversiones millonarias y la acumulación de figuras ponen una presión extra sobre los clubes, que deberán demostrar si la billetera puede comprar también el éxito deportivo. La competitividad está garantizada, pero ¿será suficiente para evitar que el torneo se convierta en un mano a mano entre los dos gigantes?
La doble competencia, esa que mezcla la mística de la Copa Libertadores con la vidriera del Mundial de Clubes, puede sonar a estrategia de marketing. Pero más allá de los intereses individuales, lo que han hecho Boca y River en este mercado de pases es para sacar el manual del fútbol argentino y empezar a tachar nombres. ¿Auspicioso? Sí, pero también una luz de alerta.
El fútbol argentino, ese que nos vende la idea de la competitividad como un sello de identidad, se prepara para un nuevo capítulo. La modalidad de los playoffs, ese invento que le da una chance a cualquiera de eliminar al poderoso de turno, es la prueba de que la guita no siempre es sinónimo de campeonato. Para muestra, la última liga donde tres equipos llegaron con chances a la fecha final: Vélez, Talleres y Huracán. Un lujo que solo el fútbol argentino puede ofrecer.
La billetera se abrió: ¿y el juego?
Las ventas, el peso de la historia y la presión de los torneos venideros obligaron a River y Boca a abrir la billetera. Y la jerarquía que han sumado, en teoría, debería repercutir en una mejora del nivel de juego, elevando el listón para todos. Pero ojo, porque con las diferencias en las inversiones se enciende esa señal de peligro que todos conocemos: que el torneo no se transforme en un duelo de dos. El fantasma de los campeonatos dominados por un par de equipos, como el del Peñarol-Nacional, el Real Madrid-Barcelona o la Juventus-Inter, es algo que muchos no quieren revivir en nuestra liga.
¿Equipo o figuritas?
La acumulación de partidos también motivó a los clubes a formar planteles largos, donde se diluya la diferencia entre titulares y suplentes. Gallardo y Gago, por ahora, ya sumaron siete refuerzos cada uno. Nombres que realmente marcan la diferencia, pero que ahora tienen que demostrarlo en la cancha. Ahora hay que armar equipos, lograr que se acoplen a las ideas de sus entrenadores, que nazcan las pequeñas sociedades futboleras, gestionar egos de muchos que no serán titulares, administrar cargas e ir enfocándose objetivo por objetivo. En este fútbol argentino, donde hasta el más débil te puede amargar la tarde, el apellido y los colores no son garantía de nada.