Hace 30 años, Eric Cantona, ídolo del Manchester United, protagonizó una de las escenas más controversiales del fútbol al propinar una patada voladora a un hincha que lo insultó. El incidente, lejos de sepultar su carrera, lo catapultó al estatus de leyenda, generando un debate que persiste hasta hoy sobre la justicia y la moralidad en el deporte.
El 25 de enero de 1995, un francés con el cuello de la camiseta levantado se convirtió en más que un simple jugador: Eric Cantona pasó a ser leyenda. No fue por un golazo de antología ni por un campeonato, sino por una patada, una de esas que hacen historia. El destinatario, un tal Matthew Simmons, un “hooligan” según el propio Cantona, que le gritó más de la cuenta. Y así, a 30 años del hecho, el nombre del francés sigue resonando con una mezcla de admiración y polémica.
Cantona, con sus 82 goles y nueve títulos en el Manchester United, ya era un tipo querido, pero ese día, en Selhurst Park, la cancha del Crystal Palace, el partido venía picante. El árbitro Alan Wilkie le mostró la roja al francés tras una falta sobre Richard Shaw. El enojo era evidente, y la cosa no iba a terminar ahí.
El detonante y la patada voladora
Apenas expulsado, Cantona, cual gaucho que se quita el poncho después de una jornada de trabajo, se desabrochó el cuello de la camiseta y se dirigió a los vestuarios. Fue entonces cuando escuchó los insultos de Simmons: “Andate a Francia, hijo de puta francés”. El «hooligan» se había acercado a la primera fila y vaya que se arrepintió. La reacción de Cantona fue instantánea y brutal: una patada voladora que quedó grabada en la retina de todos los que aman el fútbol. Como una patada de kung-fu sacada de una película de Bruce Lee.
«Si hubiese conocido a ese tipo otro día, las cosas podrían haber sucedido de manera muy diferente, incluso si hubiera dicho exactamente lo mismo. La vida es así de extraña”, contó Cantona años después. Lejos de arrepentirse de su accionar, el francés lo consideró uno de los mejores momentos de su carrera. «Patear a un fascista no se saborea todos los días; me arrepiento de no haberle pegado más fuerte», confesó, dejando claro que su arrepentimiento era, en todo caso, por no haber sido más contundente. Acá, entre nosotros, ¿quién no pensó alguna vez algo parecido en la tribuna?
La otra cara de la moneda: ¿Quien era realmente Matthew Simmons?
La prensa, después del escándalo, se puso a hurgar en la vida de Simmons: un tipo con antecedentes de extrema derecha, racista y con una condena por intento de robo. Una joyita, digamos. En 2006, además, atacó a golpes a un entrenador de infantiles por dejar a su hijo fuera del equipo. El tipo era un «angelito».
La reacción inicial de los medios fue de repudio total hacia Cantona. Hubo quienes pidieron su cabeza. El histórico arquero Alex Stepney, de la vieja escuela, dijo que Sir Matt Busby lo habría despedido del equipo. El ácido Brian Clough, también de la vieja guardia, dijo que se habría «cortado las pelotas». Sin embargo, a medida que se conocían más detalles de la vida de Simmons, la opinión pública comenzó a cambiar. Hay que admitir que el mundo del fútbol es un circo donde las opiniones cambian de un día para otro.
El giro en la opinión pública y el apoyo de los hinchas
Los hinchas del Manchester United, ni lerdos ni perezosos, bancaron a Cantona. Nike, la marca que lo vestía, lo puso como protagonista de una publicidad en la que bromeaba sobre el incidente. «Quiero disculparme por mis errores: el año pasado, en el 5-0 contra el City, solo anoté un gol”, soltó Cantona, con la ironía que lo caracteriza. Hasta Ian Wright, leyenda del Arsenal, confesó sentirse «celoso» de que a él no se le haya ocurrido semejante acto. Porque Cantona, con su patada, demostró que, a veces, el fútbol va más allá de los goles. Y es ese costado «canchero» donde todos quisiéramos reaccionar igual que él.
En fin, treinta años después, la patada voladora de Eric Cantona sigue generando debate. ¿Fue justicia poética o un acto de violencia injustificada? Lo que sí es seguro es que elevó a Cantona a la categoría de mito, un tipo que, con su rebeldía y talento, dejó una marca imborrable en la historia del fútbol. Un «loco lindo», dirían algunos, que supo cómo ganarse el corazón del hincha y, al mismo tiempo, sembrar la polémica. Y a nosotros, los que nos gusta el fútbol y las historias que vienen con él, nos encanta tener algo de qué opinar, sin que nos pateen, claro.