River Plate, en un clásico contra San Lorenzo, mostró una alarmante falta de ideas ofensivas. El equipo de Gallardo no logró patear al arco en los últimos 45 minutos y apenas generó una chance clara en todo el partido. Las falencias en la elaboración del juego y la falta de conexiones entre sus figuras son evidentes, generando preocupación en el hincha millonario e interrogantes sobre el rumbo del equipo en el torneo.
Si a un hincha de River, fanático hasta la médula, lo despertaran de un coma y le contaran que un equipo del Muñeco Gallardo, ese que nos hizo vibrar y llenar estadios, no pateó ni una sola vez al arco en los últimos 45 minutos de un clásico, diría que se trata de una joda de mal gusto, una cargada digna de un hincha de Boca en un asado. ¡Y más aún si le aseguraran que en todo el partido el super River, ese que generaba una expectativa más grande que el Monumental, apenas inquietó al arquero rival en una jugada aislada! La del enganche de Borja que, con reflejos de arquero de handball, tapó Orlando Gill.
Pero, señoras y señores, es la cruda realidad. El River modelo 2025 parece haber perdido la memoria y se asemeja muy poco a los equipos de Gallardo que quedaron grabados a fuego en la historia del club, esos que hacían temblar a sus rivales con solo pisar el cesped.
Tampoco se parece a aquel equipo que ilusionó con destellos de buen juego en los amistosos de pretemporada, especialmente en el primer tiempo contra México. Aquello parece ser un espejismo.
Ya las dos primeras fechas habían dejado al descubierto estas carencias ofensivas, pero los datos que arrojó el clásico ante San Lorenzo son preocupantes y confirman el diagnóstico del deté: el fútbol no fluye y, por ende, las chances de gol son cada vez más escasas.
Un serio problema de elaboración
Es cierto que en el primer tiempo hubo un disparo del Huevo Acuña que se fue a las nubes, otro de Lanzini que siguió el mismo camino y un zurdazo de Martínez Quarta tras un rebote en el travesaño en un cabezazo de Paulo Díaz, pero estas dos situaciones llegaron tras una pelota parada. En cambio, en la etapa final el equipo pareció desaparecer por completo. ¿Que pasó con el zurdazo de Matías Rojas? Todavía lo están buscando en las adyacencias del Bajo Flores.

A esta altura, resulta evidente que River tiene un serio problema en la elaboración del juego en el mediocampo. Los rivales neutralizan a Enzo Pérez, impidiendo que organice los ataques desde su sector. Galoppo, si bien posee buen pase y pegada, carece del desequilibrio que necesita el equipo. Y Lanzini, que supuestamente venía a recuperar su nivel, ha tenido un rendimiento intermitente, lejos de retribuir la confianza que depositó en él el Muñeco.
Y como si esto fuera poco, Aliendro no logra cambiar el funcionamiento colectivo cuando entra al campo. Simón ha perdido el rumbo, Rojas no logra influir en el juego y Nacho Fernández ya no es el cerebro del equipo. Con este panorama, Colidio se muestra más errático, Borja pierde conexión y a Driussi le está costando adaptarse a este desordenado esquema.
Otro dato preocupante es que los dos goles del equipo en el campeonato llegaron por jugadas accidentales: Rojas gritó luego de un error del arquero de Platense, y Montiel los salvó de palomita tras un rebote en el palo en un corner contra Instituto. Es decir, goles más similares a jugadas bizarras de Eber Ludueña que a elaboraciones del equipo que se supone debería ser el protagonista.
Un panorama que dista mucho del estilo del River que representa y pretende Gallardo, donde la elaboración y el buen fútbol fueron siempre la bandera. ¿Será acaso que el Muñeco perdió la brújula?.
El resumen del empate entre River y San Lorenzo
San Lorenzo –