Guillermo Barros Schelotto, tras un paso irregular por la MLS y la Selección Paraguaya, asume la dirección técnica de Vélez Sarsfield con la misión de sacar al último campeón del pozo.
El Mellizo Barros Schelotto se pone el buzo de Vélez. La pregunta del millón es: ¿Podrá enderezar el barco?
De la Ribera a Liniers: ¿Un Mellizo con sed de revancha?
Vélez Sarsfield, el último campeón del fútbol argentino, anda más perdido que el Bambino Veira en un recital de trap. El comienzo del Torneo Apertura fue para el olvido, y la dirigencia, con la desesperación de un arquero viendo venir un penal de Messi, decidió apostar por Guillermo Barros Schelotto. El Mellizo, con más experiencia que Mostaza Merlo en planteos defensivos, llega al Fortín luego de dirigir al LA Galaxy y a la Selección de Paraguay, dos experiencias con resultados… digamos, dispares.
Su salida de Boca en 2018, tras la fatídica final de Libertadores en Madrid, todavía retumba en los pasillos de la Bombonera. A pesar de haber ganado dos torneos locales, la derrota contra el eterno rival lo dejó marcado como un gol en contra en el minuto 90. ¿Será Vélez la oportunidad para la redención?
La MLS y la frustración guaraní: ¿Un ciclo con altibajos?
En la MLS, Guillermo arrancó con todo, metiendo a Los Angeles Galaxy en los playoffs como si fuera un pase filtrado de Riquelme. Pero la salida de Zlatan Ibrahimovic fue un golpe bajo que lo dejó tambaleando como boxeador groggy. El equipo se desmoronó y el Mellizo terminó último en su zona, con menos puntos que un equipo de Eber Ludueña.
Después, la Selección Paraguaya lo llamó con la ilusión de clasificar al Mundial de Qatar 2022. Pero el sueño se convirtió en pesadilla. Las Eliminatorias fueron un calvario, y tras un empate con Perú y una derrota contra Venezuela (sí, ¡Venezuela!), la aventura guaraní llegó a su fin. Quedó más afuera que el Kun Agüero en un partido de la Scaloneta.
Un año sabático y la vuelta al ruedo: ¿El Fortín, su nuevo desafío?
Tras un año sabático en Estados Unidos, donde dicen que se dedicó a perfeccionar su inglés y a comer hamburguesas tamaño familiar, el Mellizo vuelve al ruedo. Sonó para Boca, claro, pero terminó en Liniers, con la misión de levantar a un equipo que parece un caballo percherón. La tarea no es fácil, pero como diría el Diego: «La pelota no se mancha».