Ulises Ortegoza, figura de Talleres, habla sobre la consagración en la Supercopa Internacional ante River, la decisión de quedarse en el club y el recuerdo emotivo de sus abuelos. El volante se sincera sobre las sensaciones del plantel tras el penal errado por Montiel y la posterior victoria.
La T le puso pimienta al asado: Ortegoza y la consagración ante el Millonario
El último penal fue como un gol de Palermo en el último minuto, un desahogo monumental. La cancha, convertida en un abrazo gigante entre jugadores e hinchas, fue testigo de la épica consagración de Talleres ante River en la Supercopa Internacional. Primer título local para los cordobeses, y una alegría que todavía perdura en el plantel. “A muchos de nosotros nos tocó ganar este primer título de forma profesional y es una alegría inmensa. Ahora somos campeones para toda la vida”, dice Ulises Ortegoza, en una charla con , casi como si estuviera pateando el penal decisivo de nuevo. Y ahora, con el envión anímico a lo Riquelme en Boca, la T busca seguir escalando en el Apertura: Sarmiento es la próxima parada luego del empate con Central.
Una noche que quedó en la historia
La noche de Asunción todavía retumba en la memoria de Ortegoza y de todo Talleres. “Nos unimos entre todos y dijimos: ‘Esto lo sacamos adelante juntos sí o sí’. Estábamos muy convencidos y esa convicción nos llevó a jugar un partido muy duro en el que siempre propusimos nosotros”. Una fe a prueba de balas, como la defensa del Boca de Bianchi, la que construyó este equipo a base de esfuerzo y que ahora, con la copa en la vitrina, puede decir que todo valió la pena.
“Lo veníamos buscando desde hace mucho tiempo”, insiste Ulises, con la mirada puesta en Sarmiento pero sin olvidar la gloria reciente. “A veces nos quedábamos a un paso, siempre tropezábamos en las finales. Pero la verdad es que este equipo es muy unido y se lo merecía. Le dimos una alegría a la gente, que siempre estuvo ahí, y a nosotros también, porque nos quitamos una mochila muy pesada”. Un título que no solo representa un logro deportivo, sino también una conquista personal, como el primer gol en Primera.
Ortegoza: Un Matador con corazón de barrio
Ortegoza la tiene clarísima: su lugar en el mundo es Talleres. Tanto es así que, a pesar de los cantos de sirena desde otros clubes, decidió quedarse. “Había muchos clubes interesados, y es normal que en esas situaciones se hable mucho en los medios. Algunos pensaban que quería irme, pero yo tomé la decisión de quedarme porque conocía la importancia de este año para el club”, afirma. “Hablé con mis compañeros después del partido con River y les dije que la verdad fue la mejor decisión que pude haber tomado y estoy muy contento”. Un gesto de compromiso que lo pone a la altura de los grandes ídolos del club.
El penal errado por Montiel: ¿La señal del destino?
El volante albiazul no se olvida del momento clave de la final: el penal errado por Gonzalo Montiel, un jugador con una trayectoria impecable en definiciones. “¡Uf! Cuando eso pasó nos mirábamos entre nosotros y pensábamos: ‘Puede ser que esta sea la nuestra’. Él, que nunca había errado con penales tan pesados en su carrera, nos dio fe”. Sin embargo, la alegría inicial se transformó en angustia tras el fallo de Ortegoza: “Estaba convencido de patear a un lado, a último momento cambié y cuando erré, se me vino el mundo abajo. Todos pensábamos que era el final, porque si ellos convertían, se terminaba todo”. Pero el apoyo de sus compañeros fue fundamental: “Cuando llego al medio de la cancha, lo único que se escuchaba era a todos los chicos diciéndome ‘no pasa nada, no pasa nada, tenemos fe, tenemos fe’”. La fe, como la gambeta de Maradona, movió montañas: Colidio erró y el resto es historia.
“En una final uno se prepara de una forma distinta, más mentalmente que tácticamente. Yo creo que por nombres, River es el mejor equipo por lejos del fútbol argentino”. Pero Talleres, con la garra de un equipo del ascenso, plantó cara y fue a buscar el partido sin complejos. “Esto es para la gente, que se lo merecía. Es una hinchada muy pasional, muy seguidora, a donde juguemos están en las tribunas. Y también es un alivio para nosotros y un gran orgullo para el club por ganar el primer título de AFA”, dice Ortegoza con una sonrisa que contagia. Talleres sonríe, y Ulises también.
El recuerdo imborrable de sus abuelos
La felicidad de Ortegoza trasciende el fútbol. El título con Talleres lo lleva de vuelta a su infancia, a las tardes de potrero con sus abuelos, esos que lo vieron dar sus primeros pasos en la pelota. Hoy, aunque ya no estén físicamente, los siente presentes. “A uno lo perdí hace mucho y a otro hace muy poquito. Los dos fueron personas muy importantes en mi vida y al salir campeón no puedo no acordarme de ellos. Yo le hice la promesa a mi abuelo paterno de que iba a jugar en primera y se lo cumplí y ahora que soy campeón seguramente está muy feliz”. Un homenaje emotivo que demuestra que los sueños, como los goles de Kempes, se pueden cumplir. Ahora, el objetivo es seguir haciendo historia con Talleres, afianzarse en la senda de la victoria y buscar nuevas consagraciones.