¿Lanzini, la solución para River? Resurrección en Quito antes del Superclásico.

Redacción Cuyo News
4 min
Cortito y conciso:

Manu Lanzini, tras un comienzo flojo en River, tuvo una actuación destacada en la altura de Quito contra Independiente del Valle, generando ilusión de cara al Superclásico. ¿Será este el punto de inflexión que el enganche necesitaba?

¿Resurrección en la altura? Lanzini y un destello de magia en Quito

La bomba que explotó en Núñez allá por agosto del 2023, cuando Manu Lanzini volvía al club de sus amores después de su paso por el West Ham, digamos que no hizo el ruido que se esperaba. La gente, ni hablar, estaba como loca, tipo Bochini en el ’86, pero con el tiempo, el entusiasmo se transformó en una mueca de desilusión, y hasta en algún que otro silbidito bajando desde el Monumental. El 10, un distinto, no bajó los brazos, eh. Le tocó entrar en Quito con el partido cuesta arriba, y en un ratito nomás, mostró parte de esa magia que todos esperábamos, tipo gambeta de Caniggia en el ’90. Fueron los minutos más picantes de su segunda etapa en River, lejos.

Si bien metió un golcito en la Bombonera en el 2024 (un partido aparte, siempre), contra Independiente del Valle se lo vio más enchufado. Levantó al equipo cuando la cosa estaba jodida, con una jugada de potrero: control de pecho, amague cortito para dejar pagando al defensor, y un derechazo que Villar, el arquero, atajó como pudo. Pero ahí estaba Galoppo, como Palermo en el área, para empujar el rebote y poner el 2-1. Casi al final, Manu casi se manda un golazo desde la izquierda, pero el arquero le dijo que no. Así, el 10 del Millo dijo presente antes del Superclásico, después de casi un mes sin jugar. Mirando las estadísticas, se ve clarito que su ingreso en el segundo tiempo fue clave, un cambio rotundo comparado con lo que venía mostrando.

En los ocho partidos anteriores del 2025, Lanzini había jugado apenas 51 minutos, ¡seis minutos más de lo que jugó en Ecuador solito! Si bien su porcentaje de pases fue un poquito más bajo (80% contra 85%), y tocó menos la pelota (32 veces contra 17), la diferencia estuvo en los metros finales: dos chances creadas (antes tenía 0.87 por partido) y dos remates al arco (antes tenía solo 0.25). Además, metió dos pases clave, muy por encima de su promedio de 0.87. Un Mostaza Merlo dirigiendo la orquesta, bah.

La renovación y la ilusión intacta

«Estoy contento de seguir en el club que amo, voy por un 2025 con muchos objetivos y éxitos», había dicho Lanzini antes de arrancar la pretemporada y de firmar la extensión de su contrato hasta diciembre. Tanto él como su familia estaban con ganas de seguir en River y en el país, y el Muñeco Gallardo, que siempre lo quiso, le dio el visto bueno.

Con la cabeza puesta en el Mundial de Clubes y a un paso del Superclásico, un partido que le sienta bien (en ocho partidos metió tres goles, todos en la Bombonera, ¡qué jugador!), el 10 dio la cara cuando el equipo lo necesitaba. Ahora, el desafío es mantener el nivel que mostró en Quito y cambiar los silbidos por aplausos, esos que supo disfrutar en Núñez. ¿Se viene el Lanzini que todos esperamos? El tiempo, como decía el Bambino Veira, lo dirá.

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