Nazareno Colombo, zaguero central, tuvo un partido correcto, con algunas luces y sombras, según el análisis periodístico. Arrancó firme, pero decayó en el segundo tiempo.
Colombo: ¿Figura o se durmió en los laureles?
El defensor Nazareno Colombo tuvo un rendimiento que, como diría Mostaza Merlo, fue «regular, nomás». Arrancó el partido como si fuera el mismísimo Ruggeri en el ’86, firme en la marca y rápido para anticipar a Rojas, el rival que tenía que bailar. En el primer tiempo, Colombo prácticamente no dio rebote. Parecía que tenía un imán en los botines, cada pelota dividida iba a parar a sus pies. Un primer tiempo que ilusionaba a cualquiera, digno de un palco en la Bombonera.
Segundo tiempo: se le escapó la tortuga
Pero claro, como en el fútbol no se puede vivir solo de un buen tiempo, en el complemento Colombo bajó un cambio… o dos. Empezó a dejar algunos espacios que, para un equipo con aspiraciones a campeón, son un pecado mortal. Las coberturas brillaron por su ausencia, como el Kun Agüero en un entrenamiento de la Selección. Y si bien en la salida mantuvo la simpleza, uno espera un poco más de pimienta de un jugador en su posición. Como diría el Bambino Veira: «Con la simpleza se gana, pero con un poquito de magia se enamora».
Parecía que el partido se le hacía largo, como un Boca – River con siete expulsados. Digamos que Colombo no llegó a ser un desastre, pero dejó la sensación de que podía dar mucho más. ¿Se confió? ¿Le pesó la responsabilidad? Son preguntas que solo él puede responder. Lo cierto es que su actuación terminó siendo tan agridulce como un gol en contra en el minuto 90.
«Más allá de alguna ocasión que se apuró con envíos largos, casi no tuvo fisuras en el PT: Estuvo firme atrás, rápido a la espalda de Rojas. En el ST dejó un par de dudas por flojas coberturas de espacios. Fue simple en el traslado al ras del suelo. «