Orlando Gill, arquero de San Lorenzo, tuvo una actuación destacada en el primer partido del año, a pesar de un error que casi cuesta un gol. El portero paraguayo realizó varias atajadas clave, incluyendo un cabezazo en el primer tiempo y un remate de Botta en la segunda mitad, consolidando un buen desempeño y cerrando el partido con un boletín más que aprobado.
¡Arrancó el año y San Lorenzo ya tiene a su figura! Y no, no es el 10 habilidoso ni el delantero goleador, es el bueno de Orlando Gill, el arquero que, para muchos, debe tener más minutos. Si bien tuvo un momento de terror en ese rebote corto que casi le da el gol servido en bandeja a Galarza Fonda, que terminó mandándola a las nubes, sacó pecho y demostró que tiene pasta de arquero de los que ya no quedan.
Gill: Entre la duda y la salvación
El tipo no se achicó, y vaya que tuvo que laburar. En el primer tiempo, sacó un cabezazo que tenía destino de red, de esos que hacen levantar el grito al más tranquilo. Y en el complemento, cuando el rival apretaba, sacó una mano salvadora ante un remate venenoso de Botta, de esas que te hacen pensar que podría jugar también de volante. ¡Una locura! Por si fuera poco, hasta tuvo que arreglar una macana de un despeje de Herrera que venía con marca de gol. La verdad, un verdadero bombero. La figura, sin reproches.
Acá no hay que ser chupamedias, hay que decir las cosas como son. El «uno» no es perfecto, nadie lo es, miren a Fillol en el 82, con la mano que le regaló el gol al mundo. Gill tuvo su momento de duda, pero como esos jugadores del ascenso, de los que no se rinden nunca, se repuso y se puso el equipo al hombro. Y así cerró su primer partido del año con un boletín más que aprobado. ¿Será el año del paraguayo? ¡Que hable la cancha! Aunque, si me preguntan a mi, creo que ya todos tienen una idea.
¿Un nuevo ídolo en el Bajo Flores?
Si sigue a este ritmo, no dudo que el hincha de San Lorenzo se va a empezar a tatuar su cara en el pecho. Es de esos jugadores que te hacen saltar del asiento, que te sacan un suspiro y que te dejan con ganas de que llegue el próximo partido. Por lo pronto, él lo tiene bien en claro, a trabajar y no regalar nada, como diría el gran Mostaza Merlo: «Paso a paso, muchacho».