Diego Dabove asume el mando de Tigre con un debut de alto voltaje: nada menos que ante el último campeón, Vélez, equipo que hasta hace poco dirigía su actual colega, Sebastián Domínguez. En exclusiva con , Dabove delineó sus planes, su mirada sobre los juveniles y la importancia de conectar con la hinchada, en un contexto de un mercado de pases movido y un torneo que promete desafíos desde el arranque.
Arranca el baile y Diego Dabove se planta en el banco de Tigre con el overol puesto y las ideas claras. No hay tiempo para tibiezas, el fixture lo puso en la parrilla de entrada: ¡Vélez, señores!, el último campeón, justo el equipo que hasta hace nada dirigía Sebastián Domínguez.
El debut no es para cualquiera, pero para Dabove es la oportunidad de mostrar de qué está hecho este Tigre versión 2025. El flamante DT, en charla con **, dejó en claro que no viene de paseo, ni a ver que pasa, sino con la intención de armar un equipo que de que hablar.
El debut que no da respiro: Dabove vs. Domínguez, un clásico moderno
El destino, a veces, tiene una puntería de francotirador. Dabove se estrena ante el Vélez de Sebastián Domínguez, un colega que hasta hace poco ocupaba su silla en Victoria. El morbo está servido, pero para Dabove, todo se reduce a un desafío deportivo mayúsculo: “Iniciar el torneo y el ciclo este en Tigre contra Vélez, el último campeón, nos genera la motivación de que sabemos que necesitamos hacer un gran año y el desafío de medirnos rápido contra un gran equipo”, sentenció con la seriedad de un capitán que va a la batalla.

Y ojo, que no hay rivalidades personales, Dabove le tiró flores a su colega: “No hablé con Seba, le deseo un gran año en Vélez. El buen trabajo que hizo en Tigre y la idea que mostró el equipo lo llevó a dirigir al último campeón y es un mérito muy grande eso”. Un caballeroso, aunque sabemos que la rivalidad en la cancha será de otro calibre.
Entre la paciencia y la urgencia: la apuesta por los pibes
Si algo caracteriza a Dabove, es su metodología. No se desespera, tiene paciencia, como un buen técnico que sabe que los frutos se cosechan con tiempo, eso sí: sin dormirse en los laureles. «Creo que en esta etapa de construcción del equipo y del grupo, con una pretemporada corta y un inicio de torneo rápido, nos obligará a planificar muy bien. Hay que ir equilibrando el grupo desde lo físico y, conjuntamente, ir logrando una idea futbolística», explicó, dejando claro que no quemará etapas.

Claro, los pibes son prioridad, pero sin apuro: «En ese proceso, obviamente tiene que aparecer rápido el sumar puntos, pero también ir conociendo a los juveniles y viendo en qué contexto se les puede dar minutos, como nos pasó el año pasado en Instituto con Requena, Dubersasky y Puebla. Es un proceso que lleva tiempo y planificación”. Aquí no hay fórmulas mágicas, sino trabajo, trabajo y más trabajo, al estilo de la vieja escuela.
Resultados o paciencia: El eterno dilema en el fútbol argentino
Dabove sabe que el deporte es caprichoso y que en el fútbol argentino, los entrenadores no tienen mucho tiempo ni margen para el error. «Nunca se sabe cuánto tiempo tomará lograr un equipo competitivo porque el fútbol es muy variable y constantemente tira lo que dicen los libros por la ventana», admitió, con la sabiduría de quien ya ha recorrido unos cuantos vestuarios. Aunque la lógica indica que lleva un proceso, los resultados mandan, y acá los dirigentes te comen crudo. “Lo lógico es que lleve un tiempo engranar todo, pero sabemos que tiene que ser rápido porque se necesita de los resultados”.
Las últimas experiencias de Dabove en Huracán e Instituto, lejos de ser episodios aislados, lo hicieron madurar como estratega. “Las últimas experiencias, el año en Huracán y el año y nueve meses en Instituto, nos fueron dejando madurez y crecimiento como cuerpo técnico. Ese crecimiento que te da el día a día y los distintos contextos complejos y difíciles siempre te hacen madurar y crecer”, aseveró. Si el fútbol es una carrera, Dabove está en plan de llegar a la meta, paso a paso.
Para Dabove, la relación entre el equipo y la hinchada es sagrada. Por eso, se dirigió a la afición con un mensaje contundente: “Intentaremos rápido ser un equipo con el que la gente se identifique, un equipo que contagie y le genere buenas sensaciones al hincha. La conexión equipo-hincha es clave; esa energía que se genera es fundamental”. En definitiva, un llamado a la unión para alcanzar los objetivos.
El arribo de Dabove a Tigre se da tras la salida de Sebastián Domínguez, quien tuvo un paso irregular por el club. Dabove selló un contrato hasta diciembre de 2025, marcando una nueva etapa para el Matador, y no es que sea nuevo en el club, ya estuvo entre 2012 y 2013 siendo entrenador de arqueros, nada menos que con Pipo Gorosito al mando.

El mercado de pases del Matador ha sido movido, con altas y bajas que buscan reforzar todas las líneas. Entre los que llegaron a Victoria están: Héctor Fértoli, Federico Tevez, Gonzalo Piñeiro, Julián López, Elías Cabrera, Lucas Besozzi, David Romero, Maximiliano Zalazar, Alan Barrionuevo, Ignacio Russo, Joaquín Laso y Jabes Saralegui. Y ojo con las bajas: F. Monzón, Agustín Cardozo, Pablo Minissale, L. Miranda, Gian Nardelli, Facundo Ferreyra, E. Forclaz, T. Fernández, M. Espíndola, N. Contín, Genez, Tomás Lecanda, Brian Leizza, Tomás Galván y Tomás Cavanagh, todos ellos con su respectiva historia en el club.

El debut ante Vélez no solo exige al plantel, sino también al propio Dabove. Con un porcentaje de efectividad del 50,06%, acumula 104 victorias, 80 empates y 77 derrotas en más de 260 partidos dirigidos. Su mejor logro fue el subcampeonato con Godoy Cruz en la temporada 2017-2018. Ahora, su objetivo es armar un Tigre competitivo, capaz de pelear en un torneo que da más chances a los equipos con menos cartel. ¿Lo logrará? Veremos, pero Dabove llega dispuesto a dejar su sello en Victoria. Y cómo nos gusta ver un equipo levantando cabeza ante la adversidad.
