Se terminó la viveza criolla para los arqueros: la IFAB cambia la sanción por demorar más de seis segundos con la pelota en las manos. Chau tiro libre indirecto, hola… ¿tarjeta?
Arranca un nuevo campeonato y como siempre, la International Football Association Board (IFAB) metiendo mano en el reglamento. Y esta vez, le tocó el turno a los arqueros, esos que a veces parecen estatuas abrazadas a la pelota. ¿Se acuerdan de la regla de los seis segundos? Bueno, prepárense porque la cosa cambió.
Se les acabó la joda a los arqueros
Hasta ahora, si un arquero se hacía el distraído con la bocha en las manos por más de seis segundos, el árbitro cobraba tiro libre indirecto para el equipo contrario. Una especie de «vení, pateá tranquilo, que este se quedó dormido». Pero ahora, la IFAB decidió que esa pena era demasiado light.
¿Tiro libre indirecto? ¡Pasado de moda!
La pregunta del millón es: ¿cuál será la nueva sanción? La IFAB todavía no lo confirmó, pero los rumores vuelan como un centro de Riquelme en sus mejores épocas. Algunos dicen que se viene la tarjeta amarilla para el arquero que se pase de vivo. Otros, más osados, hablan de un penal. Sí, ¡penal! Imaginate la escena: minuto 90, partido empatado, el arquero se hace el boludo con la pelota, ¡y el árbitro cobra penal! Un final digno de película de suspenso, ¿no?
Un cambio que dará que hablar… y mucho.
Lo cierto es que este cambio promete generar polémica. ¿Será justo castigar con una tarjeta o un penal una infracción que antes se sancionaba con un tiro libre indirecto? ¿Se acabaron las avivadas de los arqueros a lo Chilavert en sus tiempos mozos? ¿O encontraremos nuevas formas de estirar el tiempo al límite del reglamento, como hacía el «Burrito» Ortega con sus pisadas mágicas?
Habrá que esperar para ver cómo se implementa esta nueva regla y cómo reaccionan los protagonistas. Pero una cosa es segura: el debate está abierto y promete ser tan caliente como un clásico de verano. Porque en el fútbol, como en la vida, siempre hay lugar para la discusión y la controversia. Y si no, pregúntenle a Eber Ludueña.