Racing, sin titulares, cae ante Huracán y preocupa por el clásico

Redacción Cuyo News
5 min
Cortito y conciso:

Racing, sin sus titulares lesionados, cayó derrotado en casa ante un Huracán sólido y efectivo. La Academia sigue sin encontrar el rumbo en el torneo local y preocupa de cara al clásico de Avellaneda y la Copa Libertadores.

Racing, con más bajas que un equipo de metegol después de un campeonato barrial, volvió a morder el polvo en el Cilindro. Esta vez, el verdugo fue un Huracán que, sin hacer magia potolo, le dio un baile táctico a la Academia y se llevó tres puntos merecidos. ¿Será que este Racing local es puro humo?

Un Racing desdibujado sin sus figuras estelares

La Academia, ese equipo que parece el Barcelona cuando juega afuera y el Deportivo Morón cuando juega en casa, dejó en evidencia su falta de recambio. Pareciera que el plantel tiene menos variantes que el menú de un comedor universitario. Sin la Maravilla Martínez, Salas queda más solo que el Kun en un asado vegano. Sin Sosa, la salida es más previsible que el final de Titanic. Sin Zuculini, Nardoni corre como si estuviera jugando contra el tiempo mismo. Y sin Vietto… bueno, sin Vietto la creación brilla por su ausencia y el equipo de Costas se transforma en un rejunte de amigos del barrio. La diferencia entre los titulares y los suplentes es más grande que la deuda externa argentina. Ni siquiera Zaracho, con toda su experiencia, parece capaz de cambiarle la cara a este equipo que anda más perdido que turco en la neblina.

Huracán, con un planteo digno de Bilardo, le pintó la cara a la Academia. Aguantó los primeros embates del local –que más que ataques parecían intentos de fuga del penal de Ezeiza– y después, con la viveza criolla de Kudelka, desarmó la defensa de Racing con la misma facilidad con la que el Diego gambeteaba ingleses. Mazzanti, Ramírez y Alanís se plantaron como leones en la jaula y maniataron a los centrales de la Academia que, dicho sea de paso, con línea de tres se mueven con menos coordinación que un grupo de escolares en clase de gimnasia. Un Nardoni agotado, más solo que Adán en el día de la madre, intentó ponerle garra, pero ni Almendra, que tuvo una actuación digna del peor Mostaza Merlo, lo pudo ayudar. El gol de Huracán llegó por una desatención defensiva que ni el Chavo Fucks se hubiera animado a tanto. Anticiparon a Conti, el gigante de Racing, como si fuera un nene de jardín y entre Colombo y Arias armaron una salida más floja que la defensa de Ferro en el 99. Ramírez, con más oportunismo que Palermo en un área chica, solo tuvo que empujarla.

¿Racing o Racing Club de Avellaneda (filial Reserva)?

Con el marcador en contra, Racing demostró tener menos ideas que un político en campaña. No patearon al arco ni de casualidad. La única chance clara, un centro de Salas que Balboa mandó a la tribuna con la precisión de un misil Scud, fue más producto de la suerte que del buen juego. El equipo de Costas, que sobre el final intentó cambiar el esquema con la misma desesperación con la que un estudiante cambia de carrera en quinto año, nunca encontró la manera de generar peligro en serio, sin ideas, sin volumen de juego.

El clásico se acerca y la Academia tiembla

Con este panorama, el clásico de Avellaneda se presenta con un Independiente que llega más embalado que un Fórmula 1 en Monza. Racing, por su parte, deberá rezarle a todos los santos para que sus titulares se recuperen como por arte de magia. Porque si tiene que depender de los suplentes… bueno, mejor ni pensarlo. Habrá que ver si el Gringo Costas, con la presión encima, decide apurar la vuelta de los lesionados o se la juega con los pibes. Lo cierto es que, después de esta derrota, en Avellaneda hay más dudas que certezas. Y Huracán, mientras tanto, sigue sumando puntos con la tranquilidad de un jubilado jugando al truco en la plaza.

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